Fuente: Ministerio de Educación
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Universidades vuelven a la presencialidad: ¿Qué debería mantenerse de lo virtual?

Después de dos años y medio de educación virtual, los estudiantes universitarios de todo el país regresarán a clases 100 % presenciales, sin embargo, adaptarse a una nueva rutina fuera de casa puede afectar la salud mental de los alumnos y docentes.

A partir del segundo semestre académico del 2022, las universidades públicas y privadas, así como las escuelas de posgrado, volverán a prestar el servicio educativo de manera presencial, de acuerdo con una resolución del Ministerio de Educación publicada en junio.

La presencialidad en las universidades ya había comenzado desde el primer semestre académico, momento en el que se implementaron modelos mixtos que combinan clases teóricas virtuales y laboratorios de forma presencial, aunque en los primeros ciclos primaba lo virtual.

Al respecto, Susana Roggero Rebaza, psicóloga y docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, considera que el retorno a la presencialidad debe ser progresivo, a fin de seguir mejorando el sistema educativo pospandemia.

Señaló que la modalidad de educación híbrida no es algo pasajero, sino una necesidad. “La virtualidad ha llegado para quedarse, pues ha traído beneficios no solo en el tema pedagógico, sino también en la investigación”.

Actualmente, la comunidad universitaria puede enseñar y aprender sin que el lugar físico sea un obstáculo, gracias a las innovadoras plataformas y herramientas tecnológicas que se emplearon durante estos últimos años.

De acuerdo a la especialista, desde un punto de vista académico, hay ciertas características de la educación virtual que debería mantenerse, como las asesorías virtuales de investigación que permiten, tanto para maestros y estudiantes, manejar mejor los tiempos de reunión.

“Gracias a esta organización del tiempo, las asesorías son más continuas y hay más posibilidades de finalizar con éxito los proyectos de investigación, de la misma forma con las tesis. Entonces, definitivamente es un gran apoyo para la investigación”, explicó.

Además, teniendo en cuenta que el covid-19 sigue presente, los cursos teóricos deben llevarse de forma virtual, así el estudiante puede avanzar de acuerdo a su ritmo, gracias a las sesiones grabadas. Esta medida permite aminorar costos de traslado y facilitar el repaso de las clases fuera de horario.

Sobre la presencialidad

Una de las principales secuelas de la educación virtual fue la escasez de prácticas vivenciales, al respecto, la docente sanmarquina resaltó la importancia de la experiencia física para el proceso de aprendizaje y el campo laboral. Por ello, con el regreso a la presencialidad, deben priorizarse los talleres, laboratorios y cursos prácticos, especialmente con las carreras que necesitan del aprendizaje experimental para su formación.

Por otro lado, la vida universitaria no se resume en lo académico, por lo que también es importante el desarrollo de habilidades sociales y la interacción de los jóvenes fuera de las horas de clase.

Roggero recomienda realizar actividades artísticas, culturales, de responsabilidad social y otras que contribuyan con el bienestar personal, donde realmente se aproveche la presencialidad.

Asimismo, advirtió que enfrentarse a una nueva rutina puