Después de un año de pérdidas humanas, muchas personas siguen diciendo que esta pandemia es un “invento de la gente de poder”, “que todo es psicológico” o “que el COVID-19 no existe”. Debido a esta falsa información que se propaga casi igual que esta pandemia, la gente ha vuelto a sus “actividades normales”.
Los primeros meses de cuarentena comenzaron a afectar el bolsillo de muchas familias peruanas. La pérdida de empleos, el cierre de diversas empresas agudizó la situación, si bien muchas personas pasaron a trabajar de forma remota. Muchas personas que viven del día a día no tienen más que exponerse y salir a buscar su sustento. A este grupo se le puede considerar y comprender.
Pero, lamentablemente hay otro grupo de la población que no sale necesariamente por trabajo o salud. Sino que simplemente quieren vivir la vida. Esto se puede apreciar en todos los sectores.
En los Asentamientos Humanos y Pueblos Jóvenes, es común ver a la gente salir a altas horas de la noche. Realizar fiestas que duran hasta la madrugada donde beben y consumen alcohol como si ya hubiéramos vencido el COVID-19. En las tardes se puede observar a los niños jugando en las calles y lozas deportivas. En pocas palabras en los sectores pobres el COVID-19 no existe, la gente vive en su propia burbuja. Tal vez el hecho de que nadie de su familia haya muerto sea lo que los lleva a pensar así. Pero ¿es necesario llegar a perder a alguien para tomar la responsabilidad de seguir los protocolos y cuidarse?
A pesar de la pandemia y la segunda ola que se viene con fuerza para tumbar la salud y economía de la población, la gente sigue viajando, parece broma pero no lo es. La gente aburrida de estar en casa ha decidido viajar, olvidándose que pueden llevar esta enfermedad a las personas residentes de esos lugares. El egoísmo es lo que al parecer prima en esta “nueva normalidad”.
La gente de regular poder adquisitivo, es más osada porque ellos no viajan dentro del Perú, sino salen a otros países que abrieron sus fronteras, para distraerse y tomar un poco de sol. En ese entrar y venir, no solo traen sus recuerdos sino también la nueva cepa a la que muchos peruanos no temen.
Es por este motivo que el estado peruano ha comenzado otra vez a colocar diversas restricciones para proteger a los ciudadanos de ellos mismos.
Desde el viernes 15 de enero el horario de inmovilización obligatoria en Perú se ha ampliado el cual rige desde las 9 p. m. hasta las 4 a.m. En todo Lima y Callao. Debido a que estas dos zonas serían las más afectadas frente a la segunda ola de COVID-19. Esta nueva restricción durará hasta el 31 de enero, y si las personas siguen como hasta ahora es muy probable que se extienda.
Uno de los días en que más salen las personas y muchas de ellas no por necesidad de trabajar son los domingos, donde han vuelto a utilizar este día para salir de compras, visitar familiares, etc. Incrementando con esto los contagios. Es por eso que se ha prohibido la circulación de vehículos particulares los domingos durante todo el día. A menos que tengan un permiso especial.
Si bien estas restricciones ayudan a minimizar los contagios. Generan caos para las personas que si deben salir a trabajar, ya que se deben modificar los horarios en los que funcionan los diversos medios de transporte como: el metropolitano, los servicios de taxis, el transporte público, etc. Cuánto daño le hacen las personas irresponsables a las personas que necesitan salir a trabajar.
Pensando en las personas que deben transportarse dentro de las hora de toque de queda, se ha habilitado que los taxis manejen las 24 horas y que durante el toque de queda lo hagan solo las personas que trabajan en actividades esenciales, casos de emergencia y traslados al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.
Desde varios meses se ha podido observar que las playas del litoral peruano han vuelto a poblarse de personas, mostrando la falta de empatía con la situación que estamos viviendo. Donde la muerte está pisándonos los talones. Es por eso que tanto en Lima como en el Callao está prohibido usar las zonas de descanso cercanas a las playas y al mar.
Como el peruano no entiende que no debe salir, otra medida que ha impulsado el gobierno actual es la poca cantidad de público en casinos, gimnasios, cines y artes escénicas será del 30%. Si las artes escénicas se realizan en espacios abiertos será de un 50%. En las tiendas y centros comerciales el aforo será de un 40% y en los restaurantes es el 50%, pero si estos son al aire libre se permite un aforo de 60%. Para las iglesias es de un 20% de aforo. Todo esto debido a que la gente en definitiva no se cuida por sí sola.
