La humildad es vista como el valor fundamental para quienes desean alcanzar la grandeza. Sin embargo, esta regla no es aplicable cuando se habla de Zlatan Ibrahimović o, como el mismo se bautizó: ‘El Dios’.
Arrogante. Soberbio. Ególatra. Son adjetivos usados constantemente cuando se le quiere describir. Su personalidad, dentro y fuera de las canchas, siempre ha dado qué hablar. Parece que ‘Ibracadabra’ puede darle a sus goles y a sus declaraciones ese mismo toque mágico que los convierte en únicos.
Es fácil hablar y creerte el mejor de todos, pueden criticarle algunos. Zlatan, en su defensa, solo tendría que mostrarles la extraordinaria carrera que, aún hoy, sigue cosechando en el fútbol. Títulos en 4 de las 5 ligas más importantes del mundo, más de medio millar de anotaciones oficiales en su carrera y el gol de chalaca ‒¿por qué no?‒ más lindo que este deporte haya visto.
Es así como podría acallar los murmullos. No obstante, si es que ‘Ibra’ lo desea ‒así lo hizo a finales del 2011 cuando publicó su libro: “I am Zlatan Ibrahimović”‒ puede dejar muda a toda esa muchedumbre, pues su vida, al igual que su temperamento, nunca ha sido fácil.
El ‘bad boy’ de Rosengård
Huyendo de la crisis económica que azotaba a Yugoslavia, los padres de Zlatan verían a Suecia -donde ambos se conocerían‒ como la tierra prometida. Sin embargo, como una analogía del país del que huyeron, la vida de casados de Jurka Gravić y Sefik Ibrahimović estuvo llena de conflictos, abusos e infelicidad.
A la tierna edad de 2 años, ‘Ibra’ sería testigo del divorcio de sus padres y su madre pasaría a tener su custodia. Es entonces que comenzaría una muy dura infancia para la futura estrella del AC Milan. Por un lado, le sería insoportable la vida con su nuevo padrastro, y por el otro, tendría muchas carencias, tanto económicas como afectivas, al pasar a vivir con su padre, víctima habitual de sus terribles recuerdos de la guerra y los excesos del alcohol.
“En mi casa no nos dábamos abrazos. Nadie te preguntaba cómo te había ido durante el día, ni te ayudaba con los deberes. Había que enfrentarse a las cosas solo; si alguien te trataba con crueldad, no valía lloriquear, había que apretar los dientes. Había peleas y me llevé una buena ración de bofetadas. Solo sabíamos ser duros”, narra la estrella sueca en su autobiografía.
Zlatan creció en Rosengård, un lugar a las afueras de Malmö, Suecia, donde violar la ley forma parte de la diversión. Y cuando tienes una infancia dura y tus padres nunca están para ti, los amigos suelen asumir el rol de familia. Sobre todo, aquellos que pueden comprender tu situación, aquellos que, como ‘Ibra’, se sintieran rechazados.
Entonces, el hoy delantero ‘rossonero’ vería en los delitos de pandillas compuestas por inmigrantes, la adrenalina que podría llenar ese vacío que sus padres dejaron. Su mezcla con gente del mal vivir y sus carencias económicas lo llevaron a normalizar muchos crímenes, pues también comenta: “Cuando necesitábamos algo íbamos a la tienda y lo robábamos. Era como vivíamos. No lo hacíamos para venderlos o sacar provecho, solamente lo hacíamos”.
Ese adolescente rebelde, obstinado y decidido a hacer las cosas a su manera es Zlatan Ibrahimović hasta el día de hoy. Él lleva siempre consigo al pueblo donde creció, al pueblo que le ayudó a ser tan único como solo él puede serlo, porque en sus propias palabras “puedes sacar al chico de Rosengård, pero no puedes sacar a Rosengård del chico”.
Su obsesión con Fido Dido
«Cuando era niño, heredé una bicicleta BMX de mi hermano. La llamé Fido Dido. Fido Dido era el dibujo de un chico temible con el pelo de punta. Me parecía lo más enrollado del mundo. Después me la mangaron (robaron) en la piscina de Rosengård; mi padre fue allí con la camisa abierta y remangada. Es del tipo de personas que dicen: ‘¡Nadie toca a mis hijos! ¡Nadie les roba sus cosas!’. Pero, aun así, ni siquiera un tipo duro como él pudo hacer nada. Fido Dido había desaparecido y me quedé destrozado», relata en su libro.
Esta no sería solo una triste anécdota en la vida del astro sueco, sino que, a partir de aquí las bicicletas se convertirían en su obsesión. Tanto así que en su época de ‘pequeño ladronzuelo’ serían su centro de atención. Aunque no sea fácil de creer, la magia que despliega hoy en las canchas, las desplegaba abriendo candados cuando aún era un adolescente.
No obstante, también lo hacía por necesidad, pues el lugar donde entrenaba su equipo le quedaba lejos de casa. Por esta razón, nuestro polémico personaje decidía tomar ‘prestadas’ ‒sin la más mínima intención de devolverlas‒las bicicletas ajenas. Es así como una vez, emprendiendo en lo que tan bien sabía hacer, logró armarse de valor, pintarse un par de rayas negras a lo Rambo y arrebatarle una bicicleta a un militar. A esas alturas parecía que todo salía bien para el joven Zlatan, quien siempre parecía burlar a la justicia como hoy lo hace con los defensas de cualquier equipo que enfrente.
