Pese a que, en occidente, la vacunación contra la COVID-19 ha empezado en el Reino Unido, el 8 de diciembre de 2020, este país está bajo la atenta mirada de las autoridades médicas de todo el mundo por la aparición de una variante del virus SARS-CoV-2, con una transmisibilidad de hasta 70%, de acuerdo con el Imperial College de Londres. Por otro lado, la detección de otra variante del virus en Sudáfrica ha generado preocupación en África y Europa.
El 20 de diciembre, Matt Hancock, secretario de Salud británico, declaró que la nueva variante del virus estaba fuera de control, junto con la detección de casos de esta variante del virus en Australia, Dinamarca, Países Bajos e Italia. Todo ello desencadenó un ola de restricciones de viajes y cierres de espacios aéreos en más de 40 países: en Europa, Francia (con un cierre del Eurotúnel por dos días), Alemania, España, Italia y Rusia; en América, Argentina, Canadá, Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Excepcionalmente, EE.UU. no ha cerrado su espacio aéreo al Reino Unido.
De acuerdo con J.M. Jimenez, del King’s College de Londres, e Iñaki Comas, del consorcio SeqCovid-Spain, es común que un virus mute a manera que se va trasmitiendo de organismo en organismo. Indican que, hasta el momento, se han estudiado al menos 300 000 secuencias víricas del SARS-CoV-2 y se han encontrado miles de mutaciones, pero ninguna ha causado preocupación a nivel internacional como esta variante descubierta en Inglaterra.
Identificada como la VUI-202012/01, esta variante del SARS-CoV-19 fue individualizada por los científicos en el sur de Inglaterra a mediados de septiembre y presenta más de 20 mutaciones en una sola cepa del virus, siendo relevante la mutación N501Y que aumenta la afinidad de la proteína S de la superficie del virus con las células receptoras sanas, lo que aumentaría sus posibilidades de infección. Otro tipo de mutación importante es la delación H69/V70 de la proteína S, detectada en diversos genomas del SARS-CoV-2, que hace que a los anticuerpos menos efectivos en la sangre para poder atacar al virus, según Ravi Gupta de la Universidad de Cambridge.
Aunque aún no se sabe si esta nueva variante es más letal o no, eventualmente los estudios determinarán eso. Lo que sí habría correlación es que la VUI-202012/01 ha adquirido dominancia en el sureste de Inglaterra y en Londres, al detectarse el inicio de una segunda ola de casos de COVID-19 con esta nueva variante. Esto preocupa a las autoridades británicas y a la comunidad científica internacional, incluida la OMS.
La segunda ola de contagios en Inglaterra y Gales, la sensación de aislamiento internacional y las inacabables negociaciones para la salida del país de la Unión Europea (UE) ejercieron una presión sobre el gobierno de Boris Johnson que nadie hubiera imaginado en un contexto no bélico. En ese escenario y con la cercanía a las fiestas de fin de año, Johnson declaró restricciones más rígidas (Tier 4) en un área que abarca a 24 millones de ingleses antes de Navidad, incluida Londres, y logró cerrar un acuerdo con la UE el 24 de diciembre. La consigna es frenar el contagio a manera que avanza la vacunación.
«Inicialmente las vacunas no deberían verse afectadas», dice el Iñaki Comas. Las vacunas de Pfizer y Moderna pueden actualizarse, como se hace todos los años con las vacunas contra la influenza. “Lo importante es ser capaces de detectar estas variantes y, sobre todo, aquellas que pueden aparecer como escape cuando empiece la vacunación”, agrega.
El líder de la oposición, el laborista Keir Strarmer, exige al gobierno de Johnson que decrete una cuarentena nacional en Inglaterra dentro de las próximas 24 horas como primera medida para frenar el desborde de contagios en dicho país constituyente del Reino Unido, de acuerdo con The Guardian.
Hasta el 3 de enero, la situación en el Reino Unido era crítica, puesto que los casos nuevos diarios superaban los 50,000 desde el 30 diciembre y se reportaban 75,024 muertes. Esto ponía al país insular en el segundo lugar de Europa con más cantidad de fallecidos por COVID-19, después de Italia.