Ellos no conocen de comienzos y finales, si ven colores y papeles, simplemente los agarran y comienzan a pintar. La sesión no había iniciado, pero los niños ya estaban sentados en esa alfombra roja (donde estarían casi toda la mañana), dibujando, acompañados de una animadora cultural que gustosa los ayudaba y guiaba.
Trabajar con un conjunto de niños de un determinado lugar muchas veces no ha resultado tan resultado tan sencillo, pero para lograr lo que se quiere, se necesita de mucha iniciativa, dedicación constante y, sobre todo, tiempo. El programa Juegos Escénicos – Vecinos GTN a cargo de Clara Rodríguez, coordinadora del Enfoque de Comunidad del Área de Públicos del Gran Teatro Nacional, tiene como objetivo construir una comunidad a través de diferentes juegos escénicos entre los niños del lugar de San Juan Masías en San Borja (Lima, Perú).
Inicio de la sesión
Formando un círculo y tomándose de las manos, todos los niños (algunos más pequeños que otros) y los cuatro animadores culturales dan inicio a esta última sesión del taller. La idea es crear una historia con los personajes que ellos mismos han construido en sesiones anteriores y representarla delante de todos. Primero forman cuatro círculos pequeños y mientras se ríen y juegan, los niños siguen la conversación que su animador les hace. Juntos crean un ambiente de confianza y alegría, de comodidad y entusiasmo por continuar con estos juegos escénicos donde logran divertirse.
Al observar esta escena, no tardé en recordar una idea que siempre creí con respecto a diferentes actividades artísticas y culturales: para que una persona fortalezca sus habilidades (ya sea de creatividad, imaginación y emociones), es necesario que desde pequeños desarrollen su capacidad creativa. Además, es importante que crezcan creando lazos entre ellos, que conozcan su entorno y se relacionen en espacios donde puedan compartir. Todo ello con el objetivo de no ser ajenos a nuestra realidad.
¡A crear una historia!
A manera de ejemplo, los animadores realizan un pequeño divertido número escénico. Mientras ellos actúan y los niños miran con atención, escucho, a lo lejos, una voz entusiasmada que dice “ya quiero ver lo que los niños van a crear”. Estas palabras eran de Clara Rodríguez, coordinadora del programa, quien con la cámara de su celular y una sonrisa registra los diferentes momentos del taller.
Posteriormente, los animadores les entregan sus personajes a cada niño para que creen una historia. Entre risas y juegos, entre ensayo y error, los niños van construyendo y practicando su historia. El momento donde desarrollan su espíritu creativo ha llegado y cada uno lo hace de acuerdo a lo que siente y cree.
Presentación de los números
La presentación escénica de cada grupo vino acompañada de voces y movimientos tímidos, de risas incontrolables entre los niños que se trataban de poner serios para continuar con el espectáculo. La alegría se contagiaba y era casi imposible no reírse con ellos. Salieron al frente casi todos vestidos con un elemento particular (máscaras, trajes), para darle más realismo a lo que iban a representar. Después de cada presentación se despedían como artistas, inclinándose ante al público y recibiendo aplausos.
Pero a estos juegos se le sumó otro número: la música. Un niño y una niña junto a sus guitarras nos deleitaron tocando melodías que fluían al compás de sus dedos. De este modo, iba terminando el taller del día, con la presentación de cuatro escenas teatrales y tres números musicales.
Nos vemos la próxima aventura
Tomados de la mano y formando un círculo grande, niños, padres, animadores culturales y todos los que formaron parte de este proyecto, se inclinaron tres veces y se agradecieron a ellos mismos (dándose aplausos) por todo este tiempo donde han compartido distintas experiencias y emociones. De esta manera, así como empezó la última sesión, así termina este programa, con la esperanza de haber cultivado en los niños ese interés por el arte, la cultura y la ilusión de volver el próximo año para seguir construyendo.