Actualmente un 60% de la población mundial se encuentra conectada a internet, según lo que informa la revista Digital 2021, de Hootsuite y We Are Social. El volumen total de noticias e información forma parte de la red más grande de interconexión humana, un hecho solamente posible con los avances de las ciencias básicas, como la física o la química, y aplicadas, como la electrónica. El ser humano se ha venido comunicando desde el inicio de la historia, al mismo tiempo que podemos decir que ser humano es ser alguien que comunica; nunca en otros tiempos se ha sido más consciente de la necesidad y la importancia de realizar esta acción. La propaganda nos habla de acercarnos cada vez más, Coca cola nos dice que en parejas se vive mejor.
El pasado 28 de Octubre, uno de los más reconocidos pioneros y ejemplos tecnológicos, Marck Zuckerberg, anunció que la histórica compañía Facebook cambiaría a denominarse “Meta”. Los motivos están en el ingreso de esta red social a un proyecto de virtualización masivo que llevará al público a una experiencia inmersiva.
Los avances tecnológicos son para la humanidad y esta incluye sus consecuencias. El siglo XXI ahora es un mundo donde la información ya pasó a segundo plano. El nuevo horizonte es crear un nuevo mundo digitalizado y funcional. Un mundo donde las limitaciones de la vida cotidiana sean mínimas.
Una nueva forma de relación social se está gestando y dejando por detrás la vida terrenal, aunque los rezagos humanos se mantienen latentes, la capacidad para la formación de vínculos externos se atrofia. Así también es como la libertad de expresión se torna facilitadora y abierta a la desviación de discursos y el intercambio de agresiones textuales y que son materia heredada de una interacción sin regulación. La segmentación del público que antecede al boom informático solo se ha podido acrecentar a consecuencia de las plataformas que terminan por trivializar cualquier intento de diálogo entre las partes. Su fin último: el espectáculo.
Mundos virtuales se han creado para este fin, las redes sociales apuntan a nuevos horizontes para “ampliar” nuestra experiencia social, pero la soledad se mantiene presente; puede sonar atractiva la idea de estar conectados y que nos juntemos a través de nuestros gustos. Sin embargo, el intento por unificar a la sociedad de la información ha terminado por separar a los públicos en sus propias burbujas, ahora a punto de ser llevadas a la realidad virtual.