Son pocas las películas que logran retratar una ciudad y, al mismo tiempo, tocar fibras sensibles de una manera tan directa y sin medias tintas. Dentro de nuestra basta, pero insustancial, filmografía algunos títulos se han colado en el ideario popular y han cumplido con las características ya mencionadas. “Gregorio” (1984) es una de ellas.
Esta película nos cuenta la historia de Gregorio y su familia, quienes tuvieron que viajar desde algún punto de la sierra peruana hacia Lima para trabajar y mejorar su condición de vida, sin esperarse que se encontrarían con una realidad que es mucho peor. Más dura, más cruel.
Gregorio se estrena en el Perú cuando nuestro país pasaba por una de sus décadas más difíciles. La migración del campo a la ciudad, el terrorismo y la desigualdad social, eran temas recurrentes en el imaginario creativo de la época.
En primera instancia el destino de “Gregorio” era incierto, lo que se pensó que sería un documental tomó forma de largometraje y el resultado fue una película que conservó el soporte documental, pero que desarrolló a los personajes y los empapó de conflictos. Este sería uno de los sellos que el grupo «Chaski» incluiría a lo largo de toda su filmografía.
Este film es un retrato de la ciudad de Lima caótica y asfixiante, observada a través de los ojos de unos niños que se ven obligados a trabajar para poder subsistir en una ciudad que les es ajena. Se deja de lado la inocencia y te topas con una realidad propia de la época y que hasta la fecha no se ha superado del todo.
El naturalismo de las actuaciones, el registro de la ciudad de Lima, son puntos importantes a resaltar, pero son elementos que logran reforzar esta idea de convergencia y desigualdad social que emana la película. Niños que lustran botas, que trabajan de payasos en las plazas y roban, son solo algunos de los ejemplos que se logran evidenciar en la pantalla y sensibiliza al espectador. Es aquí donde reposa el valioso retrato de la obra y el tratamiento social de las interpretaciones.
En suma, «Gregorio» se enmarca como un cine de denuncia. Un tipo de cine no apto para todos, pero que todos deberíamos ver. Retrata los polos opuestos de una ciudad limeña de amores y odios, como decía Ribeyro.