Actualmente, hablar sobre salud mental se ha vuelto más común. Esto se puede ver reflejado en distintas campañas de concientización sobre su importancia, e incluso, en organizaciones sin fines de lucro que ofrecen acompañamiento psicológico gratuito. Asimismo, en estos últimos meses, en medio de la pandemia, existe cierto sector de la población particularmente afectado: los adolescentes.
Como demuestran algunos resultados de los Estudios Epidemiológicos realizados por el Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi “un 8,6% de los adolescentes en Lima en algún momento de su vida han tenido un episodio depresivo, un 7, 8% de los adolescentes de la ciudad Ayacucho han presentado prevalencia de trastorno de ansiedad y un 5,8 de adolescentes de Puno presentan problemas de conductas vinculadas al problema del alcohol, lo que significa que uno de cada ocho niños(as) o adolescentes pueden sufrir un problema de salud mental en algún momento de su desarrollo”.
La misma Organización Mundial de la Salud advierte que los trastornos mentales representan el 16% de la carga mundial de enfermedades y lesiones en las personas de edades comprendidas entre 10 y 19 años. A su vez, señala a la depresión como una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial y al suicidio como la tercera causa de muerte de los jóvenes.
Existen varios factores que pueden influenciar en la salud mental de los adolescentes: como, por ejemplos, factores individuales (dentro de los que se puede encontrar la genética, recursos psicológicos, hábitos de vida, etc.) o factores familiares (educación y estilos de crianzas). La suma de todo lo anterior, y recordando que en esta etapa ocurren cambios físicos, emocionales y sociales, puede ocasionar que los adolescentes se encuentren expuestos a una baja calidad de vida, baja autoestima, desconfianza, violencia, desmoralización, estados tensionales, estados depresivos, uso de sustancias, etc. Por último, factores externos como los medios de comunicación (televisión, redes sociales, etc.) también pueden influenciar de manera negativa y generar la discrepancia entre la realidad del adolescente y sus percepciones o aspiraciones del futuro.
Por otra parte, los adolescentes que ya padecen problemas de salud mental son aun más propensos a la exclusión social, la discriminación, la estigmatización, las dificultades educativas, los comportamientos de riesgo, la mala salud física y las violaciones de los derechos humanos.
Como se dijo al inicio, existen distintas iniciativas que buscan apoyar la desestigmatización de la salud mental y ofrecen apoyo. Algunas de las más conocidas son la línea 113, opción 5, del ministerio de Salud o los Centros de Salud Mental Comunitaria ubicados por todo Lima. También, el centro de salud mental comunitario de Universidad Nacional Mayor de San Marcos se presta como una buena opción debido a que atienden a costo social y por último, SANAR, organización creada por un grupo de sanmarquinos que ofrece hasta seis sesiones gratuitas de atención psicológica por persona.
