¿El cuerpo también toma forma al reflejar las emociones? y si es así… ¿qué convoca más al espectador: armar la historia que los cuerpos cuentan o solo seguirla?
El Ballet Nacional del Perú a cargo del maestro Jimmy Gamonet, en su segunda temporada del 2018, presentó la coreografía «El Jardín del Fauno» en el Gran Teatro Nacional. Este performance, que deja al descubierto la confluencia de la velocidad y la gravedad de los cuerpos en un clima neoclásico, incluyó las coreografías “Paquita”, “Reus”, “Purple Bend I, “But I Never Saw Another Butterfly Again” y “El Jardin del Fauno”.
Es cierto que cada puesta en escena revela “algo”, pero no todas las coreografías, necesariamente, son pautadas con una historia específica. Es decir, el elenco de baile, a través de la dinámica con el espacio y la expresión corporal, busca que el espectador tenga la libertad y la capacidad de crear e imaginar en base a lo que está observando. Por otro lado, también existen obras que, cuadro tras cuadro, envuelven al espectador en los lineamientos de su narrativa. Pero, ¿es posible que varias coreografías se mezclen y formen una sola presentación?
En «Jardín del Fauno» tanto las coreografías de corte abstracto como de corte narrativo son protagonistas de una nueva versión; pues mientras “Purple Bend I” invita al espectador por las riendas de la imaginación a través de la melodía de Samuel Barber , “El Jardin del Fauno” nos sumerge a un mundo mitológico en el cual las travesías de Pan,un ser mitad humano y mitad animal, están llenas de magia y encanto. Pan se divierte atrapando ninfas pero sobre todo bailando con libertad.
Quizás la interpretación de cada espectador en “Purple Bend I” no se relacione, de forma directa, con la sensación inicial que despertó en Jimmy Gamonet la pieza musical Samuel Barber y las imágenes violentas y sangrientas en la película Platoon, elementos claves para la producción de la coreografía, según nos indicó en una entrevista. Sin embargo, su representación enfatiza un elemento clave de la danza neoclásica: la posibilidad de la expresión corporal; es decir, la posibilidad de buscar un significado a través de la conexión del cuerpo con el espacio.
Si bien “But I Never Saw Another Butterfly Again” revela la complicidad del espacio con el cuerpo, también deja en descubierto su gran eje temático, pues “el holocausto” cobra vida cuando, al compás de la composición triste de Henryk Mikolaj Gorecki, nos hacemos preguntas como: ¿cuán difícil es la pérdida de un hijo? ¿habrá esperanza para aquella madre desolada por la pérdida?
En “Reus”, por ejemplo, la atmósfera del escenario junto a la resonancia musical de Istvan Marta envuelven a los bailarines en un juicio. El acusado, juez y jurados son los encargados de representar la forma más instintiva del ser humano: la animal. Por su parte, “Paquita” combina la sensualidad, la coquetería y la elegancia para mostrar el juego dinámico entre las bailarinas y el bailarín. Por lo que se demuestra que las presentaciones del “El Jardin del Fauno” no sólo siguen un lineamiento en específico; ya que “But I Never Saw Another Butterfly Again”, “Paquita” y “Reus” son espectáculos visuales que contienen historias; vale decir, que en estas coreografías, lo abstracto y lo narrativo se hacen presentes.
En general, las cinco coreografías muestran no solo el nivel técnico de los bailarines y el coreógrafo sino, además, las formas en que la velocidad del cuerpo y la gravedad encajan perfectamente en la danza neoclásica. Tal como menciona Jimmy Gamonet “el neoclasicismo […] da la libertad de poder experimentar con diferentes movimientos lo que deseamos y a la vez, mantener las raíces del clasicismo.”