Alzira ¿conquista o invasión?

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Territorio, costumbres, lengua, religión, todo ello arrebatado sin previo aviso, sin remordimiento porque quizá creían que era lo mejor. ¿Lo mejor para quién?, para nosotros no.

¿Una hija tiene un precio? Puede que la mayoría responda que no, pero ¿qué haríamos si de nosotros dependiera el cese de violencia en un territorio? ¿Qué responderíamos si nos ofrecieran la paz a cambio de un matrimonio con el enemigo?

Lo mencionado anteriormente se presenta en Alzira, una ópera compuesta por Guiseppe Verdi que está ambientada en la Lima Colonial. En esta se muestran una serie de conflictos recurrentes entre españoles y peruanos (opresores y oprimidos), cuestión que es recalcada en el prólogo y los dos actos que conforman la ópera.

Verdi se inspiró en el drama Alzire ou Les Americains de Voltaire; sin embargo, a diferencia de Voltaire, quien se centró en los problemas sociales que se dieron a raíz de la conquista española y de una clara crítica a la religión, Verdi se concentró en el triángulo amoroso entre Zamoro (Perú) , Alzira (Perú) y Guzmán (España). Así, lo que nos traen a escena los elencos del Ministerio de Cultura del Perú es una combinación entre ambos autores. Esto se da gracias al director escénico Jean Pierre Gamarra, quien vuelve un poco a lo planteado por Voltaire, sin dejar de lado a Verdi; además de añadirle elementos actuales que considera necesarios para tener una visión más realista de lo ocurrido.

Opresores y oprimidos es básicamente lo que se observa y, dado que esto no solo pasó durante la época de la conquista española, Gamarra resalta al inicio del primer acto los testimonios de los sobrevivientes de la guerra interna a través de los audios de la Comisión de la Verdad, comisión que se encargó de elaborar un informe acerca de las víctimas del terrorismo en el Perú durante los años 1980 y 2000. Entre los audios podemos rescatar una frase que resume lo dicho: “ojalá nosotros seamos considerados peruanos”.

CRÍTICA A LA RELIGIÓN

Otra cuestión a resaltar en la ópera Alzira es la crítica a la religión, o al desarraigo de una considerada “no adecuada”.  “Ahora piensa en tu pueblo, sin jefes y sin dioses”, dice Ataliba al pedirle a su hija Alzira que se case con Guzmán, virrey del Perú. La petición evidencia desesperación, ya que conceder a su hija en matrimonio parece ser la única opción para asegurar la paz en un territorio que además de haberse quedado sin jefes, se ha quedado sin dioses, sin religión.

En el acto dos la crítica es más explícita. Una doncella que luce humillada y desesperada coge su vestido roto. Detrás de ella aparece un sacerdote, quien se arregla la sotana. Guzmán y sus simpatizantes los miran y muestran una sonrisa cómplice ante el hecho. “Se repartirá el botín del enemigo” cantan todos al unísono, mientras la doncella solloza sin cesar. Ha sido violada por el sacerdote, pero eso no importa, ya que en vez de acudir en su ayuda, han considerado a las mujeres como trofeos de guerra.

Además de lo mencionado, el bautizo de Alzira antes del matrimonio con Guzmán significa la conversión, el sometimiento a una doctrina impuesta, que no se ha elegido seguir. Por ello una Alzira humillada menciona: “No seré la esposa, sino la víctima en el altar”.

Más que un triángulo amoroso, Alzira nos presenta un conflicto social que sucedió en nuestro país entre 1533 y 1821, periodo de la Colonia que significó cambios políticos, sociales, económicos, religiosos, culturales y una larga lista de etcéteras. Entonces, ¿fue conquista o  invasión lo que se vivió?

Posdata: Jean Pierre Gamarra utilizó como fondo de algunas escenas una persiana hecha con cadenas. ¿Fue algo parecido a la esclavitud lo que se vivió en aquella época?  

Por: Johana Perleche

johana.perleche@unmsm.edu.pe

Fotografía: Elizabeth Condori

elizabeth.condori@unmsm.edu.pe

Lima, 06 de diciembre del 2018

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