viernes, 7 febrero 2025
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Una emoción más

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La Orquesta Sinfónica Nacional del Perú (OSN) regresa al escenario del Gran Teatro Nacional (GTN) con un nuevo espectáculo, que rinde homenaje al compositor y organista austriaco, Anton Bruckner.

Con el estreno, en nuestro país, de Tres canciones de Brindisi  con la participación de la violinista española Leticia Moreno y la soprano peruana María del Carmen Rondón, la OSN bajo la batuta del director canadiense Julian Kuerti expone ante su público la Séptima Sinfonía de Bruckner, un adecuado trabajo que continúa con las actividades de su 80 aniversario.  La pieza que fuera escrita por el compositor clásico peruano Aurelio Tello, forma parte del libro del poeta mexicano Fernando Ruiz Granados.

Lo más llamativo de esta composición es que no sigue una estructura común en la que la voz se funda con los demás elementos musicales sino todo lo contrario. A pesar de la importancia de su presentación, hubo momentos en que la voz era opacada por la propia OSN, una situación que dio como resultado una especie de discusión entre la soprano y los instrumentos. Lejos de este pequeño inconveniente, la pieza estuvo dotada de grandeza, que fue aplaudida por el mismo autor que se encontraba entre el público.

El programa continuó con Concierto para violín  del compositor Aram Khachaturian. Se trata de  una pieza creada en el año 1940 y que fue dedicado al artista  David Oistrakh. Esta obra recopila la gran influencia del folclore armenio que poseía Khachaturian y mediante ella se exhibe la destreza del solista, en este caso, la violinista Leticia Moreno, ya que contiene distintos estilos que provocan en el espectador múltiples emociones como la calma y al mismo tiempo puede transportar  a una atmósfera llena de misterio y siniestro con los tonos graves que presenta, sobretodo en algunos lapsos de Andante sostenutto.

Algo que dejó a más de uno asombrado fue la intensidad con la que la artista invitada vivió el concierto y esto se pudo apreciar en su expresiòn corporal ademàs de su interpretaciòn. A veces fuerte; en otros momentos, suave pero siempre siguiendo el ritmo de la melodìa. Además, la OSN la sorprendió con un caluroso ¡feliz cumpleaños! Qué mejor manera de festejar un año más de vida dando lo mejor de su arte al público. Sin duda, un hecho emotivo durante la velada.

Con la misma energía, cierra el espectáculo la obra del compositor austriaco: la Séptima  Sinfonía de Bruckner. Fue hecha para el rey Luis II de Baviera en el año 1884 con la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig y los fondos recaudados en su concierto de estreno fueron destinados a la creación de un monumento a Richard Wagner, a quien Bruckner admiró mucho. En realidad, el segundo movimiento de su sinfonía, Adagio, está dedicada  a Wagner, por ello, se le considera como el núcleo expresivo de toda la obra. Este movimiento tiene su influencia, es más melancólico como anticipando la muerte del “maestro de los maestros” como Bruckner lo consideraba.

En general, esta sinfonía presenta melodías prolongadas, algunas envolventes y otras  fluidas que nos llevan a la quietud y nos recuerda que posee grandeza. Parecía un estado de tranquilidad como si alguien paseara por el campo, además  nos brindaban melodías cargadas de emoción y solemnidad.

Aquella noche, la música nos reforzó algo que ya habíamos aprendido: puede hacerte vivir mil y un emociones en un pequeño instante. Puedes sentirte calmado, preocupado o confundido pero al final de la velada, recordarás más la sensación de haber vivido plenamente cada nota musical y eso es lo más grato del trabajo de la OSN, encuentras belleza en la música que no necesariamente es propia del país, pero que es importante conocer para, poco a poco, ir sensibilizando al ser humano.

Por Silvia Andrea Cáceres Huamaní

silvia.caceres1@unmsm.edu.pe

Fotografía.- Yesenia Coronel

 

 

Música clásica para imaginar

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En la selva acaba de nacer el elefantito Babar.

Al poco tiempo un cazador mata a su madre

y Babar tiene que ponerse a salvo en la ciudad.

[…] un día con sus primos Celeste y Arthur

volverá al gran bosque a ser coronado

rey de los elefantes.

Jean de Brunhoff

La última llamada para entrar al teatro ha sonado, pero parece que nadie la ha escuchado. Se escuchan voces muy agudas, risas juguetonas y preguntas curiosas. El silencio entre las butacas parece imposible. Miro alrededor tratando de entender cómo un lugar tan silencioso, hoy se ve y escucha lleno de vida; la respuesta es sencilla: en ésta función los principales invitados son los niños.

Dibújame una música. Historia de Babar y otros relatos, es una función didáctica e interactiva que invita a los niños a convertirse —poco a poco— en los protagonistas. Este cuento fue escrito por el francés Jean de Brunhoff en el año 1931, y en 1940, el  compositor Francis Poulenc —a pedido de sus sobrinos— crea una pieza musical en piano que acompaña las aventuras del pequeño elefante. A partir de ese momento la usualmente llamada “música clásica” se encuentra vinculada al cuento, tratando de demostrar con ello que el público infantil también puede ser conocedor de ella.

Lo didáctico de esta puesta en escena es que la historia del pequeño elefante que se convierte en rey es contada de tres formas distintas al mismo tiempo mediante el dibujo, la música y el cuento. A partir de ello, Federico Mozzi, ilustrador de la Historia de Babar, manifiesta que “en Babar un poco lo que sucede es que el dibujo va al compás de la música y la música va al compás del dibujo hasta que son una misma cosa, dos recursos de dos artes distintas al servicio de la narrativa”. Dos artistas más son los encargados de contarnos la historia de este pequeño elefante: Damien Luce, un compositor y pianista francés, y Franklin Chávez, un narrador peruano. Así, los tres integran el dibujo, la música y la narración respectivamente.

Muchas veces los niños dicen que la “música clásica” es aburrida y que es para adultos, pero reflexionemos un poco… ¿qué tan cierto puede ser eso?, ¿cómo ellos pueden saberlo sin haber experimentado disfrutarla? Estas preguntas se esclarecen una vez empezada la función. Todos se encuentran atentos a cada trazo y melodía que se ejecuta. De pronto Franklin Chávez nos cuenta un poco más de la historia. El público reacciona de inmediato… han quedado atrapados en el relato. En la segunda parte los protagonistas son los niños, quienes dibujan sobre el escenario mientras Damien toca las piezas musicales de Maurice Ravel que sirven de inspiración para cada uno de los dibujos que se crean.

Permitamos que los niños conozcan más allá de los dibujos animados convencionales con canciones infantiles. Dejemos que usen su imaginación y descubran su creatividad mediante la estimulación auditiva. Ellos nos demuestran que están para aprender, conocer y disfrutar del arte, para convertirse en creadores y protagonistas de sus propios relatos. Solo se necesita un papel, crayolas y  alguna pieza musical para que nos presenten sus propias historias.

Por Alejandra León Padilla

alejandra.leon@unmsm.edu.pe

Fotografía: Gran Teatro Nacional

 

Mozart fue un niño prodigio, pero también fue una niña prodigio

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El mundo se construye con historias, la música es, en esta ocasión, el lenguaje para contarla.

La cuarta edición de Mi primer concierto: Mozart y las chicas rebeldes se realizó el domingo 02 de septiembre en el Gran Teatro Nacional (GTN). Estuvieron a cargo Ana Hernández, actriz y pedagoga española, quien es parte ya de la familia del GTN y la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario, OSNJB, dirigida por el maestro Pablo Sabat. Los asistentes realizamos un viaje imaginario por la literatura y las artes plásticas enlazadas con piezas sinfónicas.

La parte inicial de la función contó con la presentación de la propia actriz del espectáculo, la orquesta, el director, y como novedad la presencia de cuatro cantantes líricas, que aparecieron en escena vestidas de negro y que fueron presentadas como artistas. Era imposible dejar de lado el contexto social del personaje a quien recordaríamos luego en las piezas musicales a través de los personajes la condesa, Susanna, Barbarina y Dorabella.

Afirmamos que Mozart fue un niño prodigio, pero también una niña prodigio porque recordamos que en la segunda mitad del siglo XVIII, vivieron en Austria, Maria Anna Mozart y su hermano Wolfgang Amadeus Mozart, ambos pianistas y con un talento increíble. A la niña la casaron a la fuerza para mantener su reputación y la de su familia. Al niño, la historia lo recordaría como un genio creador y como una figura musical eterna.

