Autor: Charles Arthur Cajaleon
Según Bravo(2021), el mundo ha vivido en estos meses un ajedrez de circunstancias mortales frente a las cuales la filosofía se ha visto abocada a probar su poder o su debilidad, su actualidad o caducidad. El drama radica en que ha debido hacerlo ante la amenaza inmisericorde de la muerte representada por un ‘enemigo invisible’: el coronavirus.
Hay algunos problemas que requieren un debate especial en Latinoamérica y el Sur Global. Por ejemplo: ¿Puede la filosofía decir su palabra simultáneamente a los hechos de la pandemia o debe callar y esperar a que esta sea superada o solucionada por las ciencias para reflexionar sobre lo ya acaecido? Esta cuestión es la primera que se debate en este artículo.
La segunda cuestión es un esclarecimiento del real y verdadero poder de la filosofía; poder que según la tesis planteada debe basarse, tras el fin de la metafísica eurocéntrica, en una ontología histórica de nosotros mismos. Se explica cómo se entiende la diferencia entre ‘metafísica/ontología’ (que Europa utilizó como mecanismo de dominación) y ontología (alternativa de pensamiento que hace posible avanzar del ‘no-ser’ al que nos redujo el colonialismo al ‘ser-aquí’ o ser-histórico que somos).
La tercera cuestión realiza una valoración de la vida como fundamento universal y como manifestación privilegiada del ‘ser-aquí’ en tiempos de pandemia. La doble vulnerabilidad de la vida en la región, ante la colonialidad y ante el coronavirus, brinda la ocasión para una reflexión ontológica.
Se concluye con una hipótesis: la pandemia se ha constituido en el verdadero fin de la modernidad eurocéntrica. Y, ojalá, en el verdadero fin de los imperialistas expansionistas y colonialistas. Se ha abierto una nueva etapa de la humanidad que algunos llaman transmodernidad y que, al parecer, no se dará en términos de transhumanismo (superación del hombre y de lo humano por la inteligencia artificial), sino en términos de un neo-humanismo abierto y solidario entre pueblos e individuos que ven, más allá del valor de la ciencia y la tecnología, que no se niega, la necesidad de cuidarse y cuidar su casa común.(p.1)
Asimismo, en un artículo titulado Filosofía en medio de la crisis, la oportunidad de humaniza se ponen las siguientes ideas planteadas por algunos docentes: “ la filosofía puede ayudarnos a revisar nuestros hábitos para saber el rumbo que le hemos dado a la vida, de manera que hagamos las correcciones que sean necesarias, tanto en el ámbito personal como en el plano social. Por ejemplo, revisando el estilo de vida del hombre contemporáneo: el individualismo, la falta de vínculos familiares y comunitarios que ha conllevado a muchas personas vivir en la soledad y el anonimato, el egoísmo del que sólo piensa en lo suyo y permanece indiferente ante la suerte de los otros, el consumo desaforado de cosas que en realidad no se necesitan, los excesos, la imposibilidad de detenerse para encontrarse con los otros y consigo mismo, la falta de referentes que dejan al hombre sin soporte espiritual. En fin, la reflexión filosófica puede aportar mucho en las actuales circunstancias”, afirmó Luis Fernando Fernández Ochoa, decano de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la UPB.
Los largos periodos de confinamiento que las familias están viviendo por efecto del COVID-19, por lo general se distribuyen en horas de trabajo, recreación y estudio, pero también abre oportunidades para nuevos espacios de tiempo que acerque a las personas a la revisión de comportamientos y actitudes frente a la forma como se está llevando la vida. En este contexto, surge la meditación o reflexión personal como una nueva experiencia de vida que las personas pueden explorar y empezar a experimentar.
Para José Guillermo Ánjel, docente del Centro de Humanidades de la UPB, “estar o hacer parte de una pandemia no es extraño en la historia, todos los pueblos han pasado por pestes, hambrunas y guerras, y de acuerdo con los comportamientos y actitudes, la filosofía toma lo mejor, lo que ha impedido que dejemos de ser humanos. Saber vivir la vida sin perder el sentido de que estamos vivos, esa es la constante en la filosofía”.
Ambos docentes argumentan que la vida no es una condición lineal en un mismo escenario, la vida son muchos escenarios y descubrimientos que depende de los fundamentos que cada persona tenga. Además, manifiestan que la filosofía no es sólo un saber, sino también un modo de vida. La primera pretensión de la filosofía es la comprensión, se busca entender, pero, también, lograr una certeza que permita la orientación existencial.
De acuerdo con los filósofos Pierre Hadot y José Luis López Aranguren, se plantea rescatar la idea de “conversión” y enfatizan en dos palabras griegas: metanoia (cambio de mentalidad) y epistrophe (volver la mirada atrás para darnos cuenta de lo que hemos venido haciendo). De esta manera, proponen pensar distinto para que se pueda vivir mejor y construir un mundo más humano.
“La pandemia pone en evidencia las inconsistencias, o mejor, el agotamiento de la mentalidad modernista. Es decir, de un antropocentrismo carente de sentido ético, de la fe ciega en el progreso tecno-científico como panacea que lo resolvería todo, del riesgo que supone la experimentación científica sin principios éticos, de lo peligrosas que son las ideologías que anteponen el poder o el dinero a la persona humana y, claro está, de lo nefastas que han sido para la humanidad aquellas filosofías que convirtieron al hombre en un lobo para la humanidad”, comentó Luis Fernando