La perspectiva desde la que se trate una historia puede hacernos repensar quién es bueno y quien malo.
Nos hemos acostumbrado a juzgar personajes por la mirada que se les da en determinado contexto, pero no nos hemos detenido siquiera a considerar qué los llevó a ser así. Si bien los personajes no tienen vida fuera de la mente del escritor, sí la pueden tener dentro de la nuestra. Es así que Fagin’s Twist nos cuenta otro lado de la historia del Oliver Twist de Dickens.
De esta manera, Tony Adigun, coreógrafo y fundador de la compañía de danza Avant Garde y Maxwell Golden, escritor de esta puesta en escena, reflexionan acerca de la otra cara de la moneda para presentar la historia de Fagin, personaje avaro que trafica con bienes robados. La obra no pretende justificar sus actos, sino profundizar en las causas que lo llevaron a cometerlos.
El contexto de la Revolución Industrial en Inglaterra es crucial para entender la historia y las representaciones que encierra. Fagin’s Twist inicia con un grupo de bailarines vestidos de blanco que se pasan una caja negra en la que se encuentra un sombrero del mismo color. No es la lucha por un sombrero, sino la lucha por lo que representa: status. Lo que se corrobora cuando quien sube a la cima es el que lleva el sombrero puesto.
La función se divide en dos partes, en la primera se habla de la infancia de Fagin en una fábrica, luego su amistad con Bill Sykes y cómo ambos tienen diferentes ideales. Poder, status… Fagin busca cambiar el rumbo de su vida paupérrima con un reloj de bolsillo de oro. Bill, un poco más idealista piensa en la pasión, en el amor de una novia. Así, logran salir de la fábrica y eligen el camino de traficantes de bienes robados para lograr cumplir sus objetivos. “La luz del sol no nos protege tanto como la oscuridad”, alegan; y es así como esta parte culmina con el logro de Fagin al obtener el reloj de bolsillo de oro que reforzaría su dominio.
Es en la segunda parte en la que Oliver Twist hace su aparición. Oliver, como otros jóvenes, llega reclutado por Artful Dodger y aprende las mañas del oficio. Se lo representa como alguien oportunista, mentiroso y lujurioso – constante en otros personajes. En esta parte Fagin es presentado como alguien que, al tener en su poder a muchos jóvenes, se preocupa por ellos también. Así, en un monólogo nos muestra la parte humana del muchas veces llamado villano, sin justificar sus actos, pero conociendo los motivos detrás de ellos.
Al final es Oliver quien mata a Fagin y alcanza el poder. Sombrero, abrigo y el reloj de bolsillo de oro son el equivalente a una corona y un castillo. Él se ha convertido en el nuevo rey. Aquí se muestra la codicia frente a la pobreza que ocurría durante la Revolución Industrial y que ocurre aún en nuestros tiempos.
“Innovar, nunca replicar” es el lema de Avant Garde Dance, y no podríamos estar más de acuerdo con ello ya que esta es una obra que combina el lenguaje hablado y el lenguaje de la música a través de la danza. Así, existen partes narradas, monólogos y diálogos entre actores, pero también escenas en las que se cuenta la historia solo a través de la danza, sin ninguna palabra necesaria. También nos topamos con que Artful Dodger, encargado de reclutar niños para enseñarles el “arte de robar”, puede salirse de personaje para hacer las veces de narrador.
Minimalismo. Un fondo de madera que se doblaba y triplicaba las veces necesarias para transformar el escenario fue el principal elemento para dar vida a Fagin’s Twist. El propio elenco movía la pieza, bailaba y actuaba en ella. La música, producida únicamente para la obra, y la iluminación tenue transportaron a los espectadores a este mundo.
Texto: Johana Perleche García
Fotografía: Natali Conde
@MediaLabUNMSM
Lima, 18 de abril de 2019