En el mundo de la ópera por lo general las mujeres cuentan con un papel en concreto: están ligadas al hombre. Pero aquí, estas chicas, hartas de los mismos papeles, quisieron contar sus propias historias, en las que ellas eran las protagonistas. La personalidad de cada una fue bien establecida y era  coherente al cuento, con colores determinados para diferenciarlas y hacer más dinámica la historia y su intención. Acercándose al final apareció otra artista en escena La reina de la noche, personaje colorido y de personalidad fuerte quién dio el desenlace de la historia, dejando un mensaje al resto de las chicas rebeldes y sobretodo al público que estaba maravillado.

Ana Hernández creó el cuento, teniendo en cuenta a estos personajes de la historia original y adaptándolas para el mensaje que se quiere transmitir: que debemos decir lo que pensemos respetando a los demás, llorar cuando tengamos ganas de hacerlo, que todos cumplan sus sueños, sin importar las adversidades o lo que quieran imponer sobre cada uno, siguiendo los anhelos seremos libres.

Como ya es sabido, Mi Primer Concierto, mediante una dinámica diferente y enfocada directamente a los públicos diversos que asisten al teatro, tiene como intención el acercamiento a un concierto sinfónico, a despertarles el gusto y a tratarlos como lo que son: públicos; presentando las partes del concierto, a la orquesta con sus respectivos instrumentos y director, lograr el acercamiento y la familiarización de los no acostumbrados, mediante un cuento de trama sencilla que resuene en los niños, pero que no pierda la esencia del concierto como tal, pero sobre todo tiene como un fin el aprender a escuchar y disfrutar, porque de eso se trata.

Ana Hernández señala que: “la música sinfónica está en todo, inconscientemente vivimos con ella. En este tipo de concierto importa más la experiencia y la calidad al número de butacas llenas” Todos fuimos parte de esa gran experiencia, aprendimos lo esencial de un concierto, a escuchar y dejarse llevar, que no existe edad ni límites para jugar, llorar o seguir nuestros sueños.

Andrei Hidalgo Soria

Andrei.hidalgo@unmsm.edu.pe / Andrei.sebas.015@gmail.com

Fotografia: cortesía Gran Teatro Nacional

El cultivo de la música desde la infancia.

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Cantos del Ande fue un espectáculo que nos dejó  más de una enseñanza y algunas preocupaciones, entre ellas la necesidad de volver a contar con cursos de música en los colegios. El Club de Jóvenes críticos realizó una entrevista a la directora del Coro Nacional de Niños, Mónica Canales, para conocer de cerca la dinámica del coro y  también la forma como cultiva a los pequeños representantes de la cultura nacional, quienes, además, llegan al coro motivados por sus propios pares y atraídos por un lenguaje universal: la música.

Maricielo Perez.- ¿Cuál fue su perspectiva  al trabajar con los niños en Cantos del Ande y qué lo diferencia a otras presentaciones?

Monica Canales.- Para nosotros ha sido un trabajo muy importante porque significa vincular a los niños con su propia música, lo cual no es muy frecuente ya que no necesariamente todos escuchan la música peruana o conocen los diferentes géneros del Perú. Nosotros teníamos un repertorio que hacemos normalmente en fiestas patrias, pero  era insuficiente como para hacer esta vinculación y así surgió la idea de hacer Cantos del Ande. El primer año para ellos fue todo un descubrir ya que empezaron a escuchar temas de artistas como Max Castro o  Pelo d’ Ambrosio, que han cantado con nosotros. Comenzaron a vincularse con ella, a disfrutar de esa música que es suya y así mismo hacerla propia y parte del repertorio que escuchan. Esto ha sido, como se dice en términos musicales, un «in crescendo» porque para ellos era como un «síííí cantar huaynos…» y ahora es natural, es bonito cantar la música de los Andes. Es un logro a nivel interno del elenco, pero también a nivel de difusión porque tenemos un espacio tan grande como el Gran Teatro Nacional para nuestra música como protagonista.

Claudia Rojas.- ¿Qué intenta transmitir a las personas con los niños cantando? ¿Por qué no una persona adulta?

Monica Canales.- Siempre hay un sentimiento muy particular con los niños, ¿no? Ellos probablemente salen a un escenario y todavía no han cantado, pero la gente ya está aplaudiendo y se está vinculando a ellos;  los niños tienen ese poder esa magia de atraer al público, tal vez puede hacerse un concierto de esta naturaleza con todo tipo de artistas, pero el hacerlo con ellos nos da un plus de acercamiento por el hecho de ser niños, pero también hay una segunda aproximación  a través del repertorio. Creo que es un valor añadido trabajar el repertorio con ellos.

Claudia Rojas.- ¿Qué complicaciones encontró al trabajar con niños?

Monica Canales.- Nosotros, por lo general, recibimos niños entre seis y ocho años. Hacemos que ingresen a los espectáculos poco a poco. Si bien ellos no cantan las dieciséis canciones, en esta oportunidad cantarán tres; y así, ellos van integrándose a las diversas actividades en el teatro o también dentro de otros conciertos. Es difícil porque si bien todos son niños, la poca diferencia de edad nos pone ese límite, y esa dificultad de tener que hacer que se interesen, pero cada fin es distinto: una cosa es hacer interesar a un niño de seis años y  otra, a niños de quinto. Para ello existen otras motivaciones, que se realizan con el staff que tenemos del maestro. Lamentablemente no contamos con un sistema escolarizado, que quisiéramos tener en un futuro, que nos permitiría funcionar de tal manera que los niños salieran leyendo perfectamente la música. Eso tendría que exigirnos pasar más de cinco horas en el estudio, pero el régimen de clases y la lejanía del lugar de donde vienen como Ventanilla, Carabayllo, San Juan de Lurigancho, y también en las zonas del Sur, Villa María del Triunfo hace que sea complicado. Hacerlos venir, cinco veces por semana, sería demasiado, entonces nuestro régimen con ellos son tres veces por semana. Además tenemos una gran cantidad de repertorio, presentamos este proyecto y en dos semanas tendremos uno nuevo. El repertorio va variando, pero intentamos ir dándole pautas de lectura musical; es decir, la partitura nos sirve para reconocer tales figuras rítmicas y patrones melódicos. Nosotros hacemos del ensayo una clase y así intentamos cubrir las necesidades.

Claudia Rojas.- ¿Cuáles son las motivaciones para los niños y qué papel tiene la familia?

Mónica Canales.- Para los padres es sumamente importante poder ver que sus niños tienen este tipo de oportunidades. No cualquier niño se presenta a una corta edad en las funciones y realizan repertorios en el Gran Teatro Nacional (GTN) con los músicos y artistas. Creo que ese proceso de enriquecimiento de los niños es lo que motiva a los padres. A la vez, es el primer gancho que los vincula con nosotros, los maestros. Los padres sienten orgullo y una motivación extra al tener presente que sus niños son parte del Coro Nacional de Niños (CNN). Por tanto, el orgullo está en que son ellos quienes representan al país. No solamente está el hecho de presentarnos en salas tan importantes como el GTN, la Catedral de Lima o el Palacio de Gobierno. Podemos contar todos los espacios en donde el CNN se ha presentado, y a la vez narrar las experiencias que tenemos en las giras artísticas a nivel nacional e internacional sobre todo con los más grandes. ¡Es una motivación adicional para los niños y también para los padres!

Claudia Rojas.- ¿Cómo es el proceso de selección para los niños que desean pertenecer al CNN?

Mónica Canales.- Muchos de los niños que tenemos son pequeños que han venido al teatro y han dicho: «Yo quiero estar ahí». Créeme que la historia se repite. Y sus padres luego de la presentación han tratado de averiguar cuál es la forma de admisión. Para ello, realizamos dos veces al año el proceso de selección de acuerdo al número de vacantes que se va generando. Cada vez son menos el número de vacantes; por ello  hay un mayor nivel de competencia debido a que contamos con cupos limitados. Tenemos un máximo de 120 niños, no podemos atender más por cuestiones pedagógicas. Imaginemos que se nos presenta unas ocho o diez vacantes y tenemos más de 100 niños. De ahí que la selección es sumamente rigurosa:  ¡Es como ingresar a la universidad! En consecuencias, es un triunfo para cada familia  ver que sus niños han ingresado. Ahora es muchísimo más difícil ingresar al CNN por tanto mantenerse también es complicado, pues si no se cumple con todo lo que se requiere puede ser que esa vacante lo requieran muchos más. Por otro lado, el hecho de que los padres digan «hay muy pocas vacantes por la tanto hay que estar atento, llegar temprano y hacer todo lo que se necesite» genera una cadena de reciprocidad.

