Recientemente, el Perú ha venido experimentando una serie de sucesos que bien podrían considerarse síntomas de una crisis social y política. La vacancia repentina de Martín Vizcarra del cargo de presidente de la República por parte del Congreso y el posterior ascenso del acciopopulista Manuel Merino al puesto desencadenó una serie de protestas, marchas y luchas por parte del pueblo peruano en contra del Gobierno y del sistema mismo, por medio de las arengas pidiendo “que se vayan todos”.
Ante lo ocurrido con Vizcarra, Merino y el Congreso, por redes sociales se organizó y se convocó a la población a una “Marcha Nacional” en contra del nuevo Gobierno. Si bien existieron escépticos que creyeron que esta convocatoria no llegaría a mayores, poco después se evidenció que era esta una suposición muy errada. Es bastante sabido que las redes sociales son medios capaces de generar una enorme influencia sobre los diferentes y variados receptores de los mensajes emitidos. La convocatoria alcanzó a millones de personas, todo por unas cuantas publicaciones, clics y likes.
Las marchas se dieron y la Policía apareció. Lo que empezó como una manifestación pacífica, se convirtió, poco después, en escenario de innumerables ataques por parte de las fuerzas policiales. Todo ello era denunciado de forma casi instantánea por miles de usuarios a través de las redes sociales.
Una de las muchas posibilidades que tienen las redes radica en la capacidad de poder crear entornos grandes y potentes para la concurrencia de un enorme número de personas que intercambian mensajes sobre uno o distintos temas. Las denuncias en redes se hicieron virales: ataques por parte de las fuerzas policiales con bombas lacrimógenas y perdigones eran presentados a través de publicaciones, fotos y videos. La indignación en la ciudadanía aumentaba. Ante ello, actuó la prensa.
Los medios de comunicación masiva en el Perú ocupan un lugar protagónico en la formación y configuración del espacio cultural actual. Ello se evidencia en nuestra realidad constante. Los medios de prensa, casi en su totalidad, se rigen por un único discurso. Si uno está a favor o en contra de un hecho, todos –o la gran mayoría– lo están.
Los medios peruanos, en un inicio, buscaron el desprestigio de las denuncias de los usuarios de las redes sociales, además del respaldo constante a las fuerzas policiales. La postura que mantenían era la de estar en contra de las protestas y a favor del nuevo gobernante. Estos habrían podido colocarse nuevamente a la cabeza del discurso, como en muchas oportunidades; sin embargo, la avalancha de información y reclamos en las redes sociales los superaba con creces.
El hecho que terminó provocando la primera caída de los medios tradicionales fue el fallecimiento de dos jóvenes, Inti Sotelo y Bryan Pintado, por manos de la Policía. Pese a que por un momento se intentó desmentir lo ocurrido en diversos canales de televisión, las denuncias de estos crímenes se difundieron, de forma casi instantánea, en diferentes redes sociales como Facebook y Twitter, lo que generó el hundimiento de los mensajes de la prensa, la cual ya tenía encima una imagen de “mentiras y vergüenza”.
Es evidente que las redes sociales, hoy en día, están alcanzado lugares mucho más importantes que el que tenían antaño los medios de prensa. Lo ocurrido en las protestas lo confirman. Una noticia en un medio matutino puede ser desmentida por una determinada publicación verificada y confirmada en una red social, y puede ser opacada por la posterior viralización de la misma. Las redes sociales son los nuevos medios. Los antiguos, al parecer, tendrán que adaptarse a ellos.