Se abren las apuestas
La función empieza con un retablo decorado con proyecciones de flores y filigranas de colores plateado, morado y blanco y como fondo una obertura. Las puertas del Retablo se abren, los músicos con vestimenta típica de color rojo aparecen en escena. La expectativa del público es grande, los aplausos no dejan de sonar. Por sus 10 años de trayectoria artística, el Elenco Nacional de Folclore (ENF) nos vuelve a presentar “Retablo de Candelaria”. Este espectáculo cuenta con un elenco conformado por más de 50 artistas, entre bailarines y músicos, quienes están bajo la dirección de Fabricio Varela Travesi.
Al ritmo de la zampoña y tambores se inicia el pago a la tierra, a la Pachamama. Sale una pareja, el varón empieza a hablar en quechua y la mujer le pasa los implementos necesarios para realizar el ritual. La voz del varón, su convicción y el respeto por la naturaleza -como algo sagrado- se transmite.
Los artistas salen a escena y nos sorprenden con el Carnaval de Santiago de Pupuja, una danza agrícola – ganadera que tiene su origen en la fiesta de San Sebastián, que coincide con la fecha de marcación del ganado, que es a fines de enero, y en épocas de cosecha que empieza a fines de febrero. Como toda danza carnavalesca, se refleja el cortejo entre varones y mujeres, además de la algarabía por el éxito de sus cosechas . Las miradas están puestas en el escenario, nadie quiere perderse ningún detalle de esta pieza. Las palmas continúan al ritmo de la música. Los guapeos se escuchan en todo el Gran Teatro Nacional (GTN).
La siguiente pieza es Unucajas, danza autóctona y guerrera del distrito de Azándaro, Puno. Ejecutada desde los gobiernos de los incas Huayna Cápac e Inca Roca con la finalidad de conquistar tierras fértiles. Actualmente, la danza refleja lo pastoril y la sátira donde las mujeres se burlan de la fuerza de los varones. Los bailarines, a lo largo de la pieza musical, acompañan con banderas blancas y globos. Se oye un “Nadie nos pisa el poncho” por parte del elenco,y es que los varones flamean las banderas fuertemente y sueltan latigazos en símbolo de masculinidad.
El escenario nos muestra proyecciones de lluvia y truenos. Es en ese momento cuando los Sicuris de Taquile – en ese contexto – ingresan a llenar el escenario de alegría y, además, con una fuerte interacción con el público. Los varones se sientan mientras tocan sus zampoñas y demuestran su destreza musical, las mujeres acompañan con sus guapeos. La algarabía puede más que el clima lluvioso y continúa el homenaje a la Virgen de la Candelaria, patrona de Puno.
La banda sonora vuelve con fuerza, la atención de los asistentes al teatro es mayor. ¿Con qué nos deleitará el ENF? Es una Llamerada, danza con origen en la nación Aymara, que representa la vinculación del hombre andino con la llama, camélido que da alimentación, transporte y abrigo desde tiempos inmemoriales. Los bailarines imitan el caminar gracioso de este animalito, lo hacen de manera uniforme. La música es muy estimulante y las frases melódicas – que se repiten constantemente – son acompañadas por las voces del público.
La misma escena se repite con la Kuyawada, danza precolombina vinculada a la actividad de los hilanderos y tejedores, pues representa la textilería andina como actividad laboral en la economía y cultura Aymara. Como símbolo de esto, los bailarines llevan una rueca en sus manos. Colores como el celeste, plateado y blanco resaltan en el escenario. Tanto los artistas como el público corean la música de fondo, “Pedidos al corazón”.
Es difícil ser indiferente frente al espectáculo de primera que nos brinda el Elenco Nacional de Folclore, más aún con la presentación del Waca Waca, Caporales, Morenada y la infaltable Diablada que nos transmiten esas ganas de bailar.
Orgullosos de ser peruanos
La identificación y difusión de nuestra diversidad cultural es una tarea que debe empezar por la aceptación de nuestras raíces, algo que en esta función – de tan sólo dos horas- es presentada con mucho orgullo. Esta propuesta que propaga el orgullo por lo nuestro, viene renovada en los Caporales donde un reparto de mujeres realiza la misma coreografía que los varones – con la misma vitalidad y fuerza-, lo cual en un caporal tradicional, no se vería, puesto que las mujeres usan faldas y hacen pasos más ligeros. Por otro lado, la personificación de la Virgen de la Candelaria – realizada por una bailarina del elenco- y acompañada por el reparto de bailarines que se arrodillan como símbolo de respeto y veneración, traslada al público a la misma festividad.
Un elenco de músicos y bailarines que ponen a vibrar a cientos de personas en un corto tiempo; un elenco que pone alma, corazón y vida en el escenario. El ambiente genera- entre gritos y aplausos- emociones de alegría, sorpresa y nostalgia. Termina la función y lo que se encuentra es una sala con mucho orgullo, sentimientos encontrados y con ganas de ver más de nuestro rico Perú.
Texto: Valeria Alexandra Mantilla Carranza
valeria.mantilla@unmsm.edu.pe
Foto: Elizabeth Diana Condori Quilluya
elizabeth.condori@unmsm.edu.pe
Media Lab UNMSM @MediaLabUNMSM
Lima, 28 de marzo de 2019