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La universidad pública en tiempos de pandemias

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30 mil jóvenes de Lima y provincias que iban a participar en el examen de admisión 2020 en la primera universidad pública del país, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se quedaron en suspenso. Los 45 mil estudiantes regulares se enteraron de la postergación del inicio de clases hasta fines de marzo. Similar situación, aunque con cifras menos voluminosas, ocurre en todas las universidades públicas del país.

Suspender el examen de admisión para una universidad pública tiene un costo muy alto ya que buena parte de la obtención de recursos propios provienen de él. Aun así, ahora tiene que afrontarlo. Ocurre algo parecido con las matriculas de posgrado. Sin embargo, esta es una decisión necesaria.

Es bien conocida la deficiencia en infraestructura por la que atraviesa la universidad pública, lo que es crucial ante cualquier pandemia. En esta coyuntura se espera que ahora el Estado vuelva la mirada hacia ella y registre la necesidad de inversión en infraestructura educativa a nivel nacional. En este contexto también es importante que el país valore el aporte que la Academia está haciendo para asistir a la sociedad en estos momentos.

Por ejemplo, la Facultad de Medicina San Fernando, de excelencia académica desde 1856, desarrolla estudios, que vienen de años, sobre la expansión de pandemias. Ahora ha presentado un plan estratégico que coordina con el Ministerio de Salud. Similar situación se da en las diferentes facultades del área de la salud. Se trata de hacer prevención con una visión científica de los problemas.

La Facultad de Letras UNMSM realiza una campaña de sensibilización en lenguas originarias cuya versión en quechua ya está siendo difundida, con ello pretende sumarse a las labores de prevención para una comunidad de casi tres millones de quechua hablantes peruanos. “Es una obligación de la academia jugar un papel dirigente, docente y un compromiso moral con nuestro país”, asegura su decano, José Carlos Ballón.

Y como alternativa ofrecida a los estudiantes en circunstancias de crisis para no perder el año o semestre académico se ha puesto en marcha una red informática para vincular a docentes y estudiantes a través de aulas virtuales, algo que ya se está haciendo en Harvard, en UCLA (EEUU) y en diferentes países. Es el inicio de la transformación del proceso educativo en el mundo. Y todos estamos ahora involucrados.

Se trata de un nuevo reto para la universidad pública. Sus miembros pondrán a prueba sus conocimientos en el uso de la tecnología digital y quienes nunca la utilizaron tendrán la oportunidad de asumir su propia transformación. Es hora de ver procesos y, con el tiempo, evaluar los resultados para mejorar y brindar educación de calidad, entendida esta como un proceso continuo.

Sin duda se está dando inicio a una nueva forma del desarrollo de todos los aspectos de las sociedades. El Covid-19 nos invita a ingresar a una nueva fase de expansión del conocimiento que tiene a internet como base fundamental y al manejo de grandes datos informáticos (Big data) como complemento en lo cotidiano. La educación debe ser reformulada y la universidad pública debe colocarse a la altura de las circunstancias.

*Este artículo fue publicado en el Diario Oficial El Peruano.

Lima, 26 de marzo de 2020

La lucha contra la desinformación en tiempos de crisis

Por: Bruno Amoretti

“Los seres humanos no somos capaces de soportar demasiada realidad”, escribió T.S. Elliot en su poema Burnt Norton de 1936. La cita ayuda a esclarecer el panorama actual. Y aunque con el paso de los años se hace más fuerte esa temible realidad que no permite escapatoria —como ese monstruo incansable dispuesto a vulnerar los deseos—, aún buscamos proteger a nuestros cuerpos y paliar los nervios. A cambio, como indica Amanda Hess, entregamos nuestras mentes.

La búsqueda del somnífero que permite a las personas alejarse de tanto alarmismo en los medios de comunicación desemboca en las plataformas de redes sociales: espacios virtuales inesperadamente confiables como actores de difusión de información del covid-19. La crisis mundial ha puesto de nuevo en evidencia que Twitter, Facebook, YouTube, y otras redes, pueden generar la promesa rancia de democratizar la información y de organizar comunidades. Sin embargo, algo que no pueden cumplir hasta ahora es drenar el pantano de información tóxica que lee el usuario común a diario.

Algo que no pueden cumplir hasta ahora las redes sociales es drenar el pantano de información tóxica que lee el usuario común a diario.

