San Juan de Lurigancho: El parque que nació como un pedido de paz durante la época terrorista
En el paradero 20 de la avenida Próceres de la Independencia en San Juan de Lurigancho hay un pequeño parque con una cruz de madera y un monumento con una placa que reza lo siguiente: “Recordemos a nuestras víctimas. No matarás”. Ese pequeño lugar apacible guarda un recuerdo muy doloroso para los antiguos habitantes del distrito. Uno marcado por la violencia que vivió en el país durante las décadas de 1980 y 1990.
El 14 diciembre de 1983, varias celebridades y agentes pastorales organizaron un evento benéfico para los internos del penal Miguel Castro Castro. Al evento acudieron personajes famosos del momento como la conocida “Gringa inga”. Todo pintaba para ser un evento agradable para todos. Sin embargo, lo que empezó como un agasajo pacífico, terminó de la peor manera.
Algunos presos del penal se apoderaron de los pabellones del penal. Lo hicieron a manera de protesta. Lo que ellos reclamaban era que se aceleren sus procesos judiciales y haya un mejor trato por parte de los guardianes penitenciarios. Entre los presos, hubo nueve que pidieron una ambulancia y garantías para escapar. Las autoridades accedieron, pero bajo la premisa de que “ustedes salen, pero bajo su propia responsabilidad”. Los reclusos, como medida de precaución, decidieron llevarse consigo a varios rehenes, entre ellos una hermana pastoral llamada Juana Sawyer.
Los policías, quienes sabían que los rehenes iban a escapar del penal, se colocaron en distintos puntos para tenderles una emboscada a los prisioneros.
Es así que, mientras la ambulancia fugaba, los policías abrieron fuego contra ellos. El resultado fue que el vehículo terminó con varios agujeros de balas, nueve presos fallecidos y la hermana pastoral Juana agonizaba con cinco impactos de bala.
Pocos días después, desde Lima Norte, donde vivía la hermana Juana, se produjo una manifestación ciudadana que se transformó en una marcha que llegó hasta San Juan de Lurigancho. Mostraron su enfático rechazo hacia la forma violenta en la que las autoridades de ese momento decidieron resolver el amotinamiento en el penal Castro Castro.
La multitud llegó hasta el lugar de los hechos y colocaron una cruz de madera con una nota que rezaba el 5to mandamiento: “No Matarás”. Una manera de criticar el accionar de los efectivos policiales.
Durante esos años de violencia, el lugar fue un punto de encuentro para que las personas se congreguen a rezar y reincidir en su pedido por la paz.
Pasados varios años, en el 2000, se construye el parque que hoy en día todos los residentes de San Juan de Lurigancho reconocen. No solo eso, también se levantó un monumento para conmemorar a los fallecidos en esa fatídica fecha.
A pesar de que ya haya terminado la época de violencia terrorista, el lugar siguió sirviendo como punto de encuentro para reclamos sociales. Por ejemplo, en el 2008, el Obispado de Chosica organizó una marcha a la que asistieron más de cuatro mil jóvenes. La manifestación buscó sensibilizar a los ciudadanos sobre el daño de consumir drogas.