Maricielo Peréz.- ¿Cuál es mensaje de «Cantos del Ande»?

Mónica Canales.- Queremos que recojan la riqueza y diversidad de la música de los Andes. Queremos que conozcan también las lenguas, por eso es que una parte importante de nuestro espectáculo es otro proyecto, se llama Tinkuy: Cancionero Multilingüe del Perù. Ustedes han visto que son 16 canciones, pero una de ellas es parte del repertorio académico contemporáneo. Son canciones complejas pero que vamos introduciendo dentro de esta recopilación porque no solamente debemos abarcar lo popular, sino hacer que de la música popular surjan otras tipo de experiencias. Y entonces, este es el primer año que Tinkuy entra dentro de ese rubro. No dudo que después de algunas ediciones vayamos a hacer probablemente Cantos de la Amazonía o Cantos de la Costa. Tomará un nombre particular pero creo que estamos completando un ciclo. Probablemente hagamos uno o dos años más de Cantos del Ande y luego vamos a abarcar otras cosas porque la riqueza folclórica no es lo único. La riqueza lingüística, eso es importantísimo.

Carla Anamaría.- ¿Cómo ha sido la relación del quechua con los niños? Porque a algunos les resulta difícil aún de adultos.

Mónica Canales.- Nosotros a través del proyecto Tinkuy realizamos una vinculación con el Viceministerio de Interculturalidad. Ellos trabajaron junto con nosotros para la creación de este proyecto y nos enviaron a gente especializada para trabajar el tema de la fonética y la gramática. Incluso en el caso de lenguas amazónicas que es diferente a Cantos del Ande, traían gente de las comunidades. Hacíamos clases con ellos, traían mapas y les enseñaban a los niños donde vivían, qué comían, qué tipo de festividades tenían. Ese fue un trabajo maravilloso que espero que se vuelva a hacer porque nuestros niños van creciendo y los que pasaron por este proceso ya están grandes, y hay nuevos que no han pasado por eso.

Claudia.- hemos notado la  pasión con la que canta Patricia, la solista, ella contagia la emoción…

Mónica Canales: Patricia ya tiene con nosotros un título de muchos años y eso se ve. Es evidente todo el proceso gracias al cual ella ha ido creciendo, y no es la primera vez que tiene un solo. Nosotros vamos seleccionando de acuerdo a las características del artista a interpretar. Elegimos a ella precisamente por esa expresividad en el escenario tan natural vinculada a su extraordinaria voz. Por ello nos pareció ideal para esta ocasión, pese a que tenemos otros niños que tienen voces maravillosas, pero nos funcionan mejor en otro tipo de repertorio. Patricia, por ejemplo, se desempeña muy bien en el caso de la música popular.

Carla Anamaría.- Hablando netamente del repertorio, nos sorprendió esta mezcla entre una música moderna y popular y la ancestral ¿cuál fue el proceso de selección de las canciones? ¿Por qué precisamente este tipo de música?

Mónica Canales.- Esta versión de Cantos del Ande es más o menos una antología porque estamos utilizando algunas piezas de ediciones anteriores. Tenemos de la primera, segunda y tercera edición tres o cuatro piezas y hemos incluido cuatro o cinco nuevas. Además, siempre proponemos al artista invitado que agregue al menos tres piezas suyas y hacer esas versiones que tienen. Esa es la forma en que trabajamos.Tenemos nuestras piezas propias, por ejemplo Adiós pueblo de Ayacucho y La Benita, que ya son parte del repertorio propio del Coro Nacional de Niños. Luego, tenemos las piezas del artista invitado y además estamos incorporando piezas del proyecto Tinkuy. Eso es lo que conforma el repertorio que dijimos.

Club de Jóvenes Críticos

Fotografía: Carla Anamaría

Lima, 30 de agosto de 2018

 

 

 

«Cantos del Ande»

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“Esa es la ley del universo: si todo lo haces de manera correcta,  todo te va a ir bien en algún momento”. Gustavo Ratto.

El cantautor huanuqueño Gustavo Ratto fue artista invitado para la cuarta edición de Cantos del Ande. Ratto, fundador y difusor del género neo andino, mixtura de pop, hard rock y resonancias ancestrales de Andino-américa, nos habla de su trayectoria en el mundo musical y su experiencia con el Coro Nacional de Niños. 

Carla Anamaria.- Hemos visto que tratas a los niños como lo que son: niños

Gustavo Ratto.- Claro, yo soy un niño más. Me enlaza mucho eso porque ellos son el futuro de nuestra nación. Ese momento con ellos es realmente mágico y eso es lo que hacemos ahora con el Gran Teatro Nacional.

Claudia Rojas.- Se nota la compenetración y conexión de las voces de los niños con la tuya, realmente te transporta.

Gustavo Ratto.-Cantos del Ande por eso es es una vivencia, un sueño, un viaje. Eso es lo que queremos reflejar con los niños, que nos transportemos.

Carla Anamaria.- ¿Cómo sientes esta mezcla entre tu música y un coro? Debe ser una experiencia nueva.

Gustavo Ratto.- ¡Bonito! Los arreglos muy bien, me gustó mucho, porque le ha dado tranquilidad y versatilidad a lo que yo puedo hacer. No me afectó mucho el registro, porque al cantar también es diferente con los niños, con el coro, pero se adecuan mucho. Esos arreglos han sido perfectos, además Mónica es increíble, ha logrado algo increíble, una conexión entre el artista y los niños. Ha sido muy bonito.

Claudia Rojas.- ¿Qué tan diferente es pararte en el escenario del Gran Teatro Nacional? En este caso estar frente a un público compuesto por familias que vienen a ver a los niños. ¿Qué es lo que más te gusta de esta experiencia y qué es lo que quieres comunicar al público?

Gustavo Ratto.- Es una experiencia nueva. Los padres tienen ese ímpetu que sus hijos logren ser, en algún momento, cantantes y eso también nos llena de satisfacción a nosotros porque abrimos el camino para que sigan apostando por nuestra música. Una de las ventajas que agradezco al Ministerio de Cultura, a Mónica Canales, que es la directora, es el haber confiado en mi persona para poder lograr eso. Creo que de mi edad soy el que lleva el estandarte de la música andina. He tratado en lo posible de siempre hacer un trabajo de calidad, una performance al nivel y llevar nuestra música andina a un nivel universal.

Claudia Rojas.-Mucho más popular…

Gustavo Ratto.- Va a permitir no solamente que en Perú nos amen, sino también a nivel mundial. Es una cuestión de permanente trabajo y bueno los padres de familia salen muy satisfechos con ello.

Claudia Rojas.- Sí, de hecho se escucha muy bien

Gustavo Ratto.- Y ha habido casos anteriores como el compositor peruano Pelo d’ Ambrosio, que me anima mucho. Yo he sido pequeño cuando él también cantaba. Entonces siempre ese reflejo y ejemplo hay que tomarlo como iniciativa. Yo admiro mucho el trabajo de Pelo d’ Ambrosio como compositor e intérprete, como también por abrir un camino importante para la música andina, ese es un ejemplo mío. A la vez estuvo en un inicio Gianmarco, luego Max Castro y Damaris. Para mí ha sido muy importante en mi carrera.  Como ves, estoy trabajando mucho, se me están abriendo puertas y cosas que quise hacer, es por eso que ahora, esta oportunidad es un sueño.

Claudia Rojas.- ¿Ver a los niños no te lleva a esos momentos en tu niñez?

Gustavo Ratto.- Por supuesto, es muy cierto. Los niños me han hecho acordar a mi familia y a un olor a tierra mojada, que es un viaje. Uno cuando ha vivido en la sierra recuerda todos esos momentos muy bonitos que quedan marcados para siempre. Yo, en ningún momento pensé «Voy a estar en un gran escenario».

Claudia.- ¿Qué le dirías a esas personas, a todas las familias que ven a sus hijos con aptitudes para la música, el canto, la actuación y que, muchas veces, son reprimidos porque piensan que no es su camino o que deben seguir otras cosas?