Aquí encaja, por ejemplo, el mito de que los africanos son inmunes al covid-19, o que el papel moneda provoca el contagio inevitable. Jen Caudle, una reconocida médico de Estados Unidos, ha desmentido algunos de estos falsos discursos a través de Facebook, el mismo lugar donde, paradójicamente, se genera la desinformación que ella trata de erradicar. Fuentes oficiales y alejadas de las masas, como la página web de la Organización Mundial de la Salud, también hace un despliegue interesante en su sección “cazadores de mitos”. 

Hay una amenaza invisible que nos rodea. Fungimos de inputs inertes que reaccionan a un nivel de estimulación, mas no de discernimiento. Por eso, inescrupulosos como el  influencer de TikTok con más de un millón y medio de seguidores que cree que el covid-19 es un engaño de los medios para infundir el terror en las masas, o el canal oficial de YouTube de Navbharat Times, uno de los periódicos más importantes en la India, que asegura que el coronavirus se propaga al tomar sopa de murciélago, son los responsables directos de una guerra de información que tiene, en sus líneas de batalla, a las redes sociales como armas mortíferas. En contraposición a estas prácticas, por ejemplo, el proyecto Factcheck de la Universidad de Pennsylvania se dedica a desmentir diariamente los consejos falsos que las personas comparten entre sí en la red para combatir al virus.

Mientras el mundo colapsa, los asiduos usuarios a las más extravagantes redes sociales interiorizan su aislamiento social para convertirlo en hiperdependencia al teléfono. Foto: Justin Paget

Frente a este ciclo de incertidumbre, no solo buscamos (y soñamos) adentrarnos en el sopor del alivio que significa estar sanos, sino que, además, exploramos un propósito moral. Ha ocurrido a lo largo de la historia, cuando, en el siglo XIX, existía la idea arraigada de que un desconocido “miasma” —el responsable del cólera— afectaba solo a los pobres e inmigrantes porque siempre estaban enfermos y, por tanto, debían ser castigados o instruidos. Con ello surgió la moralización: los virus iniciaban una plaga para afligir. Con el avance de la ciencia, la humanidad entendió que más que una reforma moral, necesitábamos un sistema de higiene público y una reforma de nuestro comportamiento ambiental, aunque no los cumplamos a cabalidad.

Lo cierto es que vemos cómo aún esbozamos lógicas remotas al propagar la noticia falsa de que “el coronavirus chino” es un invento de Extremo Oriente para derrumbar a Estados Unidos de su hegemonía mundial. Y precisamente ahí está el sesgo moralizador del castigo de una potencia económica a otra. Pero lo que combate a esas historias moralizantes y conspiranoicas son esfuerzos múltiples que buscan demostrar la carencia de rigurosidad científica de ese tipo de contenidos.  Nature, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, ha publicado el artículo académico “El origen proximal del SARS-CoV-2”, donde se expone que, en base al análisis genético del virus, es improbable que haya sido creado en un laboratorio con genética inversa, ya que no deriva de ninguna base viral previamente usada. En contraposición, el estudio propone dos escenarios que pueden explicar de manera plausible el origen del SARS-CoV-2 (nombre real del virus que provoca la enfermedad): “(i) selección natural en un huésped animal antes de la transferencia zoonótica; (ii) selección natural en humanos después de la transferencia zoonótica; y (iii) selección durante del pasaje”.

La vida ha cambiado en formas que apenas comenzamos a entender. El “hecho social total”, concepto acuñado por el antropólogo francés Marcel Mauss, es válido para entender por qué el coronavirus se ha convertido en un fenómeno que compromete la totalidad de las dimensiones de lo social. Particular interés nos genera la ambivalencia de las sociedades tecnocientíficas, donde la innovación tecnológica es tanto un caldo de cultivo para la desinformación (inmediatez en la difusión de rumores y soporte para las noticias falsas), como una herramienta para paliarla; de ahí que se considere que las redes digitales son el principal canal de información para las autoridades y las fuentes oficiales. ¿Quién está ganando la batalla?

Pueden transcurrir horas sin darnos cuenta de que la mirada fija en el dispositivo es una señal de inamovilidad no solo espacial, sino también de realidad. Foto: Markus Daniel.

Un estudio publicado por la Universidad de Princeton enfatiza en la intervención crucial de las personas que “son centrales en una red, o ‘buenas’ en distribuir información entre pares, o aquellas que puedan incrementar la ‘diseminación’ de una información verídica y contrastada” acerca del covid-19. Pero eso no parece preponderante en los influencers de las plataformas. No es la intención viralizar este tipo de información —y en consecuencia los comportamientos ideales en esta crisis—, sino algo más lucrativo: el miedo. El temor al contagio es real. Y precisamente esas ansiedades ecuménicas que provoca la pandemia han sido aprovechadas por un oscuro negocio que implica a la internet, los dispositivos tecnológicos y, cómo no, a los medios de comunicación.

