Texto y fotos: Xenia Martínez.
El panorama es sombrío. Desde 1900, el 64% de los humedales ha desaparecido de todo el planeta. En el Perú, hasta la actualidad no existe un registro exacto de cuántas hectáreas de humedales se han perdido.
“Antes, todo esto era humedal. Más de mil quinientas hectáreas, pero ahora solo esto queda”, comenta con resignación Arnoldo Huaches Chanta, guardaparque del Parque Ecológico Municipal Laguna El Mirador, ubicado en el distrito de Ventanilla, al Nor-Oeste de Lima y al norte del Callao.
En medio de este distrito, el Área de Conservación Regional (ACR) Humedales de Ventanilla representa un oasis que ha logrado sobrevivir a los efectos del crecimiento urbano. Aunque este sector de humedales se encuentra legalmente protegido, las amenazas cada vez son mayores, pues su zona de influencia directa está en desamparo.
Nos estamos quedando sin riñones
Los humedales son ecosistemas que funcionan como riñones para el planeta. Los pantanos, los manglares y las ciénagas son algunos de los ejemplos de este sistema ecológico. En el Perú, se estima que existen casi ocho mil hectáreas de humedales, sin embargo, no todas estas áreas cuentan con protección del Estado.
Los humedales purifican el agua subterránea proveniente de los ríos. En el caso de Ventanilla, este trabaja con las aguas residuales del río Chillón. Además, las plantas propias de estos ecosistemas retienen el carbono del aire, hecho fundamental para mitigar los efectos del calentamiento global. Su importancia no es muy conocida entre los ciudadanos o, lo que es peor, es despreciada por aquellos quienes ven dinero donde existe vida.
Christian Carazas, director de Diversidad Biológica del ACR Humedales de Ventanilla afirma que este ecosistema forma parte del corredor biológico de humedales costeros. Aves migratorias de todo el mundo realizan una parada obligatoria en este lugar, luego de recorrer varios kilómetros de vuelo. Para él, las amenazas principales son las invasiones y contaminación que las personas de los alrededores provocan sin reparo alguno. “Hay investigaciones que demuestran que cada humedal es un ecosistema único. Si desaparece uno, se perdería para siempre ese sistema de vida”, menciona el biólogo.
El ACR Humedales de Ventanilla cuenta con 275.45 hectáreas de extensión y, a diferencia de los Pantanos de Villa, este recinto no es administrado por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), sino por el Gobierno Regional del Callao. Esto quiere decir que su cuidado y mantenimiento son independientes de las acciones que SERNANP pueda desarrollar para el resto de las ANP y que el presupuesto depende exclusivamente del Gobierno Regional del Callao. Ahora bien, los humedales también son gestionados por la Municipalidad Distrital de Ventanilla, que vela por la zona conocida como ‘Laguna El Mirador’. Este espejo de agua no se encuentra protegido por el Estado puesto que es propiedad privada perteneciente a la familia Zunino.
“Ellos han avanzado hasta donde han podido, más ya no les permitiremos seguir”, afirma Oscar Quincho, gerente del Sistema de Servicios a la Ciudad y Gestión Ambiental. “Así deseen construir, no podrán, porque necesitan un permiso para hacerlo y la Municipalidad no se los dará. Ellos saben que tienen un tope” indica, con un malestar notorio, Quincho quien precisa además que los múltiples intentos para que la propiedad pase a la Municipalidad fracasaron.
Haber pasado de más de 1500 hectáreas de humedal a casi 300 es dramático, más aún porque las posibilidades de reducción y pérdida están en aumento. Las zonas de amortiguamiento o de influencia no pertenecen al Área de Conservación Regional y, por ende, no cuentan con la debida protección legal. Las primeras invasiones en los alrededores de los humedales llegaron en 1980, antes de la creación del ACR en el 2006. Dentro de él, incluso, se encuentran los asentamientos humanos Valle Verde y la Cooperativa de vivienda Apurímac, y muy junto a la delimitación de la zona protegida se halla el A.H. Defensores de la Patria.
Asentamiento Humano «Valle Verde». Foto: Xenia Martínez
Se estima que un promedio de 16 492 habitantes ocupa la zona de influencia del Área de Conservación Regional. Los vecinos de este lugar no cuentan con el servicio de agua potable. Por ello, la mayoría accede a la red pública por pilones y, ocasionalmente, por camiones cisterna. Tampoco cuentan con el sistema de alcantarillado, ni desagüe; así que, es muy probable que las aguas residuales producidas por estas poblaciones vayan directamente al humedal.
Desde los primeros procesos de urbanización hasta la actualidad se han destruido 78 hectáreas de humedal en el sector. Los picos más altos de esta pérdida se dan entre 1990 y 1997, donde se eliminaron más de 30 ha de vegetación. Por otro lado, pese a que en el 2006 los humedales ya eran un Área de Conservación Regional, desde ese año hasta el 2009, se perdieron más de 16 hectáreas. Esto fue producto de la invasión territorial y a los efectos negativos de esta, como los incendios y destrucción del ecosistema por los desmontes y otros desechos.
