Mozart fue un niño prodigio, pero también fue una niña prodigio

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El mundo se construye con historias, la música es, en esta ocasión, el lenguaje para contarla.

La cuarta edición de Mi primer concierto: Mozart y las chicas rebeldes se realizó el domingo 02 de septiembre en el Gran Teatro Nacional (GTN). Estuvieron a cargo Ana Hernández, actriz y pedagoga española, quien es parte ya de la familia del GTN y la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario, OSNJB, dirigida por el maestro Pablo Sabat. Los asistentes realizamos un viaje imaginario por la literatura y las artes plásticas enlazadas con piezas sinfónicas.

La parte inicial de la función contó con la presentación de la propia actriz del espectáculo, la orquesta, el director, y como novedad la presencia de cuatro cantantes líricas, que aparecieron en escena vestidas de negro y que fueron presentadas como artistas. Era imposible dejar de lado el contexto social del personaje a quien recordaríamos luego en las piezas musicales a través de los personajes la condesa, Susanna, Barbarina y Dorabella.

Afirmamos que Mozart fue un niño prodigio, pero también una niña prodigio porque recordamos que en la segunda mitad del siglo XVIII, vivieron en Austria, Maria Anna Mozart y su hermano Wolfgang Amadeus Mozart, ambos pianistas y con un talento increíble. A la niña la casaron a la fuerza para mantener su reputación y la de su familia. Al niño, la historia lo recordaría como un genio creador y como una figura musical eterna.

En el mundo de la ópera por lo general las mujeres cuentan con un papel en concreto: están ligadas al hombre. Pero aquí, estas chicas, hartas de los mismos papeles, quisieron contar sus propias historias, en las que ellas eran las protagonistas. La personalidad de cada una fue bien establecida y era  coherente al cuento, con colores determinados para diferenciarlas y hacer más dinámica la historia y su intención. Acercándose al final apareció otra artista en escena La reina de la noche, personaje colorido y de personalidad fuerte quién dio el desenlace de la historia, dejando un mensaje al resto de las chicas rebeldes y sobretodo al público que estaba maravillado.

Ana Hernández creó el cuento, teniendo en cuenta a estos personajes de la historia original y adaptándolas para el mensaje que se quiere transmitir: que debemos decir lo que pensemos respetando a los demás, llorar cuando tengamos ganas de hacerlo, que todos cumplan sus sueños, sin importar las adversidades o lo que quieran imponer sobre cada uno, siguiendo los anhelos seremos libres.

Como ya es sabido, Mi Primer Concierto, mediante una dinámica diferente y enfocada directamente a los públicos diversos que asisten al teatro, tiene como intención el acercamiento a un concierto sinfónico, a despertarles el gusto y a tratarlos como lo que son: públicos; presentando las partes del concierto, a la orquesta con sus respectivos instrumentos y director, lograr el acercamiento y la familiarización de los no acostumbrados, mediante un cuento de trama sencilla que resuene en los niños, pero que no pierda la esencia del concierto como tal, pero sobre todo tiene como un fin el aprender a escuchar y disfrutar, porque de eso se trata.

Ana Hernández señala que: “la música sinfónica está en todo, inconscientemente vivimos con ella. En este tipo de concierto importa más la experiencia y la calidad al número de butacas llenas” Todos fuimos parte de esa gran experiencia, aprendimos lo esencial de un concierto, a escuchar y dejarse llevar, que no existe edad ni límites para jugar, llorar o seguir nuestros sueños.

Andrei Hidalgo Soria

Andrei.hidalgo@unmsm.edu.pe / Andrei.sebas.015@gmail.com

Fotografia: cortesía Gran Teatro Nacional

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