Son clásicos contemporáneos los cintillos estridentes de la escuela norteamericana (BREAKING NEWS) donde se agudiza el caos y se esparce la zozobra (en su versión castellanizada sería el típico “URGENTE”). El drama y la propagación indiscriminada del pánico solo genera ansiedad y estrés en las audiencias. Pero tampoco debemos camuflar las cifras o caricaturizar el problema. Sabemos que, al cierre de este artículo, y de acuerdo al mapa en tiempo real de la Universidad Johns Hopkins, la pandemia afecta a más de 237.000 personas y se deja sentir en 166 países del mundo. El total de muertes se sitúa en 9.819. Frente a eso, más de 84.962 personas ya se han recuperado del coronavirus.

Estos mapas muestran cómo se ha multiplicado el número de contagios de covid-19 desde el 1 de marzo, fecha de referencia de la llegada del virus a América Latina. Fuente: El País.

El Instituto Poynter ha hecho la verificación de las publicaciones más populares en redes para desacreditar la información viralizada que muchas veces es falsa. Así, podemos encontrar teorías de conspiración, noticias falsas, curas inverosímiles para el coronavirus, mapas falsos, imágenes trucadas y fuera de contexto, y más. Por eso son tan importante las guías periodísticas: sirven como paliativos y nos orientan a no caer en las falsedades más comunes sobre pandemias. Por ejemplo, algunos de los consejos más resaltantes de Poynter son 1) aprender los conceptos básicos de la enfermedad; 2) tener cuidado con los intentos de minimizar o exagerar la amenaza; 3) no compartir métodos de prevención o tratamiento sin consulta a fuentes oficiales; 4) verificar los números de casos, las tasas de mortalidad  y el número de víctimas; y 5) verificar imágenes o videos.

El proyecto periodístico contra la desinformación First Draft añade consejos como 1) evitar el lenguaje sensacionalista; 2) evitar especular o pedir a los expertos que especulen sobre los peores escenarios; y 3) pensar en el punto de inflexión al decidir qué rumores abordar. Sobre este último punto, vale hacerse las preguntas: ¿una persona influyente ha compartido el rumor?, ¿la discusión del rumor se limita a una comunidad en línea?, ¿el rumor se encuentra en más de una plataforma?, entre otras. Para complementar, la revista Scientific American distingue tres niveles de información: 1) lo que sabemos que es cierto; 2) lo que creemos que es cierto; y 3) opiniones y especulaciones.

No es sorpresa que, desde principios del 2020, y a causa de la oleada de información falsa respecto al covid-19 en internet, los principales medios digitales dedicados a la verificación de hechos hayan creado una alianza para combatir la “infodemia”. La Red Internacional de Verificación de Hechos (IFCN por sus siglas en inglés), junto a más 100 fact checkers de todo el mundo, están intercambiando y contrastando información dentro de esa batalla contra la desinformación en tiempos de una pandemia sin precedentes en el siglo XXI.

Finalmente, nos preguntamos si es posible soportar de manera contundente a esa realidad de la que se habló al inicio. ¿Podemos rasgar sus tejidos rutinarios y poner de cabeza nuestras jerarquías para situarnos en el espacio donde circula la información que necesitamos? Probablemente no por nuestra cuenta. Las redes sociales e internet en general han tenido un efecto bastante revolucionario no solo en lo que consideramos cierto, sino en lo que creemos y en cómo circulan las verdades. Ese flujo de información es adictivo. No se puede negar que la rapidez y la difusión son características extraordinarias de nuestra era; sin embargo, para la gran mayoría —el común denominador de nuestra sociedad—, las herramientas que distinguen entre historias legítimas e ilegítimas probablemente no nos importe demasiado. Internet ha contribuido, más allá de su alcance, a promover lo que es popular en lugar de lo que es verdad, gracias a su forma algorítmica. Y la fuerza con que lo hace es incalculable. Devenimos entonces en una cultura de falsedad, donde la verificación de hechos lucha y resiste. Pero ya no puede (no debe) solo contrarrestar o corregir un registro falso de información, sino aplicar un argumento persuasivo a las instituciones capaces de proporcionar normas reguladoras en una sociedad donde circulan verdades y mentiras, sin ninguna diferencia.

