Fuente: De Taco
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Arthur Friedenreich: el primero de todos

Es en 1888 cuando, por voluntad de la hija del emperador Pedro II, Brasil se convierte en el último país americano en abolir la esclavitud mediante la ‘Lei Aurea’; sin embargo, y como es de suponer, las actitudes racistas no desaparecen de la noche a la mañana, por ejemplo, en un deporte como el fútbol, que era exclusivo de hombres de tez blanca hasta la aparición de ‘El mulato de ojos verdes’. El 18 de julio de 1892, producto de la relación de un comerciante alemán y una lavandera afroamericana, nace en Sao Paulo Arthur Friedenreich, el hombre que más goles habría anotado en la historia del fútbol y que permitió que el fútbol en Brasil se juegue con la mirada en el balón y no en la piel del otro.

La historia de Arthur ha sido construida a base de mitos y verdades. Se dice que una de sus primeras genialidades surgió un día en el que jugaba en la calle y evitó ser arrollado por un auto gracias a un impulso de su cuerpo con el balón en el último segundo antes del impacto. Aunque los primeros registros entre Arthur y el fútbol se remontan a sus inicios en el Germanía de Sao Paulo, un club de clase alta conformado, en su mayoría, por jugadores con raíces teutonas. Sus ganas de patear el balón como cualquier otro blanco lo llevó realizar el caprichoso ritual de untarse polvo de arroz y usar una redecilla para ocultar su tez morena y sus rizos naturales: el precio de ser diferente, se podría traducir.

Uno de los mitos más famosos que ronda alrededor de Friedenreich es ser el futbolista que más goles ha marcado en la historia del deporte rey, 1329 para ser inexactos, cantidad que lo posicionaría por encima de los también míticos 1284 tantos de Edson Arantes do Nascimento ‘Pelé’. Lo cierto es que su juego no pasó desapercibido como sí lo hicieron sus raíces, y por ello fue parte de la ‘Seleçao’ que ganase, con gol Arthur naturalmente, la tercera edición del Campeonato Sudamericano de Selecciones, nuestra Copa América hoy en día, el primero de los 69 títulos en vitrina verdeamarelha.

En algún momento la historia se escribe de manera distinta a como lo iba haciendo. En este caso, aquel mulato ojiverde se despojó de todo aquello que ocultaba su verdadera identidad y así hacerse con el Campeonato Sudamericano de Selecciones en su sexta edición, justamente en Brasil. Lo ‘novedoso’ de esa escuadra sería la inclusión de jugadores de tez negra en la que Arthur tuvo mucho que ver, para disgusto de algunos. Pues, tras el primero de estos campeonatos, el presidente brasileño de aquel entonces, Epitácio Pessoa, ‘sugirió’ que los únicos que conformasen el cuadro nacional sean jugadores blancos. Por supuesto, ante la mala racha de resultados y al no contar con Friedenreich, la ley fue revocada para que así cualquier jugador pueda vestir el uniforme de la ‘canarinha’.

De un hombre del que se sabe poco en verdad, se dice que habría pateado más de 500 penales, permitiéndose errar ninguno. Lo cierto es que en 1925 en una gira por Europa, Brasil debutó derrotando 7-2 a una selección francesa que se inclinó ante el fútbol sudamericano por primera vez. Fueron necesarios 11 goles en 9 encuentros (8 victorias y 1 derrota) para que el Tigre, como se le conocía, pase a ser conocido como El rey de reyes o El rey del fútbol. El mundo se rendía a sus pies. Se puede decir que la historia del fútbol ha sido tan injusta, por sus peripecias, como apremiante, por sus logros, con el ‘Pelé antes de Pelé’. “Friedenreich llevó al solemne estadio de los blancos la irreverencia de los chavales color café que se divertían disputando una bola de trapos en los suburbios. Así nació un estilo, abierto a la fantasía, que prefiere el placer al resultado”, versa Eduardo Galeano en ‘El fútbol a sol y sombra’. Y es que es así como, tras una historia que alterna entre lo mítico y lo real, el hombre gol más grande de todos se construyó y dejó su estampa en equipos como Sao Paulo, Flamengo, Santos o el Internacional de Porto Alegre, en fin, en el campo de juego. El mismo terreno carioca que años más tarde vería correr a un Garrincha, un Pelé, un Ronaldo o un Romario. ¿Será cierto todo lo que se cuenta de él? Nunca lo sabremos y es mejor así.