¿Morir o vivir con la tortura de encontrar al amor de tu vida, pero no poder estar con ella? Para Werther no hubo allí un dilema. Él tenía muy claro que la muerte era la única salida. Nada tendría sentido sin Charlotte. En la actualidad no sería viable pensar en ello, pero es lo que pasaba por la mente de Werther.
El clásico de Goethe «Los sufrimientos del joven Werther” no quedó encasillado en la literatura. Después de aproximadamente 100 años de su publicación, Jules Massenet logró que las letras impresas cobraran vida en la ópera. Un gran reto tuvo el equipo que estrenó esta ópera en el Perú, dado que interpretar un clásico de Massenet inspirado en el también clásico de Goethe tiene de por sí expectativas muy altas.
La puesta en escena de “Werther” en el Gran Teatro Nacional no tiene nada que envidiar a otras realizadas alrededor del mundo. Esto se debe al trabajo en conjunto de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario, el Coro Nacional de Niños del Perú y su coordinadora artística, los cantantes de ópera, así como los directores general, musical y de escena; entre otros.
Escenografía y vestuario
En Werther el vestuario y la escenografía son más que elementos puramente decorativos. Estos nos transportan en el espacio y tiempo. Ya no estamos en Lima 2019, nos hemos transportado a Alemania del siglo XVIII.
También apreciamos cómo el vestuario va acorde a cómo se siente el personaje. Por ejemplo, cuando Charlotte conoce a Werther inicia con un vestido blanco; cuando ya está casada con Albert, su vestido es marrón; y al final, cuando muere Werther, aparece con una capa negra. Los colores de su vestido representan el sentir del alma de Charlotte, un ciclo que termina en la muerte. Un gran trabajo por parte de Adán Martínez, que en paz descanse.
Al ser una novela epistolar, Alejandro Chacón como director de escena, emplea las cartas como elemento principal para armar el escenario. Así, son utilizadas como grandes paredes en el primer y segundo acto. En el tercero, un enorme sobre firmado por Johann Wolfgang von Goethe aparece imponente frente al velero de Charlotte, mientras ella revisa las cartas que le ha enviado Werther.
Además de ello, las epístolas fueron proyectadas en los entretiempos sobre una tela transparente. Así, se les dio un papel protagónico durante toda la obra. Sin embargo, un aspecto que no quedó lo suficientemente claro fue el propósito de que el piso sea desnivelado. Lo que dificultó el performance de los actores en ciertos momentos.
La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario (OSNJB)
Ensayar individualmente y en conjunto es de gran importancia para una orquesta sinfónica. Y, aunque esta vez no tuvieron el tiempo necesario para hacerlo, eso no fue un impedimento para que la OSNJB, dirigida en esta ocasión por Oliver Díaz, tuviera una presentación digna de aplaudir.
Se debe tener en cuenta la complejidad de la obra de Massenet, quien como gran admirador de Wagner, toma la idea de los leitmotiv para añadirlos en “Werther”. Estos son las melodías particulares que cada personaje tiene, aquellas con las que podemos identificarlos, saber que va a entrar a escena o que al menos se le hace referencia.
De esta manera, los leitmotivs más destacados son los que hacen referencia a la dicotomía entre Werther y Albert. Mientras Werther es acompañado con melodías románticas (arpa) y dramáticas (chelo); el tema de Albert es monótono, sin demasiada imaginación.
Reparto
Los cantantes merecen una mención especial. El Coro Nacional de Niños del Perú (CNN) dirigido por Mónica Canales sigue adquiriendo experiencia con sus apariciones en óperas
entre las que destaca “Alzira” y ahora, “Werther”. Es en ese semillero donde la soprano Ximena Agurto hizo sus primeros solos de ópera. Así, ha podido llegar a interpretar el papel de Sophie, hermana de Charlotte, con la alegría e inocencia que la caracteriza. En efecto, Sophie y Charlotte protagonizaron una de las escenas de amor filial más conmovedoras de la noche.
Por su parte, el tenor estadounidense Jonathan Tetelman (Werther) y la mezzosoprano Carol García (Charlotte) sobresalieron no solo por ser los personajes principales, sino por sus registros vocálicos y su capacidad interpretativa. Se apreciaba la complicidad de dos amantes en su interactuar y en sus solos.
La mejor escena, desde mi perspectiva, fue la tercera, en la que Charlotte lee la carta de Werther anunciando su muerte con la frase: «si yo no aparezco ante ti el día fijado, no me acuses: ¡Llórame!» Para sorpresa de Charlotte, Werther aparece. La escena transcurre en un ir y venir de emociones oprimidas, hecho que es interpretado con gran categoría por Tetelman y García, quienes pudieron expresar con sus voces la tragedia que es amar, ser correspondido, pero no poder estar juntos.
Así termina el ciclo de Werther en el Gran Teatro Nacional. Se cierra el telón con un hombre que se suicidó en Nochebuena, pero que cada cierto tiempo resucita para hacernos vibrar con la vida que Goethe escribió para él.
Por: Johana Perleche | johana.perleche@unmsm.edu.pe
Fotografía: Yessenia Coronel | yessenia.coronel@unmsm.edu.pe
Esta nota fue publicada en Medialab UNMSM