*La fotografía de la portada fue tomada por Busà Photography

FOMO o el «miedo a perderse algo»

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FOMO es el acrónimo de «fear of missing out», aquel temor que últimamente estamos desarrollando en este contexto de información constante sobre el impacto del #coronavirus en la población del mundo y que nos tiene pegados a las redes sociales y a los medios de comunicación, dejando de lado la oportunidad de disfrutar estos días de cuarentena de estar con nosotros mismos o con las personas que más queremos.

Se trata en el fondo del miedo a la exclusión social. Este tiempo de cuarentena obliga a excluirnos y muchos temores pueden comenzar a aparecer. Sobre ello, les compartimos una reflexión de Theodor Schaarschmidt sobre el FOMO. Este interesante artículo fue publicado por la revista «Mente y cerebro» n.°93-2018

El aporte de la UNMSM a la sociedad en tiempos del Covid-19

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Una campaña de sensibilización en quechua ha sido lanzada por la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en su afán por contribuir con labores de prevención en estos momentos en que la pandemia de Covid-19 amenaza a la sociedad peruana.

En el Perú casi tres millones de habitantes son quechua hablantes, en este contexto “es una obligación de la academia jugar un papel dirigente, docente y un compromiso moral con nuestro país”, asegura el decano de Letras, José Carlos Ballón Vargas.

Reproducimos esta entrevista que fue realizada por TV Perú. Programa «El informativo».
Entrevista: Julio Navarro

Lima, 14 de marzo de 2020

Incentivos para investigadores UNMSM: publicaciones en revistas indizadas

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Publicar los resultados de la investigación científica en las que un investigador o investigadora se compromete durante un periodo determinado, es un desafío. Y hay que superarlo. Pero en el camino se pueden presentar una serie de inconvenientes, especialmente el relacionado con los costos que demanda la publicación en algunas revistas de alto impacto (Quartil 1 y Quartil 2, por ejemplo).

Estos costos están relacionados con cargos por procesamiento de artículos. Y, en algunos casos, dependiendo de la revista a la que aspira a publicar, los ajustes en el tipo de traducción requieren también una inversión. Se trata siempre de mejorar la redacción en un idioma diferente al del investigador o investigadora. Y eso cuesta.

Para superar estos limitantes, y con el objetivo de promover e incentivar la publicación de artículos primarios de investigación en revistas de alto impacto (Q1 o Q2), el Vicerrectorado de Investigación y Posgrado (VRIP) , ha puesto a disposición de los investigadores a partir de este año el “Programa de Apoyo a publicaciones de investigadores UNMSM en revistas indizadas de alto impacto”.

Este Programa consiste en el apoyo pago por costos de publicación o cargo por procesamiento de artículos (Publications fees, Article Processing Charges) aceptados para su publicación. No hay límite de financiamiento por investigador o  artículos publicados. La condición es que el docente de San Marcos sea primer autor o autor de correspondencia con filiación única a la UNMSM.

Se trata de un programa que se realizará de forma continua de marzo a noviembre y es aplicable a los artículos primarios que se publicarán desde el año 2020 en adelante. No se consideran traducciones, cartas al editor, reseñas bibliográficas, resúmenes de conferencias (meeting abstracts), noticias u obituarios.

Para evaluar las postulaciones de artículos al programa, se ha puesto en marcha un sistema a cargo de la Dirección General de Investigación y Transferencia Tecnológica (DGITT.)

Mayor información haciendo click aquí.

«La sociedad del cansancio» de Byung-Chul Han

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Por: Bruno Amoretti Aliaga

Vivimos en una dictadura de la positividad. El dogma es “sí podemos”. No importa las latitudes, los idiomas, o la cultura. Tú, yo, y nosotros, debemos ser felices y tener éxito en tantos proyectos como nos pongamos en frente. El éxito empresarial significa producir, pero, sobre todo, no dejar de hacerlo. Guiados por nuestros líderes espirituales, nos enriquecemos de un léxico entusiasmado de posibilidades, bendiciones y superlativos. Y eso nos está enfermando.

A esta conclusión llega Byung-Chul Han en su libro La sociedad del cansancio, o Müdigkeitsgesellschaft en su título original, que en una traducción más exacta sería La sociedad de la fatiga. Es importante hacer la distinción entre fatiga y cansancio en tanto difieren en grado de intensidad. Han comienza la mayoría de las partes de su obra citando las ideas de otros pensadores, pero ciertamente no tiene miedo de contradecirlas.

