La música fue hecha, exclusivamente para bailar y cantar, decían mis padres; pero tenía el presentimiento de que existía algo más, algo nuevo que aún no descubría. ¡Y cómo no hacerlo, si hasta el momento me había negado a salir de la rutina! Desde lo más pedido como la salsa, cumbia, bachata, k-pop, hip hop y rock hasta la música vernacular conformaba el repertorio musical de mi móvil. Pero ¡había más!, yo sabía que existía algo más!
“Mira, allí están los músicos”, dijo mi compañera. Las luces se encendieron sobre los noventa artistas que protagonizaban el momento. Cada miembro de la Orquesta Sinfónica Nacional acomodaba sus instrumentos bajo la atenta mirada de su director… y de la varita mágica de ese instante: la Batuta!
Comenzó a sonar la Sinfonía n°2 mientras yo recordaba que las palabras no son el único medio por el cual una persona expresa diferentes sentimientos y emociones. El lenguaje corporal del director de orquesta, el mexicano Juan Carlos Lomonaco, revelaba la armonía de ese equipo: las piezas fundamentales de la música que nos llevaban a todos los asistentes al teatro a otro universo, al universo de la sonoridad.
Sinfonía N°2 es una composición rusa creada hace más de un siglo por el compositor Sergei Rachmaninoff. Tiene cuatro momentos que revelan el matiz romántico de la pieza musical y cada uno de ellos genera emociones distintas. ¿Por qué? Comenzaré aclarando que el término “romántico” no se refiere a que el ritmo musical deba ser lento o melancólico y por tanto aburrido, como muchos creen…sino más bien a la mezcla o fusión de variadas sensaciones como el temor, que provoca el congelamiento de la piel; la alegría, que hace desbordar al amor; y la tristeza, como origen de la nostalgia, o viceversa.
Las melodías entrelazadas del violín, las violas, los violonchelos, los contrabajos, las flautas, los oboes, los clarinetes y la percusión formaban una armoniosa composición romántica de la cual resulta imposible escapar. Atrapa la imaginación y como sabemos no hay nada más maravilloso que el poder de la imaginación. Lugares y experiencias que físicamente no conocemos son posibles de ser vividas a través de un viaje imaginario y a ese viaje nos invita la música.
Concierto para dos pianos
Cuando cerrábamos el círculo de Sinfonía N°2, comenzó el Concierto para dos pianos. Carmen Escobedo y Diego Puertas al piano demostraron la pasión y la entrega que sienten al entregarse al sublime sonido del piano. “Concierto para dos pianos” de Francis Poulenc es una composición clásica que es capaz de situarnos en diferentes escenarios con solo escucharla; sus tres movimientos no remiten a las partituras liricas de Stravinsky; al ritmo agudo de Satie; y a los pasajes lentos de Mozart.
Cuando el público comenzaba a retirarse del teatro observé la presencia de niños, jóvenes, adultos, personas de avanzada edad y recordé las palabras de Lomónaco: “La música es el lenguaje universal con el que podemos comunicarnos con mucha facilidad”.
Finalmente supe que ese algo SÍ EXISTÍA!
Por Yessenia Coronel
Lima, 13 de marzo de 2018