“Una vez hayas probado el vuelo
siempre caminarás por la Tierra
con la vista mirando al Cielo,
porque ya has estado allí
y allí siempre desearás volver”
Leonardo Da Vinci
Leonardo Da Vinci
Al mencionar el nombre Leonardo Da Vinci, es probable que acuda a nuestra mente la figura de uno de los más grandes pintores del Renacimiento italiano. No debemos de encasillarlo en un solo rubro. Eso sería deshonrar su memoria.
La curiosidad de Da Vinci por conocer y entender el mundo lo llevó a interesarse por la naturaleza, por el ser humano y por todo lo que nos rodea. El llegó a ser arquitecto, científico, anatomista, ingeniero, pintor, escultor, músico, y un largo etcétera, al mismo tiempo. Pero entre todos los misterios del universo, hubo uno en particular que hizo que Da Vinci se obsesionara: el arte de volar. Por eso estudió durante 25 años el vuelo de las aves y realizó cientos de bocetos de máquinas que permitirían que el hombre surcara el cielo.
Aracaladanza
La compañía de danza Aracaladanza toma estos aspectos de la vida de Da Vinci para plasmarlos en la obra de danza contemporánea: “Vuelos: los sueños de Da Vinci”, que se presentó el último fin de semana en el Gran Teatro Nacional.
El director de la compañía resaltó el hecho de que la función esté dirigida para niños, el que lo es de edad y al llevamos dentro. Es así que maniquíes, alas negras, aves artificiales, espejos y grandes cubos, entre otros, fueron utilizados para presentar las múltiples facetas de Leonardo. Y, aunque retratar su vida es toda una proeza por el amplio abanico que abarcó, Aracaladanza logró hacerlo en 50 minutos de presentación.
Desde que uno entra al teatro, llama la atención que el único objeto iluminado sea un pequeño maniquí. Luego ingresa una mujer con vestido rojo y realiza teatro de sombras con sus manos. Es este juego entre luces y sombras, una constante en Vuelos, lo que le otorga un toque misterioso y dinámico. Otra característica particular es el hecho de que los bailarines, en un momento determinado, se cambien de vestuario en el escenario. Lo que establece una conexión íntima con el público, como si este pudiera ser parte del “detrás de escena”.
Alas gigantes
La imaginación es el pilar fundamental en esta función, gracias al cual podemos ver a una bailarina con un palo atado en la pierna y otro en el brazo; y pensar que estos son engranajes que, cual reloj, permiten su funcionamiento. Y es que, en el teatro, en esos 50 minutos de función, todo es válido. Podemos crear una historia con los elementos presentados, presenciar la sutileza de los movimientos y cómo cada uno de ellos nos hace sentir diferente, o simplemente quedarnos sentados, y esperar que las alas negras gigantes que vimos en el afiche de presentación, capten nuestra atención.
Lo que debemos de tener en cuenta es que el volar está presente aún cuando no aparece la máquina voladora u ornitóptero en el escenario, aún cuando somos maniquíes, caballos o parte de La última cena. Volar no como el acto en sí mismo, sino como la representación de la libertad que nos dan los sueños, esa libertad que corre por nuestras venas y permite movernos, la libertad de la naturaleza, de formar parte de ella y de ser humanos.
No es casual que al final de la función sonara Human de The Killers y que el público, ensimismado por lo que acababa de presenciar, se parara y aplaudiera al ritmo de la canción hasta que el telón bajó y las luces se apagaron.
Texto: Johana Perleche. johana.perleche@unmsm.edu.pe
Fotografía: Gran Teatro Nacional}
Lima, 30 de mayo de 2019
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El Club de Jóvenes Críticos es un programa que trabaja en conjunto el enfoque de Educación del Área de Públicos y @MediaLabUNMSM. Estudiantes de Comunicación Social se entrenan en la crítica de artes escénicas a partir de la investigación, observación de procesos creativos y entrevistas con artistas y elencos que se presentan en el @Gran Teatro Nacional.