Pero eso no es todo. En el 2016, un incendio dañó aproximadamente 4 hectáreas del Parque Ecológico El Mirador. Según las autoridades del Gobierno Regional del Callao, el siniestro habría sido provocado por los traficantes de terrenos, pues se encontraron mecheros y botellas en varios puntos del humedal. El fuego duró 3 días, ya que era reavivado durante las noches por personas inescrupulosas.
El Mirador está cercado por vallas de madera y alambres que aíslan el espejo de agua del bullicio y caos de la ciudad. Dentro de este parque ecológico podemos encontrar aves como el flamenco y patos con el pico azul. La tranquilidad dura solo minutos, pues los ruidos externos interrumpen la paz en el oasis de 22 hectáreas.
“Es un hecho que los ruidos de los carros que pasan afectan el ecosistema y la tranquilidad de las especies que habitan aquí”, comenta Andrés Ticona, guardaparque del ACR. “Hace poco hemos registrado el sobrevuelo de helicópteros sobre la zona del humedal, cuando eso no está permitido. El Gobierno Regional del Callao les ha dado el permiso, pero nosotros hemos realizado el informe para que se analice la situación”, precisa.
La empresa se defiende e indica que solo la superficie terrestre es un área protegida y que por eso pueden hacer las pruebas de aviación en el aire. Sin embargo, todo lo que pasa en el perímetro aéreo también influye en el humedal. “Supuestamente, en la zona de influencia no debería haber nada. Pero ya ves que hay hasta un asentamiento humano dentro de los humedales. Todo eso estaba mucho antes de que nosotros llegáramos” aclara Quincho.
Según las cifras del INEI, al 2015, Ventanilla contaba con 372 899 habitantes. Su crecimiento urbano ha llegado a tal punto que ha dividido a los humedales en dos sectores, el ACR y el Parque Ecológico El Mirador. La avenida La Playa y el asentamiento humano Defensores de la Patria son la viva muestra de que los humedales han perdido la batalla contra los humanos.
Asentamientos Humanos en Ventanilla. Foto: Xenia Martínez
Desamparo
Los humedales han existido mucho antes de que se creara el distrito de Ventanilla, como bien recuerda el director de Diversidad Biológica del ACR Humedales de Ventanilla, Christian Carazas: «en la época colonial, los piratas escondían sus botines en unas cuevas cerca a la playa conocidas como ‘ventanillas’. Estas cuevas tienen formas de ventanas y se comenzó a conocer el lugar como la ‘playa de las ventanillas’, de ahí el nombre del distrito”, señala.
Resulta irónico que el elemento representativo que haya dado el nombre a este lugar sea olvidado y destruido por sus habitantes actualmente. El desconocimiento es tal, que los informes indican que muchos vecinos consideran a los humedales una molestia, pues tienen que lidiar con los insectos que habitan en el perímetro.
El proceso de creación del ACR no ha sido fácil. Las primeras acciones iniciaron en 1995, dentro del Plan Urbano Director de la Provincia Constitucional del Callao, pero no fue hasta el 20 de diciembre del 2006 que se declaró el establecimiento del Área de Conservación Regional – Humedales de Ventanilla. Sin embargo, dentro del decreto supremo, no incluyeron el área de amortiguamiento.
La zona de amortiguamiento es un sector periférico al ACR que está delimitado imaginariamente. Funciona como una advertencia, ya que todo lo que se realice en dicha área afectará al humedal. En teoría, debería ser intangible, pero la realidad es distinta.
Por otro lado, la desorganización entre las instituciones encargadas de ver estos temas hace que exista un vacío que impide la implementación de políticas adecuadas. “La norma no es clara. Ha habido debates y reuniones para definir la extensión exacta que debería tener un área de amortiguamiento o de lo que esto significa, pero no hay un consenso hasta la actualidad”, menciona Quincho.
Las amenazas para los humedales son constantes. Año tras año, se frustran intentos de invasión en las zonas de amortiguamiento. Los traficantes de terrenos aprovechan las fechas festivas para invadir y lotizar el área para luego venderlos.
“Hay invasores profesionales. Hay que decirlo. Ellos cuentan con un equipo de abogados, quienes aprovechan los vacíos legales que existen para poder salirse con las suya”, agrega Quincho, con una perceptible molestia.
Según la Ley 30230, la policía puede desalojar antes de las 24 horas a ocupantes ilegales de terrenos del Estado y en un plazo de 15 días cuando se trata de una propiedad privada. Allí la principal traba legal que afecta a los humedales, puesto que la Municipalidad debe ser muy rápida para proteger las zonas de influencia.
En el proceso de invasión, los habitantes llenan el área con desmonte hasta tapar por completo el suelo pantanoso y tener una superficie sólida. Luego, proceden a la instalación de viviendas con materiales rústicos como madera y plástico. Prácticamente, viven sobre las aguas.
