En la selva acaba de nacer el elefantito Babar.
Al poco tiempo un cazador mata a su madre
y Babar tiene que ponerse a salvo en la ciudad.
[…] un día con sus primos Celeste y Arthur
volverá al gran bosque a ser coronado
rey de los elefantes.
Jean de Brunhoff
La última llamada para entrar al teatro ha sonado, pero parece que nadie la ha escuchado. Se escuchan voces muy agudas, risas juguetonas y preguntas curiosas. El silencio entre las butacas parece imposible. Miro alrededor tratando de entender cómo un lugar tan silencioso, hoy se ve y escucha lleno de vida; la respuesta es sencilla: en ésta función los principales invitados son los niños.
Dibújame una música. Historia de Babar y otros relatos, es una función didáctica e interactiva que invita a los niños a convertirse —poco a poco— en los protagonistas. Este cuento fue escrito por el francés Jean de Brunhoff en el año 1931, y en 1940, el compositor Francis Poulenc —a pedido de sus sobrinos— crea una pieza musical en piano que acompaña las aventuras del pequeño elefante. A partir de ese momento la usualmente llamada “música clásica” se encuentra vinculada al cuento, tratando de demostrar con ello que el público infantil también puede ser conocedor de ella.
Lo didáctico de esta puesta en escena es que la historia del pequeño elefante que se convierte en rey es contada de tres formas distintas al mismo tiempo mediante el dibujo, la música y el cuento. A partir de ello, Federico Mozzi, ilustrador de la Historia de Babar, manifiesta que “en Babar un poco lo que sucede es que el dibujo va al compás de la música y la música va al compás del dibujo hasta que son una misma cosa, dos recursos de dos artes distintas al servicio de la narrativa”. Dos artistas más son los encargados de contarnos la historia de este pequeño elefante: Damien Luce, un compositor y pianista francés, y Franklin Chávez, un narrador peruano. Así, los tres integran el dibujo, la música y la narración respectivamente.
Muchas veces los niños dicen que la “música clásica” es aburrida y que es para adultos, pero reflexionemos un poco… ¿qué tan cierto puede ser eso?, ¿cómo ellos pueden saberlo sin haber experimentado disfrutarla? Estas preguntas se esclarecen una vez empezada la función. Todos se encuentran atentos a cada trazo y melodía que se ejecuta. De pronto Franklin Chávez nos cuenta un poco más de la historia. El público reacciona de inmediato… han quedado atrapados en el relato. En la segunda parte los protagonistas son los niños, quienes dibujan sobre el escenario mientras Damien toca las piezas musicales de Maurice Ravel que sirven de inspiración para cada uno de los dibujos que se crean.
Permitamos que los niños conozcan más allá de los dibujos animados convencionales con canciones infantiles. Dejemos que usen su imaginación y descubran su creatividad mediante la estimulación auditiva. Ellos nos demuestran que están para aprender, conocer y disfrutar del arte, para convertirse en creadores y protagonistas de sus propios relatos. Solo se necesita un papel, crayolas y alguna pieza musical para que nos presenten sus propias historias.
Por Alejandra León Padilla
alejandra.leon@unmsm.edu.pe
Fotografía: Gran Teatro Nacional