Vacunación en el Polideportivo de Villa El Salvador: Colas, pleitos y esperanza
La jornada de vacunación en el Polideportivo de Villa El Salvador comienza a las 5 de la mañana. A partir de esta hora llegan a las inmediaciones del complejo olímpico diferentes personas quienes, de acuerdo al cronograma, llegan por sus dosis. Hoy es 1 de julio y este parece ser un día peculiar: quizá este sea el día con mayor cantidad de personas asistentes a este centro. No obstante, en este distrito, la faena se pinta de diferentes matices.
Según el Ministerio de Salud, este lugar es uno de los centros vacunatorios más grandes del Perú. Y, sin ir en contra de esta denominación, la cantidad de afluencia poblacional en este día superó los 30 mil. El centro abre sus puertas a las 7 de la mañana para que los primeros (los madrugadores) puedan recibir sus dosis. La división de espera en los exteriores del polideportivo se puede describir de la siguiente manera: Primero, al lado sur se encuentra la fila para la entrada a las personas que recibirán su primera dosis; segundo, al lado norte está la cola para la entrada para las personas que recibirán su segunda dosis y, tercero, de la puerta principal se desprende la fila para autos. En las entradas se encuentran 2 encargados: un miembro de la Policía Nacional y un coordinador de la sede. Y un dato no menor: los otroras voluntarios de los Juegos Panamericanos participan de este periodo de vacunación para mantener el orden en las colas y coordinar los trámites en el interior.
Pero lo que no se hace esperar en lugares donde se concentran gran cantidad de personas son los emprendedores. Desde muy temprano llegan a este centro algunos ambulantes quienes alquilan bancas de plástico por 2 soles la hora. Además, se instalan puestos de desayuno en los paraderos cercanos al lugar. También aparecen vendedores de golosinas, café, quinua, emoliente, algunos menjunjes naturales como aceite de eucalipto, entre muchos otros. “Estamos aquí aprovechando que hay gente para ganar alguito”, me dice Eugenio (uno de los vendedores de bancas de plástico).
No extraña, entonces, que los humores durante las horas de espera empiecen a elevarse. Al estar más cerca de la entrada, las personas tienden a presentar inconvenientes o discutir. Un señor, quien estaba a un turno de entrar, tuvo un altercado con el policía que se encontraba en la entrada porque este no tenía protector facial. Luego, una señora discutió con una mujer acusándola de colarse en la fila. Una vez dentro, un señor discutió con otro por no respetar el orden de llegada y entrar a la sala de espera interior antes que él. No obstante, los ejemplos no solo se reducen a las personas que van a vacunarse. Algunos de los médicos discutían con los coordinadores del polideportivo por no informar de manera correcta sobre el llenado de los documentos de consentimiento y datos personales.
Sin embargo, estos inconvenientes no pudieron opacar al protagonista: las vacunas. Al ingresar en el centro de vacunación existe un salón de espera para que, luego de entregar los documentos correspondientes, el médico asistente llame por nombre a las personas a vacunar. El enfermero vacunador muestra el frasco y cómo lo llena al receptor. Y esto se repite durante 9 horas diarias de lunes a sábado de 7 a.m. a 5 p.m. Al final del día los médicos se retiran exhaustos. Muchos de ellos recibirán sus pagas dos o tres meses después. Los voluntarios, cuya recompensa será su certificado, se retiran junto a ellos. Pero a todos, en cada momento del trayecto, siempre reciben un “gracias” por adelantado.