“La zona donde ellos están viviendo es de alto riesgo. El día que ocurra un temblor, las viviendas van a caer. Claro, porque 40 centímetros debajo de ellos, hay agua”, sentencia el representante de la Municipalidad de Ventanilla.
Pese a ello, las personas no piensan salir del lugar, especialmente, porque ya cuentan con los títulos de propiedad concedidos por el Gobierno Regional del Callao. Aunque el ACR ha realizado diversas gestiones para convencerlos de abandonar el lugar, solo algunos habitantes accedieron al pedido y se trasladaron al A.H Defensores de la Patria. El proceso no tuvo éxito pues se trataba de una re-ubicación voluntaria.
Por otro lado, dos de los problemas que más afectan a los humedales son la contaminación a causa de los desmontes de basura y las aguas servidas, provenientes de los asentamientos humanos de los alrededores.
Las aguas de los humedales de Ventanilla están contaminadas. Al menos, las que se encuentran muy cerca de Valle Verde y Apurímac, debido al constante contacto con los perros callejeros y los humanos. En ella, se han encontrado bacterias e indicios de residuos fecales. Se cree que parte de estos restos son generados por los animales que entran al ACR y también por las conexiones ilegales de desagüe.
Por su parte, Christian Carazas comenta que los vecinos residentes dentro del ACR no tienen conciencia de lo que su estancia allí significa. Incluso, en el verano, se bañan en los humedales. “Es algo paradójico porque prácticamente se bañan en el agua que contaminan”, indica. Pero, al margen de ello, las especies de peces que habitan allí son las más afectadas.
“Las aves son las que más peligro corren, porque los perros de los vecinos suelen matar a los polluelos o destruir los nidos de estas. Actualmente, tenemos a 3 especies de aves en peligro”, comenta Carazas, mientras nos muestra las fotos del nacimiento de un patito colorado en el ACR.
El Gobierno Regional del Callao ha intentado colocar un cerco vivo a base de vegetación, pero fue destruida por los vecinos. Además, el ACR cuenta con solo 5 guardaparques, 4 vigilantes y 9 brigadistas, quienes se han enfrentado, en varias ocasiones, a los vecinos y su mal accionar. «De hecho que muchos se incomodan cuando les dices que no pueden meterse al agua o que no pueden estar en esa zona. Te insultan, te amenazan o, simplemente, no te hacen caso”, menciona Andrés, guardaparque del ACR.
¿Se trata de una actitud propia solamente de los ciudadanos de Ventanilla? Lamentablemente, no. “La priorización de lo económico frente a la naturaleza está en el chip de la mayoría de peruanos. Cambiar ese chip es todo un reto”, concluye Oscar Quincho.
No todo está perdido
Pese a la indiferencia de muchos habitantes de del distrito, el ACR viene implementando programas gratuitos de educación ambiental y talleres vivenciales en los humedales de Ventanilla.“Hay un grupo de gente a la que sí le interesa el medio ambiente y quiere protegerlo. No todos entran en el mismo saco”, dice Christian Carazas al comentar sobre las exitosas jornadas educativas realizadas a los niños de los AA. HH. Valle Verde y Defensores de la Patria. «Se les enseña sobre la flora y fauna del humedal, sobre la importancia de preservar ecosistemas como este. Claro, esta es una propuesta a largo aliento. Probablemente nosotros no lleguemos a ver sus resultados, pero la iniciativa está”, agrega.
Además, existen grupos voluntarios como ‘Cuidemos a los Humedales de Ventanilla’, quienes realizan jornadas de limpieza e invitan a la población a participar como parte de su estrategia sensibilizadora. Asimismo, realizan talleres de sensibilización en los colegios del distrito. Asi también dentro de los AA. HH. colindantes al ACR se han formado brigadas sensibilizadoras integradas y promovidas por los propios vecinos. Aunque aún son proyectos pilotos, la iniciativa es muy importante en tiempos donde la urbanización prioriza sobre la naturaleza.
Estamos frente a un monstruo de crecimiento poblacional que no tiene reparos con destruir lo que encuentra a su paso. Especialmente si no tiene el amparo del Estado. Si bien es cierto, los humedales de Ventanilla pertenecen a ese suertudo grupo que cuenta con protección, esto no es suficiente. Si sus zonas de amortiguamiento siguen recibiendo el impacto negativo, entonces poco a poco la vegetación de humedal desaparecerá y terminará siendo inservible por la contaminación. Si esto pasa, más de 121 especies de aves perderían su lugar de reposo, y, lo que es peor, no podría ser reemplazado, puesto que cada humedal es un ecosistema único.
Está en cada uno de nosotros preocuparnos por preservar a los riñones del planeta. Asegurar el futuro de nuestra descendencia no solo recae en temas económicos o educativos. En realidad, si no se cultiva un ambiente saludable donde vivir, no habrá futuro.
Reportaje elaborado por Xenia Martínez
Miembro de Media Lab UNMSM
Email: xenia.martinez@unmsm.edu.pe