La pandemia ha cambiado la forma de aprender de miles de alumnos peruanos. Ellos han tenido que adaptarse a la virtualidad y aprender a desarrollar nuevas formas de interacción con sus compañeros y profesores. Esto resultó un desafío muy difícil y más aún para los estudiantes con habilidades especiales que no solo tuvieron que enfrentar la suspensión de clases presenciales, sino también la imposibilidad de poder salir debido a la cuarentena.
Según el Ministerio de Salud, hasta el 2015 se registraron 8.800 personas con Síndrome de Down en el Registro Nacional de Personas con Discapacidad, mientras que 15.625 peruanos son autistas y de esta cifra, el 90,6% son menores de 11 años, razón por la que garantizar una educación de calidad para ellos en su etapa inicial es fundamental para su futuro.
Ernesto Reaño, psicólogo del Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA), declaró en una entrevista para La República, que el papel que cumplen los centros educativos y sobretodo el rol de la familia es importante durante la pandemia.
“Antes de la pandemia, toda escuela tenía un sistema de adecuaciones curriculares, departamentos de inclusión y convivencia.Actualmente, esas áreas deberían estar muy en contacto con la familia para ver qué adaptaciones se pueden hacer en este contexto con la carga de tareas, las evaluaciones y sobre todo involucrar mucho a los padres y a los cuidadores”, argumentó el investigador.
En esa línea, el especialista señaló que los profesores de estos alumnos deben enseñar de manera personalizada (ocho alumnos por aula) y con actividades en su mayoría manuales. Ellos deben de mandar con anticipación lo que se va a trabajar para que los alumnos se familiaricen y ya durante las clases virtuales trabajar con los objetos que se tiene en casa como material reciclables.
Con respecto, a la adaptación de las clases virtuales de las niños y adolescentes con Síndrome de Down, ahora las lecciones no van dirigidas a los alumnos sino hacia los padres, ya que los niños con síndrome de Down necesitan estimulaciones sensoriales a través de materiales didácticos que les permitan experimentar, oler y tocar, acciones que su condición misma les exige para que la puedan asimilar.
Es decir, en este escenario de pandemia, la labor de acompañamiento por parte de la familia es fundamental, puesto que los niños con síndrome de Down y autismo suelen distraerse con mucha más facilidad en las clases a distancia. Prácticamente, los padres se han visto en la necesidad de asumir el papel de profesores.