Maritza Núñez y Nilo Velarde: música bajo el mar

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Entrevista

La dramaturga y directora de coros Maritza Núñez y el compositor peruano Nilo Velarde desbordan sencillez y delicadeza al hablar. Ella, con su gran pasión por la escritura y especial encanto por la ópera y él, con un bagaje musical amplio que ha llevado que sus obras sean reproducidas y grabadas por reconocidos solistas y ensambles musicales, en esta oportunidad, conversan con el Club de Jóvenes Críticos (CJC) sobre La Ciudad bajo el mar. Una obra, dirigida por Jean Pierre Gamarra y con la participación del Coro Nacional de Niños (CNN), que nos recuerda la importancia no solo de la preservación de nuestro medio ambiente sino también del poder que tienen los niños y su participación en asuntos importantes para la sociedad.

La Ciudad bajo el mar, a través de sus líneas y la música, nos lleva a un viaje de fantasía y realismo donde los espectadores también son protagonistas de la historia. Las mentes creadoras de dicha pieza nos cuentan sobre el proceso creativo, las expectativas y la trascendencia de este evento.

¿Cómo es que surge la necesidad de contar una historia donde los niños toman el control de un asunto ecológico importante que nos involucra a todos?

Maritza Núñez: Cuando hay un tema de esta naturaleza, un tema ecológico tan importante, uno puede contarlo de distintas maneras. La meta es siempre la misma: hacer una historia atractiva y que cautive. Si lo consigues, creo en la posibilidad de una obra artística como medio para influenciar y llamar a la reflexión.

En el caso de esta ópera, más que infantil, considero que es familiar. Es una ópera familiar porque lo han dicho muy bien también involucra a los adultos. Eso siempre es un reto, ¿cómo crear una historia que, siendo seria y con temas serios, sea atractiva? Yo creo que es la fantasía de escritora. Adoro el mar y desde muy chica he visto muchos documentales sobre este mundo y quise buscar esta especie de cuento de fantasía. Por ello, surge Meriterras y la historia de los niños corales, que son niños pero de otro ambiente y hábitat.

Para trazar la idea, la intención era crear un puente entre ese mundo de fantasía y la ciudad, el medio urbano, por eso pensé que los seres que tienen las antenitas más sensibles siempre son los niños.

El niño no necesita el idioma, por ejemplo, un niño de un país con una lengua puede jugar perfectamente con otro y ni siquiera se dan cuenta que están hablando idiomas distintos porque hay una capacidad de abrirse, una entrega y una necesidad de comunicarse, por ello, pensé que ese era un buen canal; luego pensé en la historia donde tiene que haber obstáculos. Estos obstáculos lo ponen los adultos. Es más, creo que el niño nace con sabiduría y con una mirada tremendamente profunda; un adulto, a veces, se olvida de estas cosas. Para empezar uno, poco a poco, va perdiendo su yo niño, esa es una pena. No recuerdo que filósofo o escritor decía: “El filósofo es el adulto que no ha perdido la mirada de niño”. Yo creo que es verdad, en este caso es también un jalón de orejas, porque aparece el personaje del Alcalde, que no tiene que ver con alguno en concreto. La historia es universal, puede presentarse en cualquier país y va a tocar los mismos temas y los va a conmover de la misma manera. El hombre sin fantasía representa eso: el adulto ya bloqueado.

En la obra, el adulto interpreta a nuestras propias autoridades e incluso existe una crítica hacia ellos.

Maritza Núñez: Hay una crítica fuerte porque la persona que tiene poder no siempre mantiene la sensibilidad. El discurso de un político puede cambiar mucho desde el momento que está prometiendo algo hasta que está en un puesto. Sí, hay una crítica a las autoridades, sobretodo a la ceguera de los gobernantes.

Los niños logran convocar marchas y a los medios de comunicación solo usando  redes sociales, con ello comprobamos su poder e importancia.

Maritza Núñez: Es muy importante. En este caso, ahora que hay un mundo en el que, en un segundo, se está viviendo distintas situaciones que ocurren en otras partes del mundo y todas se relacionan, esa posibilidad de contacto inmediato es tan importante y vale la pena usar. Asimismo es un homenaje al niño de este momento que nos da lecciones porque hay que reconocer que mi generación y la tuya no vivieron con la misma conciencia de responsabilidad ecológica que tiene el niño ahora. Porque, actualmente, el niño le dice al adulto: “¡No hagas esto, no hagas lo otro! ¡Cuida el medio ambiente!”. Acá son los niños los que producen algo, los que solucionan un problema. Yo me cuido muchísimo de mantener una relación muy cercana con ellos, he trabajado y he escrito para ellos porque tienen una mirada muy crítica. Con el niño se  puede hablar de la vida, de temas políticos y sociales.

¿A qué se debe que las melodías de la obra te remitan una constante sensación de alerta y misterio?

Nilo Velarde: Aquí trabajo esta idea de esos dos mundos. He tenido la suerte de hacer buceo. La sensación que tiene una persona que ha hecho buceo, la he transmitido un poco dentro del mundo del mar. Todos los tiempos son más lentos, las cosas se sienten como en otra densidad y, en mi caso, da la casualidad que esto me ayudó a crear esa sensación porque siempre está presente eso que mencionas, la alerta constante. Hay ciertos elementos y recursos musicales que utilizo para mantener esa tensión, puede estar pasando algo pero siempre se regresa a esa inquietud. Al final más bien, la idea es que toda esa tensión se va a disipar y se va cuando ellos vuelven a dormir y esa atmósfera tensa se vuelve mágica.

