El papel preponderante de las redes sociales se evidencio en las marchas que se realizaron a nivel nacional del 9 al 15 de noviembre en contra de la vacancia de Martín Vizcarra y la asunción del congresista Manuel Merino como presidente de la nación. Miles de ciudadanos e influencers (figuras influyentes de la web) se manifestaron virtualmente y se organizaron con rapidez gracias a sus aparatos electrónicos favoritos, celulares y laptops, para tomar las calles en una gesta histórica en la que el pueblo peruano logró sacudir a la clase política.
Organizaciones independientes de todo tipo, desde estudiantes, obreros, artistas, danzantes, skaters, otakus, kpopers, entre otros grupos, quienes hicieron convocatorias para oponerse al velado golpe de estado que se había orquestado desde el poder legislativo. Fue también gracias a los smartphones que los ciudadanos denominados “la generación del bicentenario”.
Cacerolazos y muestras de apoyo masivo a los jóvenes congregados en el centro histórico de Lima se escucharon en casi toda la ciudad, pues personas de distintos distritos se organizaron en diversos puntos gracias a las convocatorias en redes sociales. En muchas ciudades del país se replicaron manifestaciones similares que a su vez resonaron en las redes. De acuerdo al Instituto de Estudios Peruanos, la participación ciudadana llego a un asombroso 37%, más del doble del 14% que usualmente se obtiene en tasas anuales.
A diferencia de otras manifestaciones, esta estuvo visiblemente liderada por jóvenes centenials quienes se caracterizan por ser audiencias prosumidoras cuya realidad está influenciada por las redes sociales, donde los contenidos van cobrando notoriedad a medida que se comparten “viralmente” de forma horizontal y multidireccional. Esta nueva realidad comunicativa que no está exenta de riesgos -como la viralización de fake news o la infoxicación- es definida por el sociólogo Manuel Castells como la auto-comunicación de masas, concepto que nos pone en el plano del debate de la sociedad de la información, sociedad del conocimiento o sociedad red.
Pese a ello algunos congresistas y miembros de la organización llamada Coordinadora Republicana, que incluye al breve ex premier Antero Flores Araoz, parecen hacer oídos sordos y mirar para otro lado al sostener que estas jornadas fueron orquestadas por algunos dirigentes políticos, cuando fue evidente que los partidos ocuparon un lugar menor, en algunos casos los líderes de ellos fueron directamente rechazados por la ciudadanía. Cabe preguntarse si aquella equivocada lectura por parte de algunos avezados personajes políticos -denominados “dinosaurios” o “viejos lesbianos” según el folklore de las redes sociales– se debe a una miopía política o acaso una estratagema del tipo “miente que algo quedará” propia de la clase política tradicional.
Por ahora, la calma parece haberse sentado en la opinión pública general, pero aún se generan expresiones con repercusión en las redes como murales e instalaciones artísticas para conmemorar a las víctimas mortales de la represión policial que se vivió –Inti Sotelo y Jack Pintado-. También hay manifestaciones de otros sectores convencidos de la necesidad de reformas profundas. Estas se coordinan y se promueven usando las redes sociales, donde han encontrado un lugar perfecto para la organización gracias el fuerte rebote que el contenido multimedia obtiene.
La participación política ciudadana ha encontrado un espacio de comunicación con un fuerte impacto social, una perfecta herramienta para materializar la fiscalización ciudadana, quizás sea por eso que se oyen rumores que en el congreso planean “leyes mordaza” que amenazan la libertad de expresión en redes. Este nuevo escenario político depara muchas sorpresas, que podremos ver desde diversos ángulos gracias a los teléfonos inteligentes.