Gustavo Ratto.- El momento crucial y determinante para todos es cuando uno decide hacerlo. Al comienzo es muy difícil, te mentiría si dijera que es fácil. Es como todo en realidad, algo nuevo. Antes para los padres era una aventura que te digan: “Papá quiero ser cantante”. “¿De qué vas a vivir?”, te decían. Ahora ha cambiado totalmente esa perspectiva. Yo veo mi carrera como una empresa, yo soy una marca, pero también hay que trabajar con bastante iniciativa y mucha perseverancia. No hay que bajar la guardia. Al comienzo nada te sale, pasa así porque nadie te conoce. Yo asocio mucho el tema de la música con la gastronomía porque dicen “cuando cocinamos con amor, te sale demasiado rico”, entonces cuando cantamos y hacemos algo con amor, es lo mismo: transmitimos. El arte es transmitir expresiones. De que puedas vivir de eso, se puede, pero lo ves de una manera gerencial o empresarial. Yo no veo solo el tema del show. Yo soy artista, me presento en un escenario, puede ser el más recóndito hasta uno grande como es el GTN, el mejor de Perú y Latinoamérica. Hay que estar en todos lados para poder conocer. Si yo no tendría una visión y no conociera el Perú profundo, llegar a esos escenarios sería difícil. Hay que ser consecuente de tocar en cada uno de ellos como si fuera el ultimo de tu vida. Eso es lo más bonito: vivirlo.

Claudia Rojas.- ¿Qué mensaje, después de toda tu trayectoria, le das a estos niños que serán, en el futuro, artistas reconocidos que posiblemente vuelvan al GTN?

Gustavo Ratto.- Que lo intenten, todo comienza por un intento. Una vez que ya estés en el camino, no pares. Cuando sientas que ya estás arriba, simplemente mantén esa visión siempre adelante, mirando hacia arriba y sobretodo trabajar con mucho amor, creo que esa es la base de todo. Cuando todas las cosas se hacen de esa manera honesta, pulcra y sin escándalos, todo fluye y reacciona como queremos. Esa es la ley del universo: si todo lo haces de manera correcta,  todo te va a ir bien en algún momento. Quizás no ahora, es cuestión de tiempo. Es mejor siempre dar que recibir. Cuando das, el mundo te retribuye con creces.

Carla Anamaria.- Sobretodo llevando lo nuestro…

Gustavo Ratto.- A eso quiero llegar. De esta manera, el Ministerio de Cultura y el Coro Nacional de Niños están apostando por una música que es nuestra, que es peruana y que es la vista del mundo. Es el reflejo de lo que nosotros somos. Es un país de todas las sangres y de todas las culturas. Si no tuviéramos eso, no tendría sentido ni valor. Yo comencé haciendo rock, tengo mucha influencia rockera y eso lo hemos plasmado -porque el rock también es folclore, no peruano, pero sí extranjero- a través de lo que yo denomino neoandino. Soy fundador y creador de este movimiento, que no solo está metido en la parte de entretenimiento sino también en la creación de himnos oficiales para un tema de identidad o educación. Por ejemplo, veo el tema de “Cantando comprendo”, que a través de una canción se pueda atraer la comprensión de lectura.

Claudia Rojas.- Y a través de lo Neoandino, ¿cómo se puede llegar mucho más allá de lo que ya se está plasmando? ¿tienes alguna visión?

Gustavo Ratto.- Claro. Los artistas en sí están abocados solo a tocar, piensan solamente presentarse en los escenarios y nada más. Nosotros hacemos un trabajo de campo, un trabajo de investigación que va más allá. Por ejemplo, en la creación de himnos oficiales, ¿qué de nuevo se debe aportar? Yo, en los himno oficiales ingreso sonidos del ambiente, sonidos del agua, del río. Si estoy haciendo uno, por ejemplo, con el río Huallaga, hago tomas auditivas de este, y eso lo incluyo dentro, lo que le va a dar movimiento… le va a dar algo más bonito. También a la hora de hacer el tema educativo es una cuestión innovadora ¿por qué? porque es igual que en la radio. Cuando en la radio nos repiten cinco mil veces una canción, la memorizamos, ¿verdad? Cuando nosotros hacemos un “cantando comprendo”, canto las canciones andinas, canto, canto, canto, canto… y así se nos queda.

Claudia Rojas.- ¿cuáles son las dificultades que se te han presentado en Cantos del Ande?

Gustavo Ratto.- Con Cantos del Ande, creo que todo ha sido positivo. Incluso la campaña de prensa, en la cual hemos trabajado muchísimo, sale en todos los medios. Le han dado mucha promoción, y así deberíamos hacerlo. Creo que esto es un ejemplo para que cada año siga con más fuerza, que nuestra música andina se siga vistiendo de lujo. Eso le va a dar mucho más realce y ya sea una música que podamos escuchar en cualquier parte del mundo o en diferentes esferas sociales, y eso es lo más importante.

Maricielo Pérez.-¿Qué tan difícil ha sido conservar esta música? ¿Cómo lucha contra la influencia de música extranjera?

Gustavo Ratto.-Da cólera que no haya ese apoyo en las radios. Nosotros deberíamos de estar en radio. Apoyemos esa ley que se está plasmando, la Ley del artista y que queremos que llegue a flote. Necesitamos más música peruana que esté presente en radios, que se presente en la televisión. Porcentajes muy mínimos de artistas están utilizando música andina. Entonces, nosotros damos el ejemplo con estas actividades. Esto va a permitir que nos volvamos más competentes, promotores, difusores, embajadores a nivel mundial. Quiero hacer que la música andina pueda estar en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier esfera social y que no solamente lo escuchen en el Perú, sino a nivel Mundial, que ya lo están haciendo. Por eso es que yo mezclo sonidos muy autóctonos, sonidos muy modernos también, con la influencia rockera y del pop. Me ha dado esa versatilidad, soy un artista versátil, de haber estado en varios géneros y poder ahora formar algo muy bonito, como es el neoandino.

Claudia Rojas.- ¿Cómo ha sido compartir el escenario con la solista del Coro de Niños?

Gustavo Ratto.- Muy lindísimo. Patricia tiene una voz angelical, muy bonita; así que va a sonar muy bien Alpakitay.  El Coro Nacional de Niños tiene voces angelicales, son ángeles. Como te dije desde el comienzo, yo soy un niño más; así que eso vamos a difundirlo y a transmitirlo. Lo que me gusta es que ahora también se puso las pilas Tv Perú, lo va a grabar. Entonces lo va a poner más todavía en vista de todos. Entonces, eso es un gran paso que estamos dando y eso es juntos el Ministerio de Cultura, el Coro Nacional de Niños, Mónica, Gustavo Ratto y el elenco Nacional del Folclore.

Entrevista.- Club de Jóvenes Críticos

Fotografía.- Claudia Rojas

Lima, 30 de agosto de 2018

«Cantos del Ande». Galería fotográfica

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El Coro Nacional de Niños del Perú (CNN) acompañado del Conjunto Musical del Elenco Nacional de Folclore, presentó el espectáculo Cantos del Ande en el Gran Teatro Nacional. El espectáculo estuvo dirigido por Mónica Canales y tuvo como invitado, en su cuarta edición, al reconocido cantautor huanuqueño Gustavo Ratto, “El león de la música andina”, quien encandiló al público. Este elenco logró hacer  resaltar la variedad de ritmos andinos y fomentar la valoración de la cultura musical peruana. EL Club de Jóvenes Críticos participó de los ensayos y  elaboró esta galería de fotos.

 

Ficha técnica: Mónica Canales dirigió el Coro Nacional de Niños con el acompañamiento del Conjunto Musical del Elenco Nacional de Folclore. En su cuarta edición, tuvo como artista invitado a Gustavo Ratto. El espectáculo contó con este repertorio musical:

Primera parte

¿Hasta cuándo? (Arr. Eduardo Javier)
Aromas de Junio (Frank Collazos Arr. Eduardo Javier)
Fuego del amanecer (Gustavo Ratto Arr. Sadiel Cuentas)
Alpaquitay (Sergio de Ambrosio Arr. César Vega)
Adiós pueblo de Ayacucho (Anónimo Arr. César Vega)
Valicha (Miguel Ángel Hurtado Arr. Eduardo Javier)
Cuéntame (Gustavo Ratto Arr. Sadiel Cuentas)
Mariposa de papel (Gianmarco Zignago Arr. Eduardo Javier)

Segunda parte

Cuatro cantos andinos (Sadiel Cuentas)
del cancionero Tinkuy
La Benita (Benigno Ballón Arr. J. Sosaya y E. Sánchez)
Limoncito verde (Arr. Eduardo Javier)
Maicito (Sergio de Ambrosio Arr. César Vega)
Ciudad del lago (Jorge Huirse Arr. M. Carbajal y E. Sánchez)
Cerrito de Huajsapata La Rayuela (J. Huirse Ch. Vásquez y J. L. Ayala Arr. Sadiel Cuentas)
Mi dulce niña (Gustavo Ratto Arr. Sadiel Cuentas)
¿Cómo has hecho? (Diosdado Gaytan Castro Arr. Eduardo Javier)

Fotografia: Claudia Rojas
claudia.rojas2@unmsm.edu.pe

 

 

 

 

 

 

Esta historia merece ser contada

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El director uruguayo José Serebrier dirige la Orquesta Sinfónica Nacional.  Foto: Gran Teatro Nacional

¿Cómo conviertes el amor a tu país en una gran obra de arte? Xiaogang Ye lo logró, y trajo al Perú una vasta colección de composiciones que contaron la historia que él consideró merecedora de ese honor, por su importancia y trascendencia.

