Estados Unidos, símbolo y representación de la democracia con admirables siglos de historia y la reputación de haber significado la mayor potencia mundial del último siglo, ha presenciado este 6 de enero una de sus escenas más oscuras en décadas. Manifestantes partidarios de Donald Trump —y, al parecer, azuzados por este— ingresaron de forma violenta en el Capitolio de los Estados Unidos mientras allí se celebraba la sesión de certificación de los resultados de las últimas elecciones presidenciales en las que ganó el candidato demócrata, Joe Biden.
Es quizá uno de los miércoles más insólitos vividos en la historia americana y que refleja el legado de un presidente que ha gobernado el país promoviendo la división, la opresión, un discurso incendiario y las teorías conspirativas, siendo la última de ellas la historia de un gran fraude electoral del que no ha ofrecido prueba alguna ni conseguido el respaldo de ninguna corte.
Miles de partidarios del presidente republicano irrumpiendo a la fuerza en el Capitolio, grandes cantidades de agentes armados custodiando el edificio, decenas de legisladores protegidos con máscaras de gas, una mujer muerta tras un disparo y el vicepresidente Mike Pence siendo evacuado por el servicio secreto en medio del caos y repudiado por el presidente por no sumarse al boicot son algunas de las imágenes más impactantes que se han podido ver en las principales cadenas noticiarias y que han rechazado los principales líderes del mundo.
Trump, sobre las cuatro y media de la tarde, publicó una declaración en Twitter en la que, pese a que le pidió a su gente que se retirase del lugar, en ningún momento condenó estos hechos. Más aún, en medio de su tibio mensaje que en nada apagó el fuego de Washington, afirmó comprender las razones y sentimientos de sus partidarios e insistió nuevamente en que les habían robado la elección, azuzando aún más las revueltas, hecho que fue fue tajantemente repudiado por Biden.
“En estos momentos, nuestra democracia se halla bajo un ataque sin precedentes. Esto no es una protesta, es una insurrección”, señaló en una conferencia de prensa el candidato demócrata, quien ha animado a Trump a dar un paso al frente y dirigirse verdaderamente a sus seguidores para pedirles que abandonen pacíficamente la sede de la soberanía nacional.
La aparente complicidad de Donald Trump con los violentos asaltantes del Capitolio, en medio de la ratificación de su adversario como presidente de los Estados Unidos, es más que un simple acto político. Es esta, probablemente, una complicidad que deberá ser examinada por la justicia. Grandes grupos de ciudadanos exigen el ingreso de las fuerzas policiales en el lugar para liberarlo de los partidarios de Trump, mientras que el magnate nacionalpopulista, a través de la publicación de un video grabado, se ha referido a estos como «personas muy especiales».