Pero como las desgracias no vienen solas, en el mundo ha aparecido una nueva cepa del COVID-19. Lamentablemente ya llegó al Perú. El 8 de enero el Ministerio de Salud confirmó el primer caso de esta nueva variante. Esta nueva cepa es un 70% más contagiosa que la que nos visitó en marzo. A pesar de esto la gente sigue incrédula.
Debido a la mala conducta de muchos ciudadanos los contagios han aumentado, originado la segunda ola de contagios. Actualmente están muriendo un promedio de 100 personas diarias. Recordemos que hubo un momento en el que ya habíamos llegado solo a un promedio de 50 personas fallecidas al día por esta enfermedad. Si la ciudadanía no pone de su parte tendremos cada vez más muertos.
Buscando cuidar a todos los peruanos algunas restricciones se están aplicando también en las provincias. El Perú ha procedido a implementar el horario del toque de queda de acuerdo al nivel de alerta sanitaria. Los departamentos con niveles moderados de alerta sanitaria cumplirán el toque de queda de 11 p.m. a 4 a.m. son: Amazonas, Ayacucho, Huancavelica, Loreto, San Martín y Ucayali. Los departamentos con nivel de alerta alto cumplirán el toque de queda de 9 p.m. a 4 a.m. son: Arequipa, Apurímac, Cajamarca, Callao, Lima Metropolitana, Cusco, Huánuco, La Libertad, Madre de Dios, Moquegua, Pasco, Puno y Tumbes. Los departamentos con nivel de alerta muy alto cumplirán el toque de queda de 7 p.m. a 4 a.m. son: Áncash, Ica, Junín, Lambayeque, Lima Regiones, Piura y Tacna.
El 15 de enero comenzó para Cusco el nuevo horario de inmovilización. Muchos de los habitantes de dicho lugar no lo acataron desde el primer momento. Fueron multados 163 personas que no respetaron el horario de no salir durante 9:00 p. m. hasta las 4:00 a. m. Si el peruano no acata las normas, estas restricciones no tendrán ningún efecto en la baja de contagios. Hay realmente mucho en lo que se debe trabajar como país.
Debido a lo que nos toca afrontar algunas municipalidades vienen haciendo modificaciones en sus comunidades un buen ejemplo es la adquisición de nuevos equipos para la planta de oxigeno medicinal ubicada junto al hospital de Sullana. Todo esto debido a que Piura se prepara para cuando la segunda ola este en su peor momento.
A pesar de todo lo mencionado hay mucha gente que aun dice que el COVID-19 no existe, que es una creación de los medios. Pero algo en lo que no se debe dudar es en la información. Los datos no mienten.
El Ministerio de Salud ha revelado que la ocupación de las camas de cuidado intensivos ha llegado al máximo superando a las fechas más extremas del 2020. Todo producto del incremento de casos graves de COVID-19.
El Ministerio de Salud informó que en caso hubiera un desabastecimiento de camas UCI en cualquier parte del Perú se procedería a llevar las que se necesiten y así poder cubrir las demandas de los pacientes. Pero si la gente sigue sin cumplir los protocolos para evitar el contagio y propagación del COVID-19, llegaremos nuevamente a esas fechas en donde ya no había camas UCI disponibles.
Si bien la única solución es la llegada de la vacuna, según los datos seremos uno de los últimos países en ser vacunados. Entonces ¿Qué nos queda por hacer hasta que llegue? Pues lo que ya sabemos desde marzo del 2020.
Es por eso que se recomienda a la población seguir acatando los protocolos, el uso de mascarillas, máscaras protectoras, uso de alcohol y el lavado frecuente de manos, debe ser el pan de cada día. No solo nos cuidamos nosotros al acatarlas sino sobre todo a las personas más vulnerables, que tal vez no estén en nuestra familia pero sí en otras. Todos unidos podremos hacerle frente a esta terrible enfermedad que ya se ha llevado a más de 38 000 peruanos. Pero si seguimos como estamos, pronto más lágrimas serán derramadas en cada hogar donde este visitante aún no ha llegado.