Enseñanza online (2). Aprender a aprender y formar al formador: El profesorado ante los nuevos retos que genera la crisis pandémica

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La adquisición de conocimientos, y junto con ello, de las capacidades, a través de multiplataformas online especializadas elearning, no radica en una simple traslación de los métodos docentes del mundo presencial hacia el mundo virtual. Pensar así, es un error y puede tener sus consecuencias ya que la enseñanza virtual, por su propia naturaleza, tiene cierta complejidad.

Inicialmente, existen diversas dificultades para docentes y estudiantes. El concepto de “docencia en línea”, sino se planifica adecuadamente puede resultar una heterogeneidad tanto en su impartición como en los sistemas de evaluación o, en cómo se van a abordar las prácticas (especialmente, las de laboratorio). A todo esto se suma que el cuerpo docente pueda percibir unas carencias de conocimientos, sobre todo, de tipo tecnológico y digital.

De este modo, debemos entender que las propuestas de educación en línea, como las que ahora –por la causa pandémica- se fomentan, son implementadas a través de  plataformas o aplicaciones para la gestión de cursos conocidos como Learning Management System –LMS- que ya forman parte de los recursos formativos de las universidades e  incluyen actividades pedagógicas que, para su realización, requieren que los estudiantes colaboren entre sí, trabajando de forma conjunta.

Diversos pedagogos e investigadores en innovación docente coinciden en afirmar que la enseñanza online es una evolución de la educación a distancia que se apoya en recursos digitales para desplegar los procesos de enseñanza y aprendizaje utilizando herramientas propias de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Otros investigadores y formadores de educadores sostienen que la educación en línea es una modalidad con características propias que se diferencia tanto de la educación a distancia como de la educación presencial. De una u otra forma, lo cierto es que la educación online es caracterizada como un modelo pedagógico distinto que fomenta, con el uso de las tecnologías digitales, ambientes propicios para el diálogo interactivo y actividades grupales y colaborativas buscando favorecer, incluso, la creación de vínculos interpersonales entre los participantes de una comunidad virtual de aprendizaje.

En este escenario, el profesorado también necesita adoptar nuevos métodos de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, en los procesos de interacción, las respuestas a las dudas que puedan plantear los estudiantes, estas deben ser respondidas rápidamente. Los expertos arguyen que los procesos de interacción asincrona no debe de pasar más de 24 horas. Así mismo, los mensajes han de ser directos y, en mayor medida, personalizados, identificando a cada alumno/a por su nombre y apellidos. Por cierto, a veces esto no ocurre en el mundo presencial en donde resulta casi imposible conocer a toda la clase por nombres y apellidos, más si superan el medio centenar por grupo. Hay que tener en cuenta, además, mientras que en la educación a distancia, la docencia se apoya fundamentalmente en la distribución de materiales didácticos (los mismo que pueden ser digitalizados o en formatos no digitales) en la educación a través de Internet (u online), se consideran fundamentales las actividades que los estudiantes deben hacer y resolver para aprender.

Esta colaboración entre estudiantes y, entre estudiantes y docente, se produce sin que medien encuentros presenciales y es posible a partir de los diálogos síncronos y asíncronos que se producen a través de las herramientas de comunicación telemática, generalmente, incluidas en la misma aplicación LMS sobre el que se desarrolla el curso y que tienden a promover la documentación automática de los intercambios entre los participantes.

Fuente: Cultura de Red. Sistema madri+d. Fundación para el conocimiento.

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