Aunque no siempre la suerte le sonrió al delantero del Milan. Él cuenta cómo un día, con la determinación que lo caracteriza, se preparó para iniciar su acto de apertura de candados. Una vez culminado el propósito, pasó a montar la bicicleta que ya había catalogado como propia y cuando estaba decidido a marcharse a casa sintió la presencia del dueño. ¿Quién era? Nada menos que su entrenador. El técnico lo miró seriamente y le pidió explicaciones. A lo que el pequeño Zlatan, con la frescura de siempre, solo atinó a decir: “La estaba tomando prestada”.
“No tenía hambre, tenía mucha hambre”
Cuando apenas tenía 6 años, ‘Ibra’ recibió sus primeras botas de fútbol. Amor a primera vista. El polvoriento campo del complejo deportivo de Rosengård sería su lugar favorito de ahora en adelante.
A pesar de que hoy el sueco sea una máquina de hacer goles, sus primeros pasos en este deporte fueron evitando que otros los marcaran. Sí, comenzó como el portero oficial del club de la localidad: Balkan. Sin embargo, más tarde sería seducido por el gol y no pararía de convertirlos hasta que le llevasen a ser la estrella mundial que es hoy.
En alguna parte de su libro, Zlatan menciona que cuando era niño “no tenía hambre, tenía mucha hambre”. ¿La solución que encontró? La pelota. Cual Oliver Atom, el balón pasaría a ser su mejor amigo, aquel que le permitiría‒sumado a su extraordinario talento‒ salir de la solitaria vida que le había tocado llevar en Rosengård y permitirle realizar sus sueños. ¿Uno de ellos? Tener un refrigerador siempre lleno para que a sus hijos nunca les haga falta la comida.
«El fútbol lo era todo. Jugábamos todo el día, en la escuela, en la casa, en todos los lugares. Antes de practicar el fútbol, jugábamos fútbol. Después de entrenar al fútbol, jugábamos al fútbol. Era constante. Mucho fútbol. Teníamos un campo en el centro de un descampado y ahí es donde pasaba todo. Sentía que era más importante jugar bien allí que en el club. Jugamos mucho al fútbol allí con amigos y personas que venían de otros sitios a retarnos. En ese campo pasaron muchas cosas», cuenta en su autobiografía.
En aquel viejo campo, como en cualquiera de nuestras ciudades, solo ganar no era lo más importante. En aquel viejo campo, debías demostrar que eras superior. En aquel viejo campo, Zlatan emularía las hazañas de su más grande ídolo: Ronaldo, el fenómeno. En aquel viejo campo, sería donde la magia de ‘Ibracadabra’ iría tomando forma.
Nada en la vida de Ibrahimović ha sido fácil y pues su carrera en el fútbol tampoco lo fue. Muchas veces, los padres de sus compañeros y sus propios entrenadores, intentaron echarle de los clubes donde jugaba por tildarle de problemático. Pero Zlatan siempre pudo encontrar en Zlatan ese apoyo que necesitaba para sobrellevar las adversidades que la vida le presenta.
“Soy como el vino que mejora con los años”
Alguna vez, ‘Ibra’ declaró que se siente bien con el pasar de los años, que mejora mentalmente. Es gracias a esa mentalidad de ser el mejor que su fútbol se mantiene vigente. Podrá cambiar de camiseta, pero su personalidad y determinación frente al arco siguen siendo las de aquel chico que salió de Rosengård.
Desde hace ya algunos años se especula mucho con su retiro, pues jugadores de campo que se mantienen activos, a su edad y siendo titulares en los equipos de élite, simplemente no hay. Como Zlatan no hay dos. Pero cuando nos preguntamos: ¿decidirá ponerle fin a su carrera? Él nos responde: «Así que piensas que estoy acabado. Que mi carrera terminará pronto. No me conoces. Toda mi vida he tenido que pelear. Nadie creía en mí, así que tuve que creer en mí mismo. Algunos quisieron romperme, pero solo me hicieron más fuerte. Otros quisieron explotarme, pero solo me hicieron más inteligente. ¿Y ahora tú piensas que estoy terminado? Para todos ustedes, solo tengo una cosa que decir: ‘No soy como tú. Soy Zlatan Ibrahimović y solo estoy calentando’”.
Zlatan tiene 38 años y las mismas ganas de seguir divirtiéndose con la pelota como en aquellos años en su barrio natal. Hace tres días, “La Gazzetta dello Sport” confirmó que se quedará por un año más en la delantera del Milan. Esto debido al gran aporte que ha dado dentro del equipo, que luego del paro por pandemia no ha perdido ningún partido. A lo que el sueco comentó: “Si hubiese llegado al principio, hubiéramos ganado el ‘Scudetto’”.
Puede que un comentario tan soberbio como este hiera la sensibilidad de los más ‘correctos’. Pero ‘Ibracadabra’ sabe respondernos con esos trucos que tanto nos endulzan la vida. Hoy, con su doblete frente a la Sampdoria, se convirtió en el primer jugador de la historia de la Serie A en anotar 50 o más goles con las camisetas del Milan e Inter de Milán. Único.
Ibrahimović nos demuestra que la fuerza de voluntad vale más que cualquier cosa. Cuando él se autodenomina ‘El Dios’, no solo lo dice, sino que nos comprueba lo que realmente eso significa. Todo lo que ha logrado ha sido gracias a su capacidad de sobrellevar las cosas teniendo confianza en sí mismo: dejó el vandalismo y una vida de carencias.
Algunos periodistas no han dudado en preguntarle ¿qué sería Zlatan Ibrahimović sin el fútbol? Él, con la frescura de ese niño que lleva adentro, responde que seguramente sería un criminal pues venía siguiendo esos pasos desde muy joven. Ahora, hagámonos un favor y pensémoslo bien por un momento… la pregunta correcta no debería ser, ¿qué sería del fútbol sin Zlatan Ibrahimović?
Foto principal: as.com