La temática de su pintura cambió de rumbo o más bien tomó mayor relevancia como describe Lucía Slater. Empezó pintando las sesiones de quimioterapia, de inyecciones. Veía en la aguja el color escarlata característico de la sangre y pintaba. Sus acciones reflejaban una actitud que era capaz de romper los atajos que le había ocasionado la enfermedad. La artista encontró en la pintura una fuente de vida. Y tan a su estilo, tal como el ave Fénix que resurgió de las cenizas, Lucía decidió comprimir todo el dolor y plasmarlos en distintos grabados que se exhibieron en las paredes del hospital. “Cuando las personas veían las pinturas se sentían identificados, ese era mi propósito”. Lucía comprendió que su vida se acabaría en el instante que dejase de pintar.
Lee la entrevista completa realizada por Elizabeth Condori, Natali Conde y Yessenia Coronel en Atavist