Este artículo forma parte de nuestra serie sobre desinformación en tiempos de pandemia.
#ContraLaDesinformación
La desinformación es como un tumor cancerígeno, se va ramificando por un cuerpo enfermo de otras complicaciones y trata de sobrevivir. Ese cuerpo es aquello que todos llamamos “sociedad”.
Con la aparición de los medios de comunicación tradicionales (prensa escrita, radio, televisión) en el siglo XX y con la implicancia de internet y la evolución tecnológica que ello condiciona para la mejora de los procesos de comunicación, se puede comprobar que la desinformación no solo no ha mermado, sino que ha encontrado un lugar ideal para asentarse y ramificarse, ergo, ha ido evolucionando con el tiempo.
En el artículo Defining “Fake news”: A typology of scholarly definitions, los autores Tandoc, Wei Lim & Ling (2017), analizan el papel de los medios, del público y ofrecen una tipología sobre la cual se base la definición de fake news y que funcione como tal para futuros estudios.
Por un lado, los autores destacan la manera en la que las redes sociales cambiaron la forma de ver las noticias y promovieron la participación de los no periodistas en actividades periodísticas. Esto significó un desafío para el periodismo: ahora un tweet se considera “noticia” y Facebook se ha convertido en una red social en la que se produce contenido y se intercambia información. Es decir, el público crea y comparte, ya no solo son los medios los que se dedican a esto.
Ello se considera bueno hasta cierto punto. El estudio revela que al compartir contenidos de una fuente, existe un conjunto de capas con niveles de proximidad para llegar a la publicación original de la noticia. La difusión de una publicación puede llegar a ser masiva, sin embargo, los usuarios rara vez verifican la información que comparten (Tandoc, et. al., 2017). Por otro lado, los autores ofrecen una tipología de seis definiciones de noticias falsas, identificada y realizada con base en el análisis de 34 artículos académicos publicados entre el 2003 y 2017:
• Sátira (basados en hechos reales)
• Parodia (basados en hechos ficticios)
• Fabricación de noticias (basados en hechos ficticios)
• Manipulación de fotos/ descontextualización
• Publicidad y Relaciones públicas (clickbait y engaño)
• Propaganda (influencia en decisiones)
Según la investigación, la sátira y la parodia no tienen intención de desinformar, sino de entretener. Característica que contrasta con los otros tipos de fake news que sí tienen la intención de hacer creer a las personas sobre la veracidad de un hecho que está muy lejos de la realidad.
Algo que se resalta del artículo, es que entiende que la expansión e impacto de la desinformación no solo está en quien apunta el gatillo del arma, sino que también en aquel que presencia el momento de su ejecución y la acepta sin más. Dicho de otra manera, considera como factor importante que las fake news existen porque existe una audiencia que percibe este contenido como real. Estas se difunden bajo la idea de que dicha información es y será real, lo que forma una cadena de desinformación. A todo esto, los autores se preguntan: ¿puede un artículo que parece una noticia, pero sin base factual, con una inmediata intención de engañar, considerarse desinformación si el público no se cree la mentira?
Pues sí, va a seguir considerándose un fake porque la información que brinda no es real. Sin embargo, pierde mucho potencial de desinformar. El problema es que esta afirmación parece estar lejos de la realidad. Las fake news existen porque siempre existirán personas que las fabriquen y otros miles que las reciban como información verdadera.
Los autores de este artículo ofrecen una tipología que hace posible comprender las fake news como elementos que tienen características tanto intencionales como no intencionales y en cuyo movimiento y difusión, por ende, activación, se ven involucrados tanto los medios de comunicación como la audiencia pasiva y activa. No obstante, los autores exhortan a analizar a las fake news desde el punto de vista de la sociedad para entender su legitimación.
El periodismo, los fact-checkers y las organizaciones que defienden la verdad parecen haberse implicado en una contienda permanente contra la desinformación, una dura lucha en la que el tiempo y la tecnología juegan a su favor, pero también, a veces, en su contra.
Referencias:
Tandoc, et al. (2017). Defining “Fake news” A typology of scholarly definitions.
@Jesús Huamán Duránd: jesus.huaman13(at)unmsm.edu.pe
@MediaLab UNMSM