El Gran Teatro Nacional, una vez más se hizo con la dicha de recibir a grandes artistas que en una magnífica muestra de intercambio cultural hicieron de una noche de invierno en Perú inolvidable para muchos, presentando “La historia de China”

La Orquesta Sinfónica Nacional, cumpliendo 80 años, el Coro Nacional junto al Coro Nacional de Niños y el director uruguayo José Serebrier, quien fue ganador de un Grammy en 2004, dieron vida a la creación del ya reconocido compositor contemporáneo chino Xiaogang Ye, quien estrenaba en este país su repertorio.

El teatro estuvo lleno, muchas miradas marcadas de experiencia y la mirada curiosa de jóvenes se dirigían hacia un escenario iluminado que brillaba por los grandes instrumentos que la orquesta nos tiene acostumbrados, más otros adicionales provenientes de la región. Pero el verdadero brillo lo dieron los grandes artistas que salieron a escena con vestidos de Gala y ternos, un risueño director extranjero y eventuales invitados que dieron la fórmula necesaria para contarnos una gran historia.

La forma sublime de dirigir de Serebrier fue fundamental para sentir la dulzura de la música que llegaba a nosotros con gran fuerza y energía. La Orquesta se encargó de dar vida a aquellas notas que nos transportaban a China, pues según palabras del propio director «mi historia es parte de la historia China”. Se contó así con una amplia variedad de temas históricos, topográficos y románticos de diversas regiones del lugar.

Por momentos, se sentía una pequeña pérdida de la armonía como la entrada de algunos instrumentos que rompían con esta, u otros que opacaban por sobre encima a los de cuerda. Como si cada instrumento fuera por su parte y luego se unieran nuevamente.

La presentación de artistas como Li Yuhe en el violín y Yuan Jie en el piano, fueron de las más ovacionadas por el público; la frescura, pero a la vez profesionalismo y el gran talento de los jóvenes chinos lograron complementar perfectamente en la función.

A la muestra artística asistieron tanto extranjeros como nacionales, en Perú no se acostumbra a escuchar en vivo un repertorio como ese, eso llamó la atención de los peruanos que vieron el espectáculo como una oportunidad para conocer y acercarse culturalmente al ya mencionado país oriental, y ¿qué mejor que la música y su extraordinario lenguaje para hacerlo?.

Texto:  Sebastian Hidalgo Soria

Fotografía: Gran Teatro Nacional

andrei.sebas.015@gmail.com

Lima, 25 de agosto de 2018

Pablo Sabat. La importancia del trabajo en equipo

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«Mi verdadera educación yo la he recibido en Venezuela y en Estados Unidos, no aquí. En Venezuela  tuve casi que re-aprender un montón de cosas que supuestamente yo sabía». Pablo Sabat Mindreau

Con esta tercera entrega culminamos la entrevista hecha por el Club de Jóvenes Críticos al maestro Sabat en el marco de las actividades de temporada que la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario realiza a propósito de la serie de conciertos dedicados al compositor alemán Ludwig van Beethoven.

Carla Anamaría: ¿Cuál sería una nueva forma de presentar una orquesta para que tenga más llegada al público?

Pablo Sabat: Se han hecho miles de experimentos con orquesta, con proyecciones, con luces, humo y cosas así. Al final, yo creo que todo eso distrae la percepción de la música. Si tú quieres que la gente escuche una sinfonía equis o a un compositor equis, necesitas poner toda esa parafernalia a su alrededor. Al final se pierde y no escuchas lo que importa en verdad. Creo que el problema no está tanto en la música en sí, sino en quienes la oyen.

Claudia: ¿Qué dificultades puede enfrentar un director de música clásica al tener que dirigir otro género musical, jazz, por ejemplo, o el musical Hamilton que es hip hop?

Pablo Sabat: Para mí, todas las dificultades.

El año anterior a Animatissimo hicimos Homenaje al Rock con Charlie Parra. Yo invité a un amigo que también dirige y que ha tocado rock para que dirija. Yo no entiendo nada de eso. De hecho me da un poco de vergüenza contar esto: cuando hemos hecho Retablo Sinfónico, por ejemplo, a mí me costó un poco —ni siquiera un poco, un mundo, ¡un universo!— entender la música peruana.

Brandon Tavara: A mí lo que más me gustó de Fiesta latinoamericana fue la rapsodia Un 28 de julio en Lima. A mí me da risa porque la gente piensa que es el Himno Nacional y se para, y luego se da cuenta que no es y se sienta.

Pablo Sabat: Es otra de las cosas que tiene que ver con la forma. Son de alguna manera variaciones sobre el tema del Himno Nacional.

Brandon Tavara: Para mí, esa es la que más me gusta de toda la Fiesta que escuché porque te pone la piel de gallina.

Pablo Sabat:  Claro, es el himno.

Brandon Tavara: No, la parte del himno es la cerecita pero toda la rapsodia es muy muy bonita.

Claudia Rojas: ¿Ha visto la película La La Land?

Pablo Sabat: Vi la foto de la película y dije no. Cuando vi la postura de los personajes que estaban bailando dije: “no, estos no bailan como la gente de los años 50”.

Claudia Rojas: Sí, es que La La Land habla básicamente del jazz puro, pero en una comparación con la música clásica ¿qué dificultad tiene la música clásica cuando nuevos géneros surgen y hay compositores que quieren mezclarlos: clásica, los géneros modernos y contemporáneos?, ¿qué opina acerca de esos cambios?

Pablo Sabat: Eso se ha hecho toda la vida. Por ejemplo la sinfonía N.º 104 de Haydn tiene 4 movimientos. El cuarto movimiento es una canción popular húngara que se llama Helena… algo. Entonces hasta ahora los musicólogos no se han podido poner de acuerdo en si Haydn compuso eso y después se hizo tan famoso que el pueblo tomó el tema e inventó la canción o si Haydn escuchó esa canción a algunos campesino que trabajaban cerca de donde él vivía y la usó para ponerlo en la sinfonía. Es eso la fusión. La música clásica tiene un origen popular, la verdad muy, muy fuerte. Eso no se sabe, no se nota y no se ve, porque toda la construcción que han logrado hacer estos genios compositores la han llevado a un nivel de sofisticación tan alto que se borra casi por completo eso, pero no es así.

Yo hace varios años —muchos años— tuve una enamorada alemana que no sabía nada de música y yo le empecé a enseñar. Le hice escuchar un montón de cosas entre las que se encontraba una canción de Schubert en piano, y por alguna razón le gustó muchísimo. Me contó que un día en su casa se puso a cantarla y el papá, que era alemán le dijo: «De dónde has sacado esa canción, es una canción popular alemana». «Esa canción es de Schubert», le dijo la hija, y el papá no le creía.

¿Te das cuenta? Las fusiones se han hecho toda la vida. En el siglo XX es brutal la mezcla. Hay una anécdota de Ravel, que estaba en su ventana o en una escalera o algo así, silbando el bolero. Gershwin la mezcla con el jazz. El jazz se ha mezclado mucho con la música en diferentes niveles, en diferentes compositores y en diferentes países. No solamente ha sido en Estados Unidos, Ravel ha escrito música de corte jazz. Mucho público francés han usado el jazz y ahora hay gente que escribe y mezcla todo.

