Cerca de las 11 de la mañana del día domingo 15 de noviembre en Ciudad Satélite Santa Rosa del Callao, acontecería un día que nunca habría de ser olvidado de la mente de los pobladores del parque Augusto Leguía, el almuerzo, la cena y hasta el desayuno mañanero del día siguiente, fueron sesgados por lo comentarios respecto a la presencia de un gran contingente policial y personal de la UDEX, quienes habían intervenido todo el recinto donde se ubica el restaurante Caprice de Don Ramón, al parecer, se habían encontrado una considerable cantidad de armas y granadas pertenecientes a una banda de delincuentes.
La testigo…
Una de las vecinas del lugar, identificada como Mely, señala que el local fue alquilado hace dos meses aproximadamente. La mudanza, dice ella, se realizó de una manera misteriosa a horas de la madrugada, a diferencia de lo que se emplaza convencionalmente, el equipaje resultaba en una serie de cajas embaladas sin ningún distintivo, como si fuera ser transportado de inmediato hacia otro lugar; es decir, bien protegidos y a la vez custodiados por las recelosas miradas de sus dueños.
Mely indica que no sabía nada de los ocupantes del espacio, no obstante, personas nunca antes vistas comenzaron hacer su aparición por los alrededores del parque, personas, que parecían cuidar de algo, vigilar algo que más adelante sería sorpresa para la gente de la comuna. Cuenta que en una oportunidad su hija observó cómo trescientos cincuenta soles pululaban en el viento tras el paso de un automóvil en la avenida, incrédula del repentino hallazgo, la pequeña se acercó, recogió y llevó a su madre el dinero asombrándose las dos de la cantidad hallada.
-”Es para no creerlo, pero encontramos esa cantidad, creo que ese auto de alguna forma se vincula con lo que ha sucedido”-revela la mujer.
De don Ramón…
Muchas veces la ingenuidad se paga, y hay veces que la buena fortuna hace un salto parabólico de esta sucesión de la realidad, el precio es saldado o el mismo es menor. Para saber de qué manera sucedió en esta circunstancia, la testigo relata que Don Ramón alquiló la mitad de su propiedad a dos individuos desconocidos, naturales en su apariencia, debido quizá a la presencia de una mujer y la naturalidad forzada por los juegos de una pequeña agarrada de la mano de esta. Esta familiar escena, hizo al sexagenario víctima de la ingenuidad. Mely cuenta:
-”Dicen que le pagaron al anciano, de forma muy rápida, mil doscientos soles por dos meses”-
El día de la intervención, el disgusto y el susto se apoderaron de él cuando los policias lo sorprendieron con su repentina detención. El material encontrado en su propiedad, no le pertenecía, por lo que se aferraba a su inocencia y gracias a ella fue liberado más tarde.
-”Estaba asustado el hombre, nunca antes le había ocurrido algo así”-declaró Mely.
Añade que ahora el hombre ya alquiló nuevamente el espacio, pero esta vez se ha asegurado en pedir identificación y antecedentes penales a los ocupantes. No quiere volver a verse envuelto en un escándalo así.
Ahora…
Al ingresar al local se percibe un silencio no acostumbrado en la zona, un sosiego que se disjunta de la actividad y bullicio que ostenta la canchita de fulbito, las bancas de cemento y las plantas alrededor del parque. Solo tres hombres hay en las mesas, dos en las de adelante y uno en la del fondo, y María, una mujer de unos cincuenta años encargada de la atención, la cual nos mira con tranquilidad. Ahora al restaurante ya no concurre mucha gente, los pocos comensales son visitantes de paso y los que se ausentan lo hacen por temor a alguna circunstancia de violencia donde corran balas o explosiones.
Finalmente, también se murmura que en las esquinas se ha vuelto ver gente desconocida, sospechosa que lleva a prejuzgar el lugar, sin embargo, dicen que son los policías quienes vestidos de civil vigilan el paraje ante alguna eventualidad. Dicen….pero nadie sabe, no se cuenta.
Créditos: Renzo Rojas