Por Jefferson Liñan Aponte
Se ha vuelto frecuente observar tranqueras y rejas por distintas zonas del distrito de Carabayllo, que lo han convertido literalmente en una cárcel. Uno de estos casos, es el del sector de Camino Real. Los vecinos que residen en la Asociación de Vivienda Nicanor Arteaga, han optado por usarlas en vista del alto número de asaltos y robos que hay por las noches.
Según la Encuesta Lima Cómo Vamos 2011, “un 45.9 % de los ciudadanos aseguró que los vecinos tienen derecho a poner rejas y tranqueras en sus calles y parques por motivos de seguridad”. Sin embargo, dicha apreciación no mide las consecuencias que producen ese tipo de mecanismo cuando existen sectores con gran afluencia de público como la de Camino Real, que cuenta con alrededor de 500 familias, las mismas que no pueden acceder con la facilidad del caso a las avenidas Túpac Amaru y Universitaria.
Al respecto, Mario Rodríguez Fernández, vecino de la citada asociación, declaró que por las tranqueras es que la seguridad dentro de la zona se estabilizó, pero que su barrio se convirtió en un tipo de cárcel. “Son buenas las tranqueras, hasta que me limitan el poder andar libre a todas horas y me hacen sentir encarcelado”, señaló.
La junta directiva de Nicanor Arteaga no planteó posibles soluciones sobre el caso, dado que se desintegró por problemas administrativos. Ante ello surge otro inconveniente, y es que el uso de tranqueras, según la ordenanza municipal 690, debe seguir un proceso de renovación de permisos cada dos años así como la contratación de un encargado para su cuidado.
“La directiva del barrio se desintegró hace casi cuatro años, y ya no se ha tramitado nada desde entonces”, indicó Alberto Liñan, exvocal de la junta. Agregó que en ningún momento se contrató personal para las tranqueras por el gasto que conllevaba y la falta de apoyo de los mismos vecinos.