Vas en el autobús de camino a la universidad o al trabajo, es hora punta y llevas media hora en el mismo lugar. Compruebas la hora en tu reloj y notas que ya es muy tarde. ¿A quién no le ha pasado? Ya no sabes qué pensar y en vez de enfadarte, prefieres distraerte. Sacas el celular, te colocas los auriculares y comienza a sonar una melodía que te hace olvidar de la bulliciosa y caótica ciudad de Lima. En ese momento, el ritmo y la letra de tu canción favorita provocan en ti una sensación muy distinta a la que tenías minutos antes. Es probable que te hayas dado cuenta del cambio de ánimo, por lo que solo esbozas una pequeña sonrisa.
Y es que la música tiene ese poder increíble de brindarte más de una emoción a la vez. Puede hacerte reflexionar sobre algún pasaje de tu vida, ser compañera en tus momentos de paz y tranquilidad, así como llenarte de alegría, incluso hacer bailar al más duro de tu círculo de amigos. Entre tantos estilos y géneros, hay una en especial que suele ser poco aceptada por los jóvenes, ya que se tiene la errónea creencia que solo es música para personas mayores. Estamos hablando de la habitualmente llamada música clásica que en realidad es música académica del siglo XX.
Durante el siglo XX, época de grandes cambios sociales y avances tecnológicos, el arte, en especial la música, rompe esquemas tradicionales y crea nuevas técnicas de composición y adopta como característica principal la diversidad del lenguaje musical, es decir, no hay un género dominante. Surgen nuevos estilos como el modernismo, que tiene influencia progresista de los finales del siglo XIX y busca en el arte la ruptura de las formas clásicas ya conocidas, por ejemplo.
El viernes 16 de febrero, la Orquesta Sinfónica Nacional del Perú (OSN) presentó su Gala de Apertura para la Temporada de Verano 2018 en el Gran Teatro Nacional. Este evento contó con artistas invitados como Juan Carlos Lomónaco, director titular de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (México), y los pianistas peruanos Carmen Escobedo y Diego Puertas. Recordemos que este año, la OSN cumple ochenta años de existencia, por ello, se preparó este recital de gran calidad musical que cautivará a más de uno. Un espectáculo, sin duda, para grandes y chicos.
No es la primera vez que comparten escenario, Diego Puertas y Carmen Escobedo ya han sido cómplices en conciertos pasados como aquel en conmemoración de la Fiesta Nacional de Francia en el año 2009; sin embargo, esta ocasión es diferente, es especial. Ellos interpretan Concierto para dos pianos de Francis Poulenc.
Esta obra musical fue estrenada en Venecia el 5 de setiembre de 1932 bajo el marco del Festival Internacional de Música de Venecia con la Orquesta de La Scala de Milán. Según Lomónaco: “Contiene elementos impresionistas de influencia francesa y momentos clásicos que nos recuerdan a Mozart. Es una obra muy rica en toda esta gama de estilos, presentada al público en solo veinte minutos”.
Se trata de una composición dividida en tres movimientos: el primero de ellos contiene la influencia de Stravinsky y su lirismo íntimo, además de su gusto por los ritmos estridentes de Satie; el segundo remonta los pasajes lentos de Mozart y en el último, se congenian diversos estilos en la que es reconocible la influencia de la música de salón parisino.
Cada nota sonó en correcta armonía y mantuvo vivo, de inicio a fin, el objetivo principal: alcanzar la perfecta interpretación. Los niveles de concentración fueron cautivantes, la pasión por la música se reflejó en los rostros de cada protagonista y ese sentimiento de amor fue presenciado por el público espectador que guardó silencio y esperó el momento preciso para ovacionar a los solistas.
Sin perder el entusiasmo, los músicos siguieron atentos a las indicaciones del personaje delante de ellos. Ningún error fue omitido por Lomónaco, que cada vez que sale al escenario disfruta cada segundo, se olvida del exterior y cumple la labor de transmitir al público su mayor pasión: la música. “Una vez iniciado el concierto, estoy inmerso en ella y es lo mejor que puedo hacer porque así el público disfrutará de esta magnífica agrupación y de un momento tan emocionante en unos de los mejores teatros de América”, relata.
Con la siguiente pieza, los sonidos siguieron entrelazándose y formaron el aforo donde el violín, el chelo, la viola, el violonchelo, el oboe, la flauta, la percusión y el contrabajo se convirtieron en los siguientes protagonistas de la velada.
Sinfonía N.° 2 es una obra estupenda de la literatura musical compuesta por Sergei Rachmaninoff entre los años 1906 y 1908. Su estreno fue el 8 de febrero de 1908 en San Petersburgo bajo la dirección del propio compositor. Esta pieza representa en su totalidad al autor y su personalidad romántica con la herencia de la sinfonía rusa y de la obra de Tchaikovsky, a quien consideró fuente de inspiración.
Las notas jugaban entre sí, la conexión con el público seguía intacta mientras el “lenguaje internacional de la música” permitía comprender hasta el más mínimo compás. Luego de dos horas, la función estaba por acabar. Fue una experiencia única. Los aplausos se escucharon en todo el espacio y al salir del teatro, se podía observar cómo las personas se retiraban sonrientes.
En la actualidad, con toda la tecnología que manejamos, el ser humano ha dejado de disfrutar de estos placeres que te dan las artes escénicas. Ya sean la danza, la música, el teatro o el arte en general, cada una de estas disciplinas contribuye a la construcción de la sensibilidad humana. Juan Carlos Lomónaco, al finalizar la entrevista, nos dejó una frase que ha calado el corazón de esta humilde autora y que resume, a mí parecer, uno de los principales problemas de las personas. “El ser humano es el único capaz de trascender a través, desafortunadamente, de la destrucción y del arte. Puede destruir una ciudad, el mundo incluso. Un animal no puede hacer eso, nosotros sí tenemos esa terrible posibilidad, pero también podemos trascender dejando una catedral o un cuadro de pintura. Esa es la lección del ser humano”.
Está clarísimo. ¿Tú cómo deseas trascender en el mundo?
Por Andrea Cáceres Huamaní
Fotografías: Natalí Conde
Lima, 5 de abril de 2018
Lima, abril de 2018