Desde su corresponsalía en Lima, el diario The Washington Post publica -hoy martes 6 y en primera plana- un reportaje donde narra cómo, frente a una nueva cepa del coronovirus detectada en Brasil (conocida como P.1), los sistemas hospitalarios de toda Sudamérica están al borde del colapso sanitario.

En la nota destacan casos como el de Uruguay, país calificado como una de las naciones más ricas de la región, con una historia de éxito al principio de la pandemia, pero que, sin embargo, se está precipitando hacia el fracaso de su sistema médico.

No muy diferente es el caso del Perú, cuyas autoridades sanitarias afirman que a finales de marzo solo contaba con 84 camas de cuidados intensivos.

Ahora que la variante se ha infiltrado en numerosos países, detener su propagación será difícil. Según The Post, si bien la mayoría de los países sudamericanos, con la excepción de Brasil, adoptaron el año pasado estrictas medidas de contención, la pobreza, la apatía, la desconfianza y el agotamiento las han desbaratado.

Un detalle revelador es que la vacuna al ser tan escasa, ha llevado que las autoridades comiencen a imponer restricciones a la información. Según las fuentes del diario, «es casi imposible saber cuánto pagan los gobiernos por las dosis». A diferencia de algunos bloques regionales de otras partes del mundo, como la Unión Africana y la Unión Europea, cada país sudamericano se las arregla para sí mismo, lo que disminuye el poder de negociación de cada uno.

Más datos

Mientras los funcionarios discuten y la campaña de vacunación se retrasa, la variante sigue propagándose. El P.1 representa el 70 % de los casos en algunas partes de la región de Lima. La semana pasada, el país registró el mayor número de casos diarios desde agosto: más de 11 000. El sábado, el país registró 294 muertes, la mayor cantidad en un día desde el inicio de la pandemia.

Los peruanos se han visto sorprendidos por la rapidez con la que la oleada ha desbordado el sistema sanitario. Los analistas de salud pública y los funcionarios del gobierno habían creído que Perú estaba preparado para una segunda oleada. Pero no estaba preparado para la variante.

WP. 6.4.21, pp. A1 y A8

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