Son pocos los modos en que nuestro día a día no se ha visto alterado, sustituido, o desechado a causa de la pandemia de la COVID-19. Miles de negocios, quebrados alrededor del mundo por la imposibilidad de su atención al público. Una crisis que no ha discriminado entre grandes consorcios como Starbucks o Nike (la primera ha cerrado 400 tiendas solo en Estados Unidos y Canadá, la segunda ha registrando pérdidas de casi 800 millones de dólares en todos los continentes del hemisferio norte), o pequeños restaurantes de barrio, emprendedores de la industria textil; incluso, empleados con trabajos formales ven en sus contratos disminuciones considerables de salario. No existe, por esto, rubro que haya salido libre de alguna deformación forzada, mínima cuando menos.
“Mi primer concierto” llegó nuevamente al Gran Teatro Nacional, pero esta vez con una dinámica un poco diferente: “Las aventuras musicales de Sisi y Lala”
¿Una hija tiene un precio? Puede que la mayoría responda que no, pero ¿qué haríamos si de nosotros dependiera el cese de violencia en un territorio? ¿Qué responderíamos si nos ofrecieran la paz a cambio de un matrimonio con el enemigo?
A 120 días de la emergencia del Covid19, diversas organizaciones culturales exigieron poner en agenda la reactivación del sector cultural que se vio severamente afectado.