Vértigo: unión entre el hombre y el universo

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El choque entre una sensación interior de quietud,

la entrega completa del cuerpo a la fuerza de la gravedad

y el ruido que nos rodea,

el zumbido que acecha dentro de todos nosotros.

Cediendo a la fuerza de la gravedad

y reconectándonos con el universo,

con la fuerza vital que nos une a Tierra y entre sí.

Sin intentar controlar lo que ya no tenemos

para volver a ser una parte del todo.

 

Constante y monótono, sin altos ni bajos. Así podría ser descrito el ruido blanco, aquella pantalla invisible que sirve de barrera para ignorar otros ruidos del entorno. Aquel que produce la mayoría de artefactos al funcionar, como el refrigerador, el microondas, la lavadora, el ventilador, la computadora, la radio o el televisor cuando no está en un canal definido, el motor del auto, etc. En suma, es aquel ruido al que estamos expuestos constantemente en el lugar en el que nos encontremos.

Ahora que tenemos una noción de lo que es el ruido blanco, surge la interrogante de por qué Noa Wertheim creó una coreografía titulada así. Ante esta pregunta hay dos tipos de respuestas, la larga y la corta. La respuesta corta es «debido a su interés en temas ambientales y preocupación por cómo el hombre se desconecta cada vez más de todo aquello que le rodea, siendo una de las principales causas la tecnología». La respuesta larga tiene detrás todo un contexto que nos adentra en la creación de la compañía de danza israelí Vertigo, fundada en 1992 por los esposos Noa Wertheim y Adi Sha’al. El nombre de la compañía se debió a que Sha’al fue piloto de la fuerza aérea de Israel. De ahí toman el concepto de vértigo, el sentirse mareado, confundido y de repente perder el control, lo que muchos pueden considerar una experiencia negativa; sin embargo, ellos conciben la idea positivamente, siendo esta una oportunidad para reinventarnos como alguien nuevo cada día.

ARTE, HUMANIDAD Y NATURALEZA

Arte, humanidad y naturaleza son los pilares de Vertigo, cuyos integrantes no solo perciben a la compañía como una manera de hacer danza, sino como un modo de vida. Ello no habría sido posible sin Vertigo Eco Art village, lugar en el que se deja de lado la tecnología para conectarnos con nosotros mismos y el universo. Noa y Adi señalaron que su creación se debió a la preocupación de que no era suficiente con conectar el arte con las personas y la vida real, sino que también se tenía que hacer algo por la sociedad y por el ambiente en que vivimos.  

En esa línea, las coreografías están ligadas a temas ecológicos, a la conciencia social de la Tierra y los problemas que padece, de ahí que se creara Ruido blanco, que presenta la forma en el que el individuo lidia con la tensión entre los sonidos naturales y los creados por el hombre.  

Un código de barras tatuado en la espalda de cada bailarín representa la homogeneización de la especie humana, que ha sido etiquetada cual producto. Con esa escena, entre tinieblas y música de tensión, empieza Ruido blanco.

TRABAJO TÉCNICO Y ESPIRITUAL

Escuchar y conocer el funcionamiento del cuerpo, conectarse con este y luego con el universo son aspectos espirituales que el bailarín debe desarrollar. De esta manera encuentra tranquilidad dentro del conflicto en el que se encuentra inmerso. Luego, el cuerpo descubre la manera de expresarse y comienza a moverse por sí mismo. Delicados, ondulantes y de una sensualidad relajada son los movimientos que representan a la naturaleza, realizándose la mayoría en el piso.

Por otra parte, el aspecto técnico se demuestra en la influencia del ballet, las artes marciales y las acrobacias que se ejecutan. Estos movimientos destacan cuando el hombre parece luchar contra todo aquello que lo aturde. La sensación de libertad que tanto anhela sentir el ser humano se ve intensificada en los saltos bruscos, asociaciones entre bailarines, caídas y levantadas rápidas, lanzamientos desde lo alto y confianza en el compañero que te atrapará.

Las imágenes visuales que crea Ruido blanco en nosotros, con transiciones violentas de momentos apaciguadores a vertiginosos nos hacen pensar en la constante lucha en la que estamos inmersos, cada día, cada momento de nuestra vida es una disputa entre recibir lo que la naturaleza nos brinda o lo que el hombre crea.

En ese sentido, ¿qué es lo que realmente escuchamos o ignoramos?

Por Johana Perleche García

johana.perleche@unmsm.edu.pe

Fotografía: Gran Teatro Nacional

Lima, 22 de noviembre de 2018

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