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La sublimidad de la destrucción en las obras de Aivazovsky

Agua cristalina, naufragio y tempestades, son elementos comunes en las pinturas del artista ruso Ivan Aivazovsky. Su influencia romántica es notable y evidencia visualmente los preceptos establecidos por el movimiento literario Sturm und drang, es decir, tempestad e ímpetu. Aivazovsky evoca la calma y agresividad del mar en paisajes sublimes por los que destaca siempre el sentimiento de naufragio.

Ivan Aivazovsky, Storm at sea, 1873.

El mar, en el romanticismo, adquiere un significado en el arte más allá de su volubilidad estética. La liquidez que lo caracteriza hace alusión a una doble característica: la de tener la capacidad de crear, pero también de destruir. El mar de Aivazovsky alberga estas dos cualidades, por un lado, la sublime destrucción a través del naufragio y, por otro, la calma de los espectadores que aprecian el naufragio. Esta última afirmación, les otorga a los personajes expectantes en sus obras, el poder de apreciar a lo lejos el goce de un desastre, lo que realiza una contraposición entre lo terrible y lo excelso. Al romper con la escisión entre la luz y la oscuridad, no se alude a la mortalidad, sino a la inminente llegada de esta.

Ivan Aivazovsky, Biarritz, 1889.

El naufragio puede tener múltiples acepciones, sin embargo, la más afín al movimiento romántico es la fuerza que tiene la naturaleza sobre los seres humanos, lo cual conlleva un poder destructor fuerte. Características como lo efímera que es la vida y la muerte pueden apreciarse en las pinturas de Aivazovsky al observar cómo juega con las luces y la mezcla que realiza en el claroscuro mediante la división entre lo brillante y lo tétrico. Asimismo, las continuas capas de color que utiliza le brindan al mar que retrata ese semblante cristalino y natural que posee en la realidad. Los paisajes pictóricos del autor también se pueden entender desde la perspectiva esperanzadora del naufragio a través de las múltiples luces que ingresan por las nubes. Dicha observación también posee el carácter religioso del romanticismo, lo que expresa la perfecta creación del universo que es la naturaleza.

Ivan Aivazovsky, Chesmensky fight, 1848.

Por otro lado, cabe destacar que la continuidad de obras artísticas relacionadas con el mar hechas por Aivazovsky se deben a su cercanía con el mismo. La intensidad, traslucidez y textura que transmiten las olas que pinta, se deben a que a lo largo de su vida se vio rodeado de este paisaje. Incluso obtuvo una experiencia directa al formar parte de la Marina rusa, en la cual adquirió experiencia visual para retratar escenarios bélicos marinos, lo que tuvo como consecuencia su nombramiento como el artista oficial de la Armada Rusa. Gracias a esto, Aivazovsky atestiguó batallas en las que participó la Armada Rusa como la Guerra de Crimea (1853-1856), logrando retratar de forma prodigiosa las vicisitudes marinas de los participantes de estos acontecimientos. Es por ello por lo que la temática del naufragio es constantemente vista, la experiencia en el mar le permitió plasmar escenarios de los que había participado y sido testigo próximo. Sin bocetos previos y con una gran habilidad, fue capaz de representar los múltiples estados atmosféricos durante la tempestad, obteniendo el título de ser uno de los mejores artistas marinos.

Ivan Aivazovsky, Moonlit landscape with a ship, 1881.