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Un enfoque hacia el pasado

La fotografía es uno de los principales medios por los cuales las personas pueden retratar sucesos memorables, además que es accesible para casi cualquier persona, solo necesitas un teléfono. Pero las cosas no siempre fueron así. Los primeros años de la fotografía en el Perú, las primeras décadas del siglo XIX, esta solo podía realizarse en pocos estudios que se concentraban en la ciudad de Lima.

El campo de la fotografía en Lima era muy competitivo, ejemplo de ello tenemos la disputa entre el francés Emilio Garreaud y el estadounidense Benjamín  Pease , quien recibía burla de Garreaud por usar el proceso del daguerrotipo. 

Ya por los años de 1860, se dará el escándalo de Eugenio Maunoury (por el uso inmoral de una fotografía) será aprovechado por Villroy Richardson, quien asegurará en los medios que con él  la privacidad de las fotografías estará asegurada. 

Debido a la competencia por las “tarjetas-visitas” se dará una baja de precios, teniendo como resultado el posible cierre de los estudios; por ello, en 1863 se da un acuerdo en la tarifa de los precios entre los más importantes estudios de Lima, aunque este acuerdo se romperá poco después. 

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Para finales de 1870, ya no hay únicamente fotógrafos en Lima o que trabajen solo en sus estudios, se empieza a dar servicios al estado para fotografiar las principales ciudades, la construcción de los ferrocarriles, el antes y después  de las batallas contra Chile. 

La fotografía ya no solo tiene un fin de venta, sino un fin social para poder levantar  el ánimo a la población, ahora se da una perspectiva social, las cuales se volvieron fuentes históricas. En aquella época también se dejaron álbumes, que fueron cuidados por importantes familias, que nos permiten observar  el crecimiento  de nuestras ciudades. 

Es por ello que la fotografía se convierte en uno de los instrumentos para incentivar la modernización nacional durante la República Aristocrática; siendo un indicio el Reglamento de la Exposición Nacional de 1892 donde se establece que los temas fotográficos son libres, pero se recomienda que tengan aplicaciones científicas e industriales. Es así que finalizando el siglo XIX, las fotografías son de uso oficial, como el caso del Álbum Perú 1900 de Fernando Garreaud, donde sus imágenes no son denunciativas ni estéticas sino representativas e informativas de las nuevas estructuras después de la guerra, siendo un testimonio invaluable de la época.