La cuestión sinfónica es más que un estilo como tu puedes llamar al jazz, a la cumbia o a la salsa. La cuestión sinfónica es en realidad un lenguaje. No es una forma exacta de escribir, puedes usar ese lenguaje, es una herramienta para escribir lo que quieras. Por ejemplo hay un compositor peruano, joven, que le está yendo super bien ahora en Estados Unidos. Se llama Jimmy López que escribe música totalmente fusionada. No sé si usa jazz pero usa música negroide. Imagínense la música de otras cosas, muchísimas cosas, las mete en una olla de sinfónica y las mezcla.

Andrei Hidalgo: ¿Y en qué momento esas fusiones arruinan la música original?, ¿o es subjetivo?

Pablo Sabat: Yo no creo que la arruinen, porque más que nada nos llevan a enriquecer más la historia, la cantidad de obras. O sea, si tú fusionas, no vas a manchar el original. De repente ustedes no están de acuerdo con esto, pero —lo dije un poquito ese día (refiriéndose a Sinfonía latinoamericana ) pero muy suave— no quiero que nadie se ponga a gritar, pero esa cuestión de que el Perú es un país andino, inca y todo eso; yo no creo en eso. Yo creo que los españoles no fueron muy simpáticos cuando vinieron, ¿no es cierto? No sé qué tanto favor nos hicieron, no solamente al Perú sino a toda sudamérica, pero también nos trajeron otra cultura que se mezcló con la nuestra y yo considero que el producto es mucho más rico. A veces un poco más rico del que puedan tener ellos. Queramos o no, el Perú es parte de la cultura occidental. Somos parte de todo lo que nos trajo Pizarro, de la mezcla con lo que hay acá, que rechazarlo o negarlo no tiene ningún sentido. Es privarse de cosas maravillosas también.

Claudia Rojas: Va con la onda de decir: «mi cultura es lo mejor», pero en realidad no, porque los conocimientos y la cultura de un lugar se pueden complementarse perfectamente con otras. Como decir que Perú odia a Chile y Chile odia a Perú cuando ambos tienen cosas que pueden compartir y, en realidad, mejorar tales como el conocimiento, la cultura o la calidad de vida de las personas.

Pablo Sabat: Claro.

Claudia Rojas: Entonces, yo creo que eso, del tema de las fusiones, no está mal, sino es para abrir puertas a que más personas estén interesadas en otro tipo de música.

Pablo Sabat: Además es inevitable, no puedes escapar de eso, más ahora en un mundo en el que todo está conectado.

Stiven Mattos: ¿Qué tan necesario es lo técnico en la música? ¿Son importantes las pautas del tiempo, las técnicas o debe ser sentimiento, pasión?

Pablo Sabat: Ese es otro tema, es parte de la historia de la interpretación también. En el tiempo que vivimos, la interpretación de la música se ha visto afectada horriblemente por la cuestión del marketing, la competencia, la venta de los discos, etc. También las grabaciones son muchas veces editadas, arregladas o parchadas para que suenen perfecto. Son muy pocos los músicos que pueden grabar una obra de arriba a abajo sin equivocarse y que no necesiten de parches. Yo, por ejemplo, cuando estudié en Estados Unidos en una universidad que es muy famosa por su coro, hicimos tres o cuatro conciertos y una grabación en disco compacto de una  obra dificilísima con la Filarmónica de Nueva York. Se grabaron todos los conciertos y hubo también una sesión de “parchado” donde los pasajes que no habían salido bien claros, se grabaron de nuevo para usarla en la edición, pegar todo y que la canción salga perfecta.

Entonces, eso te obliga a que a la hora de tocar tienes que ser lo más perfecto posible, porque quien está acostumbrado a que todo sea perfecto —un crítico sobre todo— siempre está atento cuando algo sale mal. Entonces, el avance técnico en los instrumentistas ha sido enorme en el siglo XX por eso, por la necesidad de perfección que no necesariamente va del lado de la impresión. No me entiendas mal, porque no se trata tampoco de no tener técnica, y si bien es cierto, tampoco puro corazón. Si tienes puro corazón y no tienes técnica tampoco funciona. Tienes que tener una técnica. No me acuerdo quién decía que no se puede tener suficiente técnica, pero eso es para un fin. La técnica es solamente un medio para llegar a un fin, no es un fin en sí misma, como muchos músicos creo que piensan ahora. Me hace acordar a un pianista chileno muy famoso del siglo veinte, Claudio Arrau. Arrau era un súper virtuoso, pero cuando tú oyes sus grabaciones, lo que te impresiona no es el virtuosismo, no es la perfección, la velocidad o el volumen; es la música, la emoción.  Él no tenía ningún problema técnico.

Yo recuerdo haber escuchado una serie de obras de Liszt tocadas por él y después tocadas por otro ruso, que también fue un pianista extraordinario muy famoso. Con Arrau, lo que me impresionó fue la música; con el otro, lo que me impresionó fue la velocidad de los dedos, la limpieza… todo eso de la música. Ese balance es bien difícil de conseguir y creo que se ha inclinado muchísimo en los últimos años hacia el lado técnico y en el lado de la expresión se ha perdido un poco. Para que  veas, en los años que estudié, la profesora que tuve me contó que en una escuela muy famosa en Nueva York que se llama Juilliard, encontraron que alguien había puesto hojillas de gillette entre las teclas del piano. Alguien se la puso para que otro se cortara, para frenarlo.

Si tú escuchas las grabaciones de los músicos de la primera mitad de los años veinte, por ejemplo, es muy diferente y hay músicos con una técnica extraordinaria que pocos tienen ahora, pero eso no era lo principal. De hecho, Arrau también decía que en esa época “el equivocarse era el privilegio de los genios”. Entonces no importaba si un pianista salía a tocar y se equivocaba en algunas notas. De hecho yo he escuchado a Arrau en vivo, no solamente equivocándose, sino olvidándose pedazos, y no pasa nada.

Emil Guilels, un pianista famoso, grabó no sé qué concierto de Tchaikovsky y se equivocó. Cuando le dijeron para grabar y parcharlo dijo: «No, déjalo así para que la gente vea que uno es humano y se equivoca». Eso se ha perdido bastante.

Stiven Matos: ¿Entonces debe existir un equilibro entre lo técnico y un poco de lo propio del autor?

Pablo Sabat: Yo creo que el problema es que la cuestión expresiva… me da miedo decir que no se puede aprender, pero casi lo creo. O sea, es un talento que lo puedes o no tener y que tampoco te hace mejor ni peor. Si uno tiene más capacidad expresiva que otro es porque te tocó. La técnica es algo al que cualquiera puede acceder, no tiene más facilidad que otro, pero es cuestión de practicar y practicar. La otra cosa no sé si se aprenda, la verdad.

Carolina Amable: ¿Usted cree importante el trabajo en equipo en la Orquesta?

Pablo Sabat:  Mira, la orquesta es igual que un equipo de fútbol, es la misma cosa: si el equipo de fútbol no funciona como equipo —cada uno hace lo que tiene que hacer— o como una empresa, no va a funcionar y no va a ser bueno. Recién ahora he empezado a escuchar algunos comentarios de Gareca, quien ha logrado que el equipo sea un equipo. A mí me encanta porque lo que él dice es lo mismo que debe pasar en una orquesta, es lo mismo que el equipo. Por ejemplo, el equipo de Portugal comparado con el de Alemania: Portugal es como “Ronaldo y todos los demás”, Alemania no es así. En Alemania no hay una estrella como Ronaldo, creo, pero todos tienen el nivel parejo, no es uno más que el otro. Entonces, en una orquesta también debería ser así. La idea es que todos tengan un gran nivel, y si no tienen un nivelazo pues no es ideal que haya una estrellita o dos estrellitas por ahí que se crean los súper, que todos están por debajo de ellos. Lograr un nivel parejo y trabajo en equipo. En realidad no es un tema solamente de la Sinfónica Nacional, es un tema de muchos años. La mayoría de orquestas que hay aquí, desde los años setenta en adelante, es un montón de gente sentada tocando su instrumento; eso no es una orquesta. Hay una orquesta cuando todos se entrelazan, cuando hay un trabajo.

