En el 2016, Malcolm MacDonald, un hombre británico de 45 años, se convirtió en el primer hombre en tener un pene construido a partir de un injerto en el brazo, luego de haber perdido el suyo por sepsis.
Durante varios años, Malcolm MacDonald sufrió de una infección prolongada a la zona perineal, espacio entre el final del escroto y el ano, que eventualmente se transformó en sepsis, provocando que sus manos, pies y miembro viril se tornaran negros. Cuando MacDonald se dio cuenta de ello, se sintió aterrorizado, principalmente porque temía lo que pudiera ocurrirle a su miembro.
Lamentablemente, sus temores se hicieron realidad en el 2014, cuando de un momento a otro, su miembro se desprendió de su base y cayó al suelo. En el hospital, le dijeron que ya no podían hacer nada para ayudarlo y solo enrollaron el muñón que quedaba en una pequeña protuberancia.
MacDonald había pasado mucho tiempo sospechando que algo parecido ocurriría, tanto así que cuando el momento se dio, lejos de entrar en pánico, se limitó a levantar su pene del suelo y tirarlo a la basura. Sin embargo, eso no lo ayudo a sobreponerse a su situación y por dos años, se aisló socialmente, cayendo en el alcohol y rechazando el apoyo de su familia y amigos.
Pero en el 2016, MacDonald vio una luz de esperanza cuando su doctor le recomendó consultar su caso con David Ralph, también conocido “el maestro del pene” quien era un experto en construcción fálica del Hospital del University College de Londres.
Fue Ralph quien le propuso el procedimiento de injerto en el brazo que MacDonald aceptó inmediatamente y, después de recibir un fondo de 50,000 libras esterlinas del NHS, el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña, la operación se realizó exitosamente.
La cirugía consistía en tomar un pedazo de piel del brazo derecho y enrollarlo hasta que se pudiera formar un falo, que tuviera todas las venas y nervios de MacDonald. Luego, se le instalaría una uretra y también unos tubos unidos a una bomba manual que permitirían la formación de erecciones. Así, después de aproximadamente dos años, podrían retirar el miembro de su antebrazo e instalarlo en su entrepierna.
MacDonald cuenta que cuando por primera vio su nuevo pene en su brazo, luego de la operación, sintió una alegría y orgullo inmensos y por fin, después de pasar dos años sin su miembro, se sintió igual a todos los otros hombres. Incluso, a pedido del paciente, se le fueron añadidos 5 centímetros más al tamaño original.
Sin embargo, ya han pasado cuatro años desde que MacDonald se realizó el injerto en el brazo y, hasta la fecha, el miembro aún no ha podido ser extraído y reubicado. Desde citas perdidas hasta cruces de horarios, la cirugía se fue aplazando cada vez más, hasta que, en el 2020, fue definitivamente suspendida hasta nuevo aviso debido a la pandemia originada por el Coronavirus.
Si bien esto le preocupa a Malcolm MacDonald, él mantiene la esperanza de realizar el procedimiento antes de que se termine este año.