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ECOMMERCE EN PANDEMIA: El BCG proyecta un crecimiento de hasta 24% para el 2023

A raíz de la pandemia, muchas personas incursionaron en tener un negocio propio. Gracias a la difusión mediante las redes sociales, y el no poder visitar tiendas físicas, el ecommerce o comercio electrónico pasó de 1,2 millones de usuarios en enero del 2020, a más de 6 millones para septiembre de ese mismo año.

Según el Boston Consulting Group, pese a contar con la menor tasa de pagos en línea con tarjeta de créditos en Latinoamérica, la pandemia ha agilizado el paso al nuevo formato de compra lo que permite predecir que en un mediano plazo, el crecimiento del ecommerce se duplique. 

“En el caso de América Latina, de 2019 a 2024 los ingresos por pagos podrían crecer hasta un 4.9% anualmente, una tasa que es sólo superada por la región de Asia Pacífico. La innovación en el comercio electrónico y los esfuerzos para promover mayor inclusión financiera son los principales impulsores de este crecimiento.” (BCG, en entrevista con el diario Gestión). 

Una de las razones por las que nuestro país se encuentra en el menor puesto es por la desconfianza de sus usuarios para realizar transacciones en línea. Según el Reporte oficial de Ecommerce en el Perú (2020), por CAPECE, uno de los más grandes factores de miedo para los usuarios es el robo o suplantación de las tarjetas de crédito que usan como método de pago. Esto, sumado con el cambio en la vivencia de la compra, como lo era el que ya no se podía ver “en vivo” los productos que se solicitaban, creó una esfera o barrera de duda y desconcierto en los usuarios. 

Sin embargo, pese al crecimiento del comercio electrónico, también, para infortunio y casi presagio de los usuarios, la cantidad de estafas por medios digitales también han aumentado. El robo de saldos en tarjetas, la venta de productos inexistentes, aún, en parte, retienen y ralentizan el proceso de conversión de usuarios presenciales a digitales. 

Felizmente, es gracias a las redes sociales y su facilidad en divulgar información, que los estafadores digitales son reconocidos y compartidos para evitar que otros usuarios sufran de lo mismo, y a su vez, generan una depuración que permite separarlos de aquellos negocios reales y confiables. Esto, ha permitido que estos negocios, puedan tener no sólo mayores ventas, sino mayor reconocimiento, y con esto, mejorar la economía, interacción y transacción digital.