No sé si saben qué es una música de cámara, es un cuarteto de cuerdas que de paso es súper criticado. Cuando critiquen un cuarteto de cuerdas sean buena gente porque es súper difícil tocar en cuarteto por la cuestión de balance, por lograr la unidad entre cuatro instrumentos. Es difícil porque en el cuarteto de cuerdas no se puede tocar sin escuchar al otro, sin ver a qué velocidad se mueve al hacer el vibrato o cómo mueve el arco. Todos tienen que buscar la unidad. Eso mismo debe pasar en una orquesta. Una orquesta, para mí, es un grupo de cámaras a gran escala. El mismo caso es donde hay un solista. Por ejemplo, si yo toco una sonata de piano en violín con un violinista, tengo que estar tocando y escuchándolo porque lo estoy acompañando. Cuando hay un concierto de violín y orquesta, la orquesta funciona como un solo instrumento que está acompañando al violín, y también tiene que poder escucharse.

Yo hice un concierto una vez con un violinista famosísimo, Gil Shaham. Fue un tipo extraordinario. Es uno de los mejores violinistas del mundo. Hice un concierto de Tchaikovsky que ya lo había hecho otras veces, pero con Shaham hubo una cosa que nunca había visto. Los pasajes en los que el violín no era protagonista, sino la orquesta, él los tocaba suavecito. No dejaban de oírse, pero no hacía cañonazos como todo el mundo, como: “soy solista me tienen que escuchar pase lo que pase”. Shaham bajaba para que se pudieran escuchar las melodías, los temas en la orquesta. Eso fue increíble.

Natali Conde: Dijo en un momento que le costó un poco realizar Retablo Sinfónico; ¿cuál fue la dificultad exacta que llegó a tener?

Pablo Sabat: Lo que pasa —y es lo que me da vergüenza decirte— es que no sé mucho de música peruana. Entonces, no entiendo mucho. Me acuerdo cuando empezamos a trabajar el cuadro limeño que empieza con un vals criollo. Para mí el vals es a tres, pues: “un, dos, tres; un, dos, tres”. Entonces, alguien me dijo: “No, no, no. Es a dos”, y yo me quedé en shock. ¡¿Cómo que a dos?! ¡¿Cómo va a ser un vals a dos?! ¡No puede ser! Y además yo estaba súper estresado, histérico por todo esto. Probé y realmente es a dos, pues es “un, dos tres; un, dos tres; un, dos tres”, funciona perfecto. Yo lo hacía a tres y sentía que esto no estaba bien. No funcionaba, la música se iba más rápido de lo que yo podía controlar con esos tres golpes. Cuando me dijeron que es a dos, perfecto. Ese tipo de cosas yo no sabía.

No está bien. Yo tengo un problema, una laguna con eso por mi formación. Es que yo no he estudiado mucho por acá. Yo estudié piano desde chico en mi casa. Entré al Conservatorio Nacional de Música después de salir del colegio; no, mentira, después de dar varios botes por varias universidades, lo que también es otra historia. Me metí al Conservatorio, estuve un año y medio, creo, y de ahí me fui a Venezuela. Mi verdadera educación yo la he recibido en Venezuela y en Estados Unidos, no aquí. En Venezuela  tuve casi que re-aprender un montón de cosas que supuestamente yo sabía, porque aquí es bastante mala la música.

Natali Conde: ¿A usted le gustaría aprender más de la música peruana?

Pablo Sabat: Sí, claro que me gustaría; claramente no hay tiempo. Estoy programando varias obras peruanas de escritores peruanos, pero no es música popular. O sea, está basada en música popular. Por ejemplo, los retablos sinfónicos de Celso Garrido-LeccaPero no sé, es como el jazz, por ejemplo. El jazz tampoco es algo que yo entienda. Ni entiendo ni comprendo, y algunas cosas que escucho las disfruto mucho sin entender nada. Tengo años queriendo poder disfrutar jazz, pero no tengo tiempo para sentarme a escuchar. De hecho, me he bajado un montón de música, la tengo guardada en la computadora, pero nunca la oigo. Es que tampoco da para todo!  (señala su sien).

Edición:

Johana Perleche: johana.perleche@unmsm.edu.pe

Carla Anamaria: carla.anamaria@unmsm.edu.pe

Elizabeth Condori: elizabeth.condori@unmsm.edu.pe

Fotografía: Johana Perleche

La próxima semana continuaremos con los #JuevesDeCríticas.

Lima, 23 de agosto de 2018

Pablo Sabat. La importancia del silencio

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 «Cada vez es más difícil estar en silencio, solo y en silencio… es cada vez más complicado» nos  dice Pablo Sabat Mindreau, director de la Orquesta Sinfónica Juvenil Bicentenario, cuando preguntamos su opinión acerca de los desafíos de la música clásica para los jóvenes de hoy. «Para este tipo de música tienes que sentarte en silencio a escuchar, que de por sí ya es difícil», opina.

Conozcamos más a la persona y al artista, mediante la segunda entrega, de una serie de tres, de la entrevista que sostuvo el Club de Jóvenes Críticos con el maestro Sabat.

CJC.- ¿Desde cuándo considera que los críticos empezaron a ver el arte, en este caso la música, con parámetros que  determinaban lo que era «bueno» y lo que «no»?

Pablo Sabat.- Desde los años sesenta, más o menos, se empezó a ver a la música de una forma distinta a lo que era común en la primera mitad del siglo XX.  Desde entonces hay muchos críticos, y no críticos también, que han vivido encadenados a sus discos y se saben toda la música que tienen grabada de memoria, pero estas están tocadas y grabadas de cierta manera que probablemente haya sido al estilo de la primera mitad del siglo XX. Así, cuando viene alguien y hace la música de otra forma, por ejemplo toca la  Sinfonía número cinco de Beethoven de una forma que ellos no están acostumbrados a escuchar, les parece una desgracia. Así, la crítica dice: «Es una porquería, es un salvaje, ¿cómo puede hacer eso?, Ha destruido la música».  Una vez un crítico escribió sobre un concierto que yo hice. Él dijo que el tiempo en el que yo había hecho la pieza era mucho más lento de la que todos estábamos acostumbrados. Era una vergüenza que escriba algo así porque ese crítico no tenía idea de que se podía hacer las cosas en otro tiempo. Tampoco tenía idea de que la orquesta no podía tocar a la velocidad de las grabaciones. Entonces, criticar y decir que eso estaba mal no tenía sentido.

El tema de la crítica es un tema de bastante responsabilidad. Yo creo que básicamente el crítico tiene que guiar al oyente. El crítico tiene mucho poder. No sé si hayan visto Ratatouille?, de esa película el crítico  Anton Ego dice que uno puede levantar a alguien o hundirlo, y eso pasa. Hay un director estadounidense muy famoso del siglo XX que se llamó Leonard Bernstein y dirigió la Orquesta Filarmónica de Nueva York en los años sesenta. Siempre tuvo una manera de dirigir muy especial, muy diferente, muy libre, maravillosa; sin embargo, para los ojos de los críticos, este era un payaso, un excéntrico… uno lo ve ahora, y las payasadas que hacen otros son mucho peores. Había un crítico del New York Times que lo tenía en la mira y todo el tiempo intentaba tirarlo abajo. Finalmente fue el genio que fue y nadie logró tirarlo abajo.

Claudia Rojas.- Entonces nos recomendaría escuchar una pieza pero no encasillarnos en ella, sino salir y escuchar otras versiones.

Pablo Sabat.- Todos tenemos una ventaja ahora: el internet, Youtube, Spotify… lo que quieran. Ustedes agarran, buscan “la  quinta de Beethoven” y les sale todo. Cuando yo era chico la música era artículo de lujo, no había importaciones. Recuerdo que una vez fui a un centro comercial conocido  de aquella época y encontré un disco del concierto de piano de Schumann dirigido por Karajan. Yo lo vi y se me hizo agua la boca. Dije «tengo que tener ese disco», junté plata, trabajé… hice un montón de cosas para poder comprármelo. Cuando ya tenía mi plata, fui. Estaba caminando sin apartar la mirada del disco y justo se acerca una señora a la repisa y se lo lleva. ¡En ese momento morí! No había forma humana de conseguirlo de nuevo. Recién me lo pude comprar varios años después en cassette cuando fui de viaje a otro país. Ahora pueden escuchar lo que quieran.

Hay un repertorio central o básico, que son ciertas sinfonías de Mozart, todas de Beethoven… cosas que deberían tenerlas frescas en la cabeza. Así como hay gente que puede cantar “Despacito”, también deberían pensar en el tercer movimiento de la Sinfonía número dos de Beethoven. Yo trataría de lograr ese conocimiento del repertorio que no es tan complicado, no es un sufrimiento, la verdad.

Claudia Rojas.- ¿Qué le diría a esos jóvenes que  cuando uno les dice “música clásica”, se duermen?