Para crear el otro mundo, el de los niños de tierra, usé algo muy cercano a ellos: el mundo de los videojuegos. He usado sonoridades que evocan un poco la melodía de los videojuegos y es así cómo obtengo el mundo de la tierra y el mundo del mar.

Si una historia es buena y tiene un buen libreto, el compositor va a hacer que la música fluya porque se tiene elementos con que trabajar. Es un manera de comunicarse, lo exquisito de la música es que no transmite una sola cosa, cada  persona va a percibir algo diferente porque no son palabras sino son cosas subjetivas, son acciones.

¿Cuál es la importancia que el público juvenil y aquellos que no asisten constantemente al teatro puedan apreciar este tipo de funciones?

Nilo Velarde: Si uno dice ópera, entiendo que nuestro país no es un país de tradición de ópera. ¿Qué es eso? Una gorda cantando, no sé, cosas de ese tipo que uno puede asociar porque en los dibujos animados cuando hablaban de ópera ponían eso. Por un lado hay un tema muy interesante para todos, hay una idea que comunicar y hemos buscado, tanto Maritza como yo, ella en su libreto y yo en la música, de que esa comunicación sea y se sienta natural.

En la ópera se canta con voz lírica pero no significa que están haciendo una cosa seria sino es algo que se busca expresar. Es su manera de expresar pero dentro de un contexto que puede ser tenso por un momento, por otros ratos muy divertidos y eso es un poco de lo que hemos buscado. No es algo de seriedad, es una cosa de comunicarse, es expresión.

Para mí básicamente es esa la palabra. Lo que hago con la música es expresar, no expreso lo mismo, expreso lo que cada uno sienta que yo expreso.

Por otro lado, en esta obra trato de usar elementos que son melodías cotidianas para las personas, no son rebuscadas, son sonoridades que uno pueda haber pensado: “Yo vine al teatro pero me senté y es como si estuviese viendo una película”. Y existen películas que, a veces,  tienen música mucho más complicada, pero ¿por qué funciona? Porque está amarrada con esa idea de expresión, del arte escénico, lo que se está viendo, sintiendo y expresando.

Maritza Núñez: Creo lo mismo, has dicho algo interesante (dirigiéndose a Nilo). Por un lado lo cotidiano y por otro, el tema mismo pero además el lenguaje usado en la historia y en el guion.

¿Cómo no van a venir ver los niños, adultos, ancianos? ¿Cuántas veces puede uno escuchar a los niños corales en este lenguaje que me costó tanto tiempo? Es una oportunidad única en la que también existe una especie de juego, de abrir el misterio porque este misterio empieza desde que sabemos que ellos no hablan nuestro idioma además pasé mucho tiempo investigando los sonidos de las ballenas y de los animalitos, eso produce el misterio.

En cuanto a la ciudad es lo más cotidiano, por ejemplo, Mario Bross submarino. Se me ocurrió que era lo mejor que reconoce un niño. Luego está la madre que no le cree al niño, el niño con el drama de “¡nunca me cree!, ¡cree que soy un inútil!”. ¿Quién no va a reconocer esa situación de mamá-hijo? Esto hace que la pasemos bien porque reconocemos situaciones, personajes, lo que pasamos y nos sentimos identificados.

Esta urgencia que se transmite y produce ese suspenso viene de la historia. Los niños corales que inventé tienen un ciclo, despiertan cada 25 años, permanecen despiertos 37 horas y solo pueden salir 6 horas a la superficie. Esta vez están las masas de plástico y el niño dormido representa la amenaza de muerte, ¿quién no se ve involucra si tiene que salvar un grupo que representa la vida? No solo en Meriterras sino la vida.

Esa sensación de suspenso, ese reloj de arena que echa a andar desde el comienzo y que se ha reflejado también en la música ha creado una sensación de angustia que nos hace transitar por la historia igual que en el cine. En una cosa de detective, se produce el crimen y ¿cómo vamos a salir de este asunto?, es lo mismo acá. ¿Vamos a salvarlos o no? Si lo salvamos, ¿qué pasa?

El lenguaje es muy cercano y cotidiano con muchas melodías sin perder el carácter y la calidad y el producto artístico contemporáneo es muy cercano, son melodías bellas que se pueden recordar.

Recuerdo la primera vez en la primera temporada dos momentos que me conmovieron. Después de una de las funciones, una mamá iba con una niña negociando y dando un compromiso: “Yo no me voy, mamá  sino no me prometes que me traes el próximo domingo”. Luego, otro niño salía con la madre desesperado: “¡Mamá, apuremonos tenemos que ir casa para sacar las botellas de plástico!”. Eso te habla de que al niño le transmitió la necesidad de actuar y algo cambió, llegó el mensaje y con una sola vez que presenció la obra.

Yo creo que el joven sí podría. Visualmente está muy lindo, ¿Por qué un musical llamaría la atención de un joven y esto no? Aquí hay melodía, hay movimiento, hay conflictos y hay contradicciones.

Sobretodo hay un mensaje…

Maritza Núñez: Exacto, yo sí creo que lo van a pasar bien.

Entrevista realizada por Andrea Cáceres

silvia.caceres1@unmsm.edu.pe

Fotografía: Ronald Cueva

ronald.cueva1@unmsm.edu.pe

 

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