La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario preparó un repertorio celestial.
¿Alguna vez has sentido que una melodía puede llenarte de una emoción indescriptible? Como si esas notas te envolvieran y te llevaran a un universo celestial cuya experiencia es difícil de comprender. Una música para Dios. La novena sinfonía de Bruckner es ello: un acercamiento a lo divino.
La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario (OSNJB) presentó el estreno en nuestro país de La novena sinfonía de Bruckner, concierto que resalta la obra del compositor austríaco. Bajo la batuta de Pablo Sabat Mindreau, la OSNJB expone ante el público su notable trabajo y dedicación a la preservación y valoración del arte musical.
Es probable que nuestras primeras interrogantes sean ¿por qué evocar a Dios en este concierto? o ¿quién fue Anton Bruckner? Un nombre poco conocido frente a otros grandes compositores de la historia como Beethoven, Mozart, Schubert, Bach, entre otros.
Pues Bruckner fue un hombre humilde y de origen campesino, repudiado por el público de la época. Juan Hidalgo, compositor y pianista español , dice que Johannes Brahms, uno de los principales detractores de Bruckner, consideraba que la pureza de la música radicaba principalmente en la sinfonía. En contraposición a ello, estaban los creadores de la nueva música, “aquella que seguía un programa y pretendía describir algo con notas musicales, casi siempre un cuadro, o un hecho de la naturaleza”. Pero es con el compositor Richard Wagner que la revolución de la música tiene lugar, pues en su obra no solo esta tenía un programa sino también otros aspectos como la escenografía o la luz.
Bruckner se desarrolló como compositor en medio de la pugna entre estas dos corrientes y fue su profunda admiración a la inspiración de Wagner el motivo de que este se convirtiera en defensor del autor de Tristán e Isolda, adoptando dicho movimiento y, sobretodo, utilizando la sinfonía, género favorito de Brahms.
Pero, ¿qué tiene que ver Dios en esto?
Bruckner fue un compositor devoto de la religión católica y hacer música era para él la mejor forma de honrar a Dios. Para el musicólogo Pablo Espinosa, “escuchar su música no implica necesariamente un acto religioso, mucho menos católico. No es una música atada a algún credo.” En efecto, todo su trabajo en general: las sinfonías, las misas y las obras corales están dotadas de religiosidad, esto eleva la capacidad de conexión con lo divino a aquel que la escucha y la Novena sinfonía no es la excepción.
Después de haber terminado la Octava, el compositor austriaco comenzó su última obra. Sin embargo, debido a los arreglos que le hiciera el director de orquesta alemán Hermann Levi a esta, Bruckner se dedicó por largo tiempo a revisar sus anteriores sinfonías buscando esa perfección y dejando de lado la escritura de la Novena que no retomo sino hasta 1891.
Bruckner, a través de su sinfonismo, siempre anheló gustar. Eran tales sus ansias porque su música fuese escuchada que permitió que los directores hicieran con ella lo que les placía: cortar, alterar, modificar la orquestación, etc. Por dicho motivo es que hoy existen diferentes versiones de cada una de sus piezas.
En 1894 el compositor termina una parte de su obra, y dos años después fallece, dejando inconclusa la Novena. De esta solo se recuperó tres movimientos: Feierlich, Scherzo y Adagio; mientras que el Finale hasta el día de hoy, nadie se ha atrevido a reconstruir, de ella solo existen bocetos. Muchas orquestas suelen presentarla con el Te Deum a modo de conclusión; mientras que otras terminan con el tercer movimiento. En relación a ello, algunos conocedores sostienen que “la sinfonía debe quedarse en ese Adagio, como mensaje de paz eterna, paz a la que Bruckner aspiraba ardientemente.” como lo indica el blog de historia y apreciación de la música clásica HistoClásica.
Es así que aquella noche, la OSNJB logró una buena interpretación de este legado que muchos no hemos conocido hasta el momento, ya que se logró el objetivo de acercar al público a la obra celestial de Bruckner que tanto fue rechazada en el siglo XIX . Es importante rescatar el esfuerzo por dar a conocer repertorios como tal que nos llenan de nuevas experiencias y nos introducen en un espacio cultural donde todos debemos ser partícipes.
Por: Silvia Andrea Cáceres Huamaní
Fotografía: Natali Conde
silvia.caceres1unmsm.edu.pe
Lima, 15 de noviembre de 2018