El autor revisa los pensamientos de reconocidos filósofos (Freud, Arendt, Ehrenber, Deleuze, Foucault, etc.) sobre las dolencias de la sociedad en un intento de diagnosticar lo que está sucediendo ahora. Un buen ejemplo es su examen de las afirmaciones de Hannah Arendt de que hemos renunciado a nuestro individualismo y nos hemos convertido en engranajes de máquinas, lo que genera una sociedad demasiado cansada y agotada para pensar. La contrademanda de Han es que estamos demasiado llenos de ego: tenemos como consigna ser nuestro propio jefe y subordinar al mismo tiempo a los demás.

Tête d'homme, Alberto Giacometti
Tête d’homme, Alberto Giacometti

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La tesis principal de Han parte de la diferencia entre una sociedad basada en el lenguaje de la inmunología, denominada, por referencia a Michel Foucault, la “sociedad disciplinaria”, y otra basada en el lenguaje neurológico, la “sociedad del rendimiento”. El surcoreano explica este cambio de paradigma a través del concepto de inmunidad. En el siglo XX, existía una cultura que distinguía entre lo de afuera y lo de adentro, entre el yo y el extraño. Fue un siglo caracterizado por la noción del enemigo externo, donde el extraño aparecía como objeto posible de ser atacado, aun cuando no resultaba peligroso, simplemente por ser otro.

Mientras que en el pasado la sociedad se regía por una disciplina inmune —entendida como una conducta humana que asimilaba lo externo como una agresión patogénica—, la actual sociedad del rendimiento tiene en sí misma a su mayor enemigo: nosotros. Esto significa que antes, las personas actuaban como lo hacen los cuerpos cuando se detecta una infección: aislando y aniquilando a la amenaza. Como resultado, cualquier cosa que no formara parte del todo era automáticamente considerado un peligro.

Durante los primeros años del siglo XXI, la sociedad ha traído consigo una amenaza a nuestras formas de vida. Ya no externa, sino desde adentro, en el sentido de que está integrada en el tejido de nuestra sociedad. Ya no existe el otro viral que amenaza, sino un yo totalmente positivo que todo lo abarca y todo lo puede lograr. Si en el pasado los estilos de vida se centraron en prohibiciones, mandamientos y leyes, hoy han sido reemplazados por proyectos, iniciativas y motivaciones.

El problema con este cambio es que, si bien aparentemente nos libera, en realidad solo cambia el énfasis de control de lo externo a lo interno. Nuestro sistema inmunológico no tiene nada que paliar, pues el daño viene desde adentro. Esto explica por qué la sociedad paradigmática del siglo XXI ya no es considerada una infección causada por bacterias o virus, pero sí por enfermedades neurológicas: depresión, déficit de atención e hiperactividad, trastorno de personalidad límite, el síndrome de burnout, entre otros. Estas enfermedades definen el nuevo panorama patológico. Acontece la depresión en el momento en que el ser humano ya no puede más. El sujeto del rendimiento se somete a la culpa de no poder en una sociedad del «sí puedo». En otras palabras, se enferma de positividad. Cuando ya no nos sentimos a la altura del desafío del “progreso” continuo, nos agotamos, y recaemos en crisis emocionales severas.

Aquella sociedad disciplinaria del siglo XX era una sociedad de la negatividad. Su factor dialéctico sustancial era “no deber»; es decir, no hacer lo que podemos, sino lo que la norma nos indica que debemos hacer. En cambio, la sociedad del rendimiento tiene un factor base positivo, que es » yo puedo», porque yo «debo poder”. Solo existe la noción de poder. De la disciplina hemos pasado a la autodisciplina. El nuevo tipo humano, expuesto al exceso de positividad, es el “animal de trabajo” (animal laborans) que se explota voluntariamente, sin coerción. Hoy, las frases «yo soy mi jefe» o «yo soy mi propio amo» son hartamente repetitivas. Somos tanto culpables como víctimas. Cualquiera que se encuentre atrapado en un ambiente de trabajo estará familiarizado con la sensación de estar en una carrera sin final a la vista, donde la única posibilidad de descansar es colapsar, exhausto.

Têtes, Alberto Giacometti
Têtes, Alberto Giacometti

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Byung-Chul Han busca caracterizar circunstancialmente a la sociedad. Una de las características del “logro” contemporáneo es que el hombre ya no necesita ser disciplinado —después de todo, ha sufrido un periodo de disciplina—, por lo tanto, el “sujeto del logro” queda libre de cualquier instancia externa de dominación que lo obligue a trabajar. Este nuevo sujeto se entrega a la libertad compulsiva; es decir, a una libertad que maximiza los triunfos personales, liderando un proceso de autoexplotación.