Pablo Sabat.- Es complicado, porque cuando me preguntan cuándo empezó a gustarme la música clásica, yo digo “siempre”. En mi casa se escuchaba muy poco, a mi mamá le gustaban The Beatles y eso era lo no clásico que yo escuchaba. Yo creo que hay una gran ventaja si uno escucha música desde chico, mi hija por ejemplo. Mi teoría era que debía meterle toda la música clásica desde chiquita porque iba a llegar un momento en que toda la música popular, como el pop, iba a tratar de invadirla; entonces mejor era que tuviera todo.

CJC.- Las herramientas para defenderse

Pablo Sabat.- Claro. Desgraciadamente no me funcionó muy bien la estrategia. Mi hija de chiquita, se sentaba delante del televisor y solita ponía el video de La flauta mágica, de Mozart. Lo veía todo y lo volvía a ver. También dibujaba al personaje de la ópera, ¡era una cosa de locos! Desgraciadamente llegó al colegio, pero lo bueno es que ahora ella ha sido capaz de apreciar lo que yo no. Ella tiene el abanico muchísimo más grande que sí incluye la música clásica. Ella no la rechaza para nada, dejó de ir a conciertos porque se hartó, pues la llevábamos a todo lo que yo hacía. ¿Ustedes conocen la aplicación Shazam que reconoce canciones? Ella es Shazam. Yo creo que lo que le pongan, escucha 2 o 3 notas, y ya está cantando. Hace poco, por ejemplo, estábamos en el auto con la radio encendida y estaba sonando la Segunda Sinfonía de Sibelius, un  compositor Finlandés, de repente, cuando llegó el momento en que la música es super romántica, mi hija me dijo «¡amo esa música!». Agarré y lo puse en el concierto de Finlandia que tuvimos este año en marzo/abril. Le dije «tienes que ir a ese concierto porque lo he puesto por ti». Luego me dijo que estuvo llorando todo el concierto. (risas)

Entonces, ¿qué se le dice? No lo sé porque es difícil. Así como hay gente que ha tenido esa experiencia, hay otra gente que no la ha tenido, que ha escuchado todo tipo de música.

Debido a que este tipo de música exige compromiso, es que se vuelve aburrida; la otra música es muy fácil, no necesitas nada. Para este tipo de música tienes que sentarte en silencio a escuchar, que de por sí ya es difícil. Yo pensaba que era fácil, pero cada vez es más difícil estar en silencio, solo y en silencio… es cada vez más complicado. El gran cuerpo de la música clásica o de repertorio estándar viene de épocas en que el tiempo era diferente, la gente tenía otro tipo de vida: más tranquila, más silenciosa. Si ustedes escuchan música de la edad media por ejemplo, es como que uno empieza a levantarse, a levitar, qué se yo. No sé si han oído cantos gregorianos, por ejemplo. A veces cuando estoy estresado pongo cantos gregorianos y es una maravilla.

CJC.- Lo interesante es que los jóvenes sí escuchan música clásica sin darse cuenta. Mira la cantidad de películas… Y los padres de estas generaciones sí han escuchado más de lo que se imaginan en las novelas. Te acuerdas de las novelas mexicanas de los 70, 80… que tenían muchísima música porque los mexicanos eran realizadores que realmente sabían darle valor a la música.

Pablo Sabat.- Había una serie para niños que daba cuando yo estaba en el colegio que se llamaba “Los osos revoltosos”. La música de la presentación era música de Carmen, de Bizet. Uno de los problemas con eso es que en los últimos tiempos hemos estado tratando de idear formas nuevas de presentar la música clásica, entonces se ha hablado de poner cosas visuales, escenas o algo así.

CJC.- como Animatissimo?

Pablo Sabat.- No, Animatissimo es una misma cosa con el video, pero la música de concierto sinfónico no está pensada para otra cosa. Por ejemplo, hay una obra inglesa muy famosa que se llama Los Planetas. Alguien aquí me dijo que vio un concierto en México donde habían proyectado fotos de la NASA de los planetas… Para empezar, cuando este señor Gustav Holst escribió Los Planetas que eran 9 planetas, ahora son 8 creo… ni siquiera son 8 planetas, son 7 porque la Tierra tampoco está dentro de los planetas de la composición y encima -para remate- la obra no está basada en los planetas físicos sino en algo de astrología, los símbolos de la psicología… lo demás no me acuerdo. Entonces, proyectas las fotos de Los Planetas. Primero, no tiene nada que ver con la música, segundo -a mí me pasa- en el instante en que me pongo a ver algo, dejo de escuchar. A mí, siendo músico, me parece increíble que cuando vaya a ver una película alguien me pregunte: ¿qué tal la música? No escuché nada; o sea, nada.

CJC.- No lo identificó?

Pablo Sabat.- Hay gente que sale de una película cantando la música

CJC..-  Y dicen hubo pieza tal y compositor tal y …

Pablo Sabat.- Y además no solo de compositor. Así fuera una música original de la película, yo no registro nada del sonido. Me concentro tanto en la cuestión visual que me olvido de la música, ¡siendo músico! Animatissimo no es lo mismo porque es como si fuera la película. La música de películas es linda, espectacular de repente, maravillosa y todo, pero entonces lo tocan una vez y otra vez y otra vez porque no hay más, porque la película no requiere más, ¿no es cierto? La música sinfónica, un compositor sinfónico hubiera hecho una cosa extraordinaria con ese tema; seguramente un edificio sinfónico que no se puede hacer en una película. Entonces yo no sé si John Williams por ejemplo hubiera hecho una sinfonía con el tema de La guerra de las galaxias. A mí me encanta, me encanta La guerra de las galaxias, Indiana Jones, Superman… todos esos temas. Cuando digo temas me refiero a la idea musical, porque ahora todo el mundo dice “tema” entonces, en los mismos músicos, cada vez que me lo dicen en la Orquesta, me estresan. “El tema tal” y se refieren a una sinfonía completa… eso es un disparate porque una sinfonía tiene un montón de temas, pero no es un tema. Es el término mal usado.

Carla Anamaría.- Usted dijo que lo visual a veces distraía un poco de la orquesta…

Pablo Sabat.- A mí, totalmente…

** La próxima semana haremos la tercera y última entrega de la entrevista al maestro Pablo Sabat.

Edición: Johana Perleche

johana.perleche@unmsm.edu.pe

Lima, 16 de julio de 2018

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Docencia e investigación de la comunicación en la era del Big data

Fake news vs. fact check

Narrativas visuales

Periodismo de datos

Narrativas visuales

Innovación en la investigación en comunicaciones

Autores:

Jacqueline Oyarce-Cruz

Jesús Flores Vivar

Elizabeth Salazar Vega

Alonso Estrada Cuzcano

Gloria Rodríguez Garay

M. Patricia Álvarez Chávez

Silvia Husted Ramos

junio 2018

 

III Seminario Científico-Profesional. Docencia e investigación de la comunicación en la era del Big data.

© MediaLab UNMSM

junio de 2018

Calle Germán Amézaga 375, Ciudad Universitaria

Teléfono: +51 964 265 578

Web: http://medialab.unmsm.edu.pe/

Correo electrónico: nit.medialab@unmsm.edu.pe

ISSN: 2663-0230

EditorCarlos Gonzales García

Coordinadores del evento:

Bruno Amoretti Aliaga

Frank Capuñay Laynes

Zabdi Mejía Poma

Fabrizio Peceros García

Lia Peralta Florez

Shirley Ramos Martínez

Shana Taco Loaiza

Diseño:

Dante Alfaro Fontaine

 

NOTA EDITORIAL: Los contenidos de las exposiciones publicados en esta obra son de responsabilidad exclusiva de los autores; asimismo, estos se responsabilizan de obtener el permiso correspondiente para incluir material publicado en otro lugar.

Contenido

Presentación

Carlos Gonzales Garcia

Evolución y desarrollo del Media Lab de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Jacqueline Oyarce-Cruz   

Fake News vs. Fact Checking

Jesús Miguel Flores Vivar    

Narrativas visuales y multimedia para producir historias en la web

Elizabeth Salazar Vega  

Ética de datos

Alonso Estrada-Cuzcano   

El trabajo del laboratorio Digitlab de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez  (UACJ) de México

Gloria Rodríguez, Martha Álvarez, Silvia Husted                 

Ver el texto completo en:

http://revista.letras.unmsm.edu.pe/index.php/itc