El astro argentino Leonel Messi llegó a París para firmar su contrato con el PSG. La ciudad Luz se enciende y Barcelona lo sufre.
El futbol es un deporte muy nuevo para la existencia del hombre, que existe hace aproximadamente 300 000 años. Y de esos años, apenas en los últimos 120 que se juega profesionalmente. Su origen no está del todo aclarado, pero hoy en día pareciera que no hay un solo lugar del mundo donde no se le conozca.
Se debe su fama a dos razones, la primera es la simplicidad con la que se puede practicar: algo que se pueda patear. Puede ser una piedra, una botella, una bola de papel, un chapita, una pelota. Ni siquiera es necesario que existan los arcos. La segunda razón son los jugadores.
En el futbol como en todo deporte existe un olimpo. Una selecta lista de jugadores que han hecho del futbol un escenario de espectáculo y apasionamiento. Estos astros surgen esporádicamente. Difícilmente coinciden. Cada cierto tiempo está parado frente a los seguidores el mejor jugador de su tiempo, el hombre de las hazañas, el que representa a un club o un país, el personaje que hizo lo que nadie había hecho por los colores que vestía.
Los brasileños del 56 en adelante aman a Pelé, el niño pobre que consiguió tres títulos mundiales para Brasil; los holandeses y el mundo se rindió ante el Áyax de Johan Cruyff y su expresión de futbol total en los años setenta. Hay quienes ven al dios del futbol en Maradona, quizá el más emblemático de todos los futbolistas. Ese jugador que a la vista parecía con sobrepeso, bajito, pero que cuando agarraba la pelota no había forma de pararlo. Él enamoró a la ciudad de Nápoles y aumentó aún más el amor propio que se tienen los argentinos. Maradona fue ese jugador incomparable hasta la aparición de Leonel Messi.
Messi debe ser un caso extraño de eterno retorno griego, hubiéremos dicho reencarnación si es que Messi no hubiera nacido con Maradona estando vivo. Messi se parece mucho a Maradona, ambos son argentinos, zurdos, miden menos de 1.70, y ambos vistieron la camiseta del Barcelona.
La diferencia recae en que Maradona jugó en muchos clubes y, hasta hace unos días, Messi solo jugó en uno: El Barcelona. Hace dos días se daba la noticia de la no continuidad del astro argentino en tiendas catalanas y para los aficionados es difícil imaginar a Messi con otra camiseta que no sea la del club culé.
Y es que Messi no solo es un jugador de pasada en el Barcelona y en la ciudad. Llegó a los 13 años a pasar una prueba y se quedó allí. Llevaba 21 años ininterrumpidos jugando con la camiseta azulgrana. Fue el mejor jugador de la mejor generación de jugadores del Barcelona. Ha ganado 3 Champions League, 10 Ligas, 7 Copa del rey, 3 Supercopa de la UEFA, 7 Supercopa de España, 3 Mundial de clubes y ha batido record quizá insuperables, es el jugador con más partidos con el club (778), y de yapa es el goleador del club con 672 goles.
Es difícil no imaginar la desilusión de los hinchas al ver partir a su ídolo. Es entendible las lágrimas de los fanáticos al no encontrar en el campo a Messi en su último partido frente a la Juventus. Es que muy pocas veces una ciudad vive una pena generalizada tan grande sin muertos, sin bombas, solo por futbol.
La ciudad que es la otra cara de la moneda es París. El 10 de agosto Leonel Messi, en una ceremonia veloz fue presentado como jugador del Paris Saint Germain por una temporada y se estima que su salario ascendería a 50 millones anuales. Messi, de 34 años, llega como jugador libre según https://www.transfermarkt.es/lionel-messi/profil/spieler/28003 a su segundo club y usará el dorsal número 30, que fue el mismo número con que debutó en el Barcelona, aquella ciudad, aquel club que disfrutó de su magia desde ya el lejano año 2004 cuando entró al campo con apenas 17 años y no salió más.