Nos explotamos bajo el peso de una libertad que trae consigo el imperativo de un rendimiento positivo. No hay espacio para la interrupción, para el detenerse. Al identificarnos como un proyecto de vida, el ser humano ya no diferencia el trabajo del ocio. El amo se ha vuelto esclavo de sí mismo. Entramos en una libertad paradójica —que se manifiesta mediante las enfermedades neuronales— de ser libres porque sentimos que todo lo podemos hacer. Es paradójica porque ese hacer permanente es al mismo tiempo nuestra «cárcel social».

En una sociedad donde el “logro” es la consigna, la aceptación del aburrimiento es progresivamente más pequeña. No hay tiempo para perder. Esta incapacidad para tolerar el aburrimiento podría volverse altamente problemática, ya que los logros culturales de la humanidad requieren una atención profunda y contemplativa. Como sostenía Walter Benjamin, aburrirse es una virtud. La verdadera libertad es la contemplación, es el deternese, el entretiempo.

La “vida activa”, señala Han, rompe completamente con el concepto de la “vida contemplativa”. Para el autor, esto último es la capacidad para interrumpir, vacilar o disminuir la velocidad de los logros personales. Es una vía de escape. Por eso, el aburrimiento, precursor necesario de la creatividad, es la única forma para evitar que tengamos una vida llena de repeticiones.

Quien puede tolerar al aburrimiento, encuentra nuevos espacios para la creación. Nietzsche afirmaba que aprender a mirar es acostumbrar al ojo a contemplar. Solo de esa forma podemos alimentar el pensamiento y no someternos a impulsos. En un mundo donde las pausas y los descansos son cada vez más cortos, tanto Nietzsche como Han enfatizan la importancia de dar un paso atrás y la necesidad de desarrollar la capacidad de resistir una multitud de atracciones.

Han comparte la idea de Hegel de que el no hacer no es impotencia, sino un camino alternativo que completa al hacer. Por lo tanto, la negatividad es una de las grandes facultades del hombre, en tanto contraparte de la positividad se refiere. Esto se manifiesta en el momento en que el hombre se detiene en la posibilidad de contemplar, teorizar y reflexionar: ser lo que realmente es. La falta de negatividad en la vida conduce a la hiperactividad, seguida del agotamiento. Como ya no podemos negarnos a alguien en las obligaciones que asumimos, quedamos atrapados en un ciclo de sobreproductividad, comunicación maníaca e hiperexpectación. El resultado es una epidemia de colapsos y ansiedades.

La actividad que permite al hombre contemporáneo cubrir el exceso de estímulos e impulsos que afectan nuestra atención es conocida como multitasking, o multitarea. Esta no es una habilidad privativa del hombre moderno, sino una capacidad primitiva que obliga a los animales a activar muchos niveles de percepción para sobrevivir. Dividir la atención en múltiples objetivos, dice Han, hace más difícil aún la contemplación. El multitasking debe entenderse como una regresión hacia instancias de supervivencia animal. Las incontables distracciones, los plazos que nos fijamos, los planes de vida, los infinitos proyectos y la multitarea se han convertido en una forma de vida. La paradoja de la positividad nos destruye: “Es una ilusión creer que cuanto más atractivo se vuelve, más libre somos”, concluye Han.

Pasamos entonces de una “sociedad disciplinaria” a una “sociedad del logro”, en la que prevalece nuevas formas de violencia inmanentes al sistema. Por ser constitutivas al sistema, no se pueden conocer como extrañas ni mucho menos generar una reacción inmunológica violenta. Hemos dejado de ser una sociedad de control por la vigilancia para ser una sociedad obligada por el rendimiento. El término control no termina de explicar exactamente nuestra realidad actual, ya que, según Han, el control supone la existencia de rasgos de negatividad y la existencia de un otro que nos controla, mientras que la obligación del rendimiento es consustancial a la propia persona. Un ejemplo de esto es la cultura del emprendedor, tan enraizada en nuestra forma de vida. Un culto al «hacer» y al «poder hacer». No son nuestros jefes quienes nos están explotando, somos nosotros quienes nos autoexplotamos, ejecutando un comando incesante para lograr alcanzar ese sueño extraordinario.

