Cerca de finalizar el 2020, regresamos a los primeros días de esta pandemia, y vamos hacia una ciudad en el norte del Perú, la cual presenció el primer fallecimiento de un bombero en nuestro país.
Es abril del 2020 en Lambayeque, en esos momentos la región con la tasa más alta de mortalidad en el Perú, lugar cuyos hospitales no estaban preparados para recibir una cantidad tan elevada de infectados. Entre ellos llegaría Eber Espinoza Mestanza, la primera vida de un bombero que cobraría el COVID-19.
Eber Espinoza Mestanza, o “Bombero” como llamaban de cariño a nuestro héroe de poco más de 50 años, llegó desde Cajamarca a la ciudad de Chiclayo muy joven, con una clara convicción de superación y un alma de servicio. Buscando un lugar donde quedarse en esta nueva ciudad se presentó como voluntario en la Salvadora Chiclayo Nº 27, la compañía de bomberos donde no sólo encontraría un hogar sino también el apoyo para comenzar estudios técnicos y posteriormente universitarios; un lugar donde, sobre todo, encontraría el noble servicio al que le dedicaría el resto de vida.
Así fue como cerca de la quincena de abril del 2020, atendiendo las emergencias como siempre lo había hecho, adquirió esta terrible enfermedad. 10 días después de presentar síntomas, asistió a una clínica privada con un balón de oxígeno conseguido por sus medios propios, y a pesar que el decreto legislativo Nro. 1466 emitido el 20 de abril -6 días antes de este episodio- permitía la atención en servicios tanto privados como públicos para los infectados de COVID-19, nuestro Bombero no fue aceptado debido a que este Intercambio Prestacional de Salud sólo sería posible si él venía con una referencia del Hospital en el que estaba asegurado.
Fue trasladado al Hospital Luis Heysen de Lambayeque consignado especialmente para los casos de coronavirus en esas fechas. Sin embargo fueron menos de 24 horas las que pasó ahí ya que su salud no resistió más y al medio día de un 27 de Abril del 2020 esta enfermedad se llevó la vida del primer héroe bombero de nuestro país.
A la fecha, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú sigue poniendo en riesgo su vida, ahora además ante un enemigo invisible que no hace distinciones con quienes cumplen una noble labor. La Salvadora Nro. 27 de Chiclayo también ha tenido muy sentidas pérdidas posteriores a la de Eber, sin embargo esto no ha menguado el espíritu de sus voluntarios quienes siguen en pie intentando proteger a la ciudadanía, bajo sus propios medios y las donaciones que reciben.
Como última mención, nuestro jefe de la Segunda Comandancia Departamental de Lambayeque recibió de forma póstuma el ascenso que corresponde y la Medalla Dios-Patria-Humanidad por la entrega de su vida en función de sus labores: “Honor y Gloria”. A pesar de todo esto, el mejor reconocimiento de quien le dedicó toda su vida a servir, es que su labor sea recordada.