Facebook y la otra cara de la pandemia

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Este artículo forma parte de nuestra serie sobre desinformación en tiempos de pandemia.

#ContraLaDesinformación

Médicos señalando la pandemia como una excusa de los gobiernos para imponer dictaduras; montañas de cadáveres en hospitales que nada tienen que ver con el contenido; supuestos doctores que afirman haber encontrado la cura; las famosas recetas para eliminar el coronavirus. Estos son solo unos ejemplos de los miles de posts que se publican en la mundialmente conocida red social, Facebook. Estas publicaciones fake que llenan los muros de millones de personas suelen ser altamente aceptadas y difundidas. La pregunta es: ¿por qué?.

Facebook como red social
Facebook, creada en el año 2004 y actualmente la red social más usada a nivel mundial, fue partícipe del comienzo de la web 2.0 —que engloba a los CMS (content managment system), en castellano denominados “sistemas de gestores de contenido”—. En este marco de CMS están las redes sociales, que se definen como “lugares en Internet donde las personas publican y comparten todo tipo de información, personal y profesional con terceras personas, conocidos y absolutos desconocidos”(Celaya, 2008).

Como red social que es, Facebook otorga en su plataforma opciones diversas para que el usuario pueda interactuar con el mundo que le rodea a través del sistema digital: unirse a grupos, crear páginas, agregar contactos, enviar mensajes, crear grupos de chat, etc. Esta ventaja se relaciona con la interfaz que tiene y que está en permanente optimización basada en dos premisas: intuitiva y sencilla.

Los post y las comunidades
Los posts, o publicaciones, que realiza una persona o un grupo de personas con el objetivo de transmitir  y compartir información relacionada a sus intereses con sus contactos, son espacios idóneos para la creación y publicación de contenidos – que pueden ser falsos o no – por su facilidad de uso.

Al estar generados dentro de las comunidades de “amigos” que cada usuario construye, los posts se difunden rápidamente, pero su difusión puede incrementarse aún más cuando se publican o comparten en comunidades que tienen un interés común con el contenido. Esto se explica a través de un concepto: “cámara de ecos”.

El término alude a un espacio mediático delimitado con el potencial tanto para amplificar los mensajes enviados dentro del medio mismo, como para aislarlos de ser refutados. Se convierten entonces en un marco de referencia común con circuitos de retroalimentación positiva para aquellos que escuchan, leen y observan estos medios. Un fenómeno que se alimenta de la mediación algorítmica y las burbujas de filtros. (Jamieson y Capella, 2008).

Algunos ejemplos
El contenido recurrente que circula en la actualidad por esta red social (y por las otras) está relacionado con la pandemia de la Covid-19. Aquí un ejemplo de un post publicado por la página Cristiano Conservador


Esta página subió un vídeo donde el autodenominado doctor Jeffrey I. Barke se pronuncia “en nombre de los doctores silenciados por las grandes compañías y medios de comunicación”. Sus argumentos van en contra de lo establecido por los gobiernos y la OMS sobre las medidas de prevención ante la pandemia e incita a las personas a hacer caso omiso. El vídeo, con información engañosa, tiene más de 22 mil reacciones, cuatro mil comentarios y fue compartido cerca de 40 mil veces.

La abundancia de información falsa se propaga a partir de los miembros de estos grupos que la consideran como verdad, sin una verificación minuciosa de lo que difunden. Esto puede resumirse en lo que Sascha Lobo menciona: “en las redes sociales como Facebook la presentación es la misma sea cual fuere el origen de la información. Un artículo de The New York Times chequeado por 15 expertos causa la misma impresión que cualquier disparate inventado (…).”

¿Facebook es o no una red social segura?
Las herramientas que presta el servicio hacen posible compartir y transmitir información de manera fácil por grupos, páginas o entre contactos, ya sea por posts o por la bandeja de mensajes, pero esta información no siempre es verdadera. Uno de los problemas que atraviesan las redes sociales, desde siempre, es la difusión de desinformación. Facebook, así como otras redes sociales, ha propuesto políticas para frenar la desinformación con ayuda de algoritmos y verificadores de hechos, todo con el objetivo de brindar mayor seguridad a los usuarios. No obstante, siempre existirán estos males digitales.

En comparación con el siglo pasado, las comunicaciones evolucionaron de manera sorprendente cambiando el estilo de vida de las personas, y las redes sociales fueron y son parte importante de esta evolución. Como Castells declara para el diario La Vanguardia “cada uno de nuestros ám­bitos de actividad está siendo modificado por esta transformación tecnológica, social y organizativa”, es decir, se produce una adaptación constante en la nueva sociedad red que estamos viviendo. 

Esta nueva esfera demanda no solo protocolos, normas y políticas de seguridad (que ayudan mucho en mantener una democracia de la información), sino una actitud activa y alerta. Es cuestión de saber informarse y saber informar de manera adecuada a los demás. Es lo que más se requiere en estos tiempos.

Referencias:

Celaya,  J.  (2008).  La  Empresa  en  la  WEB  2.0.  Editorial Grupo Planeta, España

Jamieson, K.H., & Cappella, J.N. (2008). Echo chamber: Rush Limbaugh and the conservative media establishment. Oxford: Oxford University Press.

Lobo, Sascha (2017) Cómo influyen las redes sociales en las elecciones. Nueva Sociedad, (269), 41-44. Recuperado de: https://nuso.org/media/articles/downloads/1.TC_Lobo_269.pdf 

@Jesús Huamán Duránd: jesus.huaman13(at)unmsm.edu.pe

@MediaLab UNMSM

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