Un tema sustancial es cómo estos factores sociales y culturales dan forma a nuestra psique y vida espiritual. Han argumenta que las suposiciones de Freud sobre el inconsciente ahora están desfasadas. El padre del psicoanálisis también vivió en la “sociedad disciplinaria” de Foucault, un concepto superado según el paradigma neurológico. En dicha cultura, los individuos se autocorregían en el intento de mantenerse en el lado correcto de los supuestos morales: ser normales, no anormales; ser sanos, no locos; ser respetuosos a la ley, no quebrantar las reglas. Éramos monitoreados habitualmente, como si estuviéramos viviendo bajo una vigilancia constante que nos obliga, y eventualmente castiga ante la violación de la norma. El factor psicoanalítico en este conexto es el superyó: esa voz interna o reguladora que aumenta la ansiedad a medida que nos rebelamos. Pero, ahora, como sociedad del logro, el imperativo de inhibirse ha abierto el camino a un imperativo de producirse. El “no debería” ha sido reemplazado por el “yo puedo”. La naturaleza de las estructuras psíquicas esta sociedad son una psique adictiva formada por el principio del placer, y al mismo tiempo, abrumada por las heridas narcisistas que inevitablemente derivan de la incapacidad de prosperar, lograr, florecer o triunfar.

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Finalmente, el autor prevé qué será nuestra sociedad en el futuro, a partir de los signos que encuentra en la actualidad: la transición de la “sociedad del logro” a la “sociedad del dopaje”. Ya no existe más esa dialéctica de la explotación externa. El obrero explotado ahora es el emprendedor que sueña con ser millonario. Dentro de este contexto, Han propone su particular comprensión del cansancio —reflexivo y potencialmente creativo— como contrapunto (y salvación) del estéril y agotador cansancio de la producción del dopaje.  Existe el peligro de una rutina y fatiga que conduce a lo que él llama un “infarto del alma”, y lo que es peor, esto es una aflicción individual que separa a las personas. En este punto, Han utiliza el Ensayo sobre el cansancio de Peter Handke para explicar cómo cree que deberíamos abordar el problema. Para ambos, es necesario hacer un espacio en el mundo para cambiar el agotamiento individual por un agotamiento colectivo, uno que realmente promueva la necesidad de negar los excesos de la positividad.

El imperativo de vivir en una sociedad del rendimiento conduce a una paradoja: producir sin ser productivo. Cada vez más somos parte de la sociedad del dopaje, que permite a los individuos seguir rindiendo, y nunca parar. Seguimos construyendo una sociedad de la fatiga, un cansancio que aísla y que fragmenta. Si todos soñamos lo mismo, no tendremos la posibilidad física ni mental para alcanzar metas tan iguales. Estamos inmersos en un ruido incesante, que no calla, que no nos permite cansarnos, pero tampoco descansar. Eso provoca en nosotros una fatiga crónica. Siempre tenemos a nuestro alrededor estímulos, y eso impide un silencio necesario a nivel mental.

Nuestras vidas se reducen a tratar de ejercerlo todo, y seguir creyendo con gran vehemencia que todo lo podemos. Nos dañamos de una manera que nos agotamos. Y lo peor: la violencia de lo positivo no necesita hostilidad. No tiene que ser hostil para dañarnos. Prolifera en una sociedad permisiva, por eso es más difícil identificarla y verla. Han la denomina “invisible”. Se ha convertido en una ideología masiva, está en todas partes. Y no podemos escapar de ella. Nos sentimos culpables al no poder hacerlo. Instauramos en nuestra determinación que, aunque estemos deprimidos, debemos trabajar. Aunque estemos triste, debemos sonreír. Aunque estemos desvelados, debemos terminar nuestra rutina. Porque somos posibles de todo y nada a la vez. 

Referencias: Han, B. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona, España: Heder.

Lima, 29 de enero de 2020

@MediaLab UNMSM

«Comunicación» y nuevos perfiles profesionales

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Las tecnologías disruptivas y su impacto en el periodismo y comunicación obligan a asumir retos en el aprendizaje de nuevas técnicas para el procesamiento de datos e información. El conocimiento interdisciplinar se pone de manifiesto en la formación de nuevos perfiles profesionales.

El periodismo de datos es una muestra de ello, por lo que la inmersión hacia una cultura de datos debe estar precedida por una concienciación en el aprendizaje de aplicaciones de noticias, algoritmos o el tratamiento del Big data, elementos que configuran nuevos paradigmas entre los periodistas de los medios en Internet.

Con la revisión de textos, observación directa de aplicaciones seleccionadas y estudio de caso, se establecen unas conclusiones que encierran una creciente demanda en el conocimiento de nuevas técnicas. Ello se ha reflejado en el estudio titulado Algoritmos, aplicaciones y Big data, nuevos paradigmas en el proceso de comunicación y de enseñanza-aprendizaje del periodismo de datos. Los resultados arrojan el uso de recursos tecnológicos y la propuesta de cambios en la malla curricular de las facultades de comunicación.

Puedes revisar el estudio completo en: Revista de Comunicación [online]. 2018, vol.17, n.2, pp.268-291. ISSN 1684-0933.  http://dx.doi.org/10.26441/RC17.2-2018-A12.

Lima, 01 de marzo de 2020

TIC y desempeño docente con calidad

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Se analiza la relación entre el uso de Tecnologías de Información y Comunicación, TIC, y el desempeño docente con calidad en la Escuela Profesional de Comunicación Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima-Perú, universidad decana de América.

La población de estudio está conformada por 20 docentes ordinarios. Se trabajó con  este número por ser una muestra controlable y pequeña. Para conocer la confiabilidad del instrumento a aplicar se realizó una prueba piloto con cuatro docentes que no fueron considerados en la muestra y que presentan las mismas características y condiciones.

Los resultados indican que mientras mayor es el dominio de las TIC por parte de los docentes, mayor es la calidad de su desempeño docente en relación con los estudiantes y que aún hay diferencias sustantivas en cuanto al desarrollo de estrategias didácticas entre los docentes. En algunos casos los métodos, procedimientos, técnicas y actividades que emplean todavía no exploran significativamente los recursos digitales para incentivar la creación propia.

En conclusión, el uso de tecnologías de comunicación e información, TIC, fomenta el fortalecimiento de las capacidades pedagógicas y posibilita la creación, el despliegue de estrategias y la exploración de los gestores digitales por parte del docente. Contribuye además de manera significativa a mejorar la calidad de la comunicación, que es fundamental en el proceso enseñanza-aprendizaje.

Palabras clave: tecnología, información, comunicación, desempeño docente, calidad

ABSTRACT

This article analyzes the relationship between the use of information and communication technologies, ICT, and the quality of teaching performance in the Escuela Profesional de Comunicación Social at Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima-Perú. This is based on the correct use of information technology and communication, ICT; digital level is highly linked to teacher’s performance quality at the Escuela Académico Profesional de Comunicación Social at the Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

The study’s population is made up of 20 regular teachers. We worked with this number because it is a small and controllable sample. To ensure the reliability of the applied instrument, a pilot test with four teachers. Although not considered in the final sample, they shared same characteristics and conditions. The results indicate: the better teachers were able to master ITC, and those are the ones that teach better to students.

Nonetheless there are still substantial differences in teaching strategies among teachers: methods, procedures, techniques and activities by indicating that some of them do not explore the online resources of ICT to encourage their own creation. In conclusion, the use of communication technologies and information, ICT, allows strengthening pedagogical skills and enables creative skills. It also contributes to development strategies and new teaching methods by the teacher. It improves the quality of communication, which is critical to the teaching learning process in the Escuela Profesional de Comunicación Social at the Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima-Perú.

Key words: Technology, information, communication, teaching performance, quality

Escrito por: Jacqueline Oyarce Cruz ORCID/ Email / GoogleScholar

El texto completo puede ser leído aquí: http://cybertesis.unmsm.edu.pe/handle/cybertesis/4961

Lima, 31 de julio de 2020

CITBM

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El Centro de Investigaciones Tecnológicas, Biomédicas y Medioambientales, CITBM, desarrolla proyectos interdisciplinarios que son base de la transferencia de tecnología que realiza la UNMSM.

Conoce más acerca de la esencia del primer Centro de Excelencia del Perú en esta entrevista a su Director, Ejecutivo, el doctor Jorge Alarcón Villaverde realizada por Jacqueline Oyarce Cruz.
Grabación de audio: Renzo Rojas-Milagros Requena
Edición de sonido: Giacomo Casas Arteaga

https://soundcloud.com/medialabunmsm/que-es-un-centro-de-excelencia-citbm?in=medialabunmsm/sets/centro-de-excelencia-unmsm

Observatorio de Medios

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En los próximos días el Grupo de Investigación MediaLab UNMSM pone al alcance de todos su Observatorio de medios.

Se trata de una plataforma creada para monitorear y construir una agenda de temas publicados en los medios impresos y digitales, medidos a través de análisis discursivos y de contenido, a fin de que sirva de estudio para los docentes y estudiantes investigadores de pre y posgrado de las carreras de Comunicación y afines. Asimismo, Observatorio reúne investigaciones científicas y noticias sobre asuntos del ecosistema periodístico.

Es un proyecto gestado en el Laboratorio de Medios MediaLab UNMSM de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú.

El equipo a cargo del Observatorio de Medios está conformado por:

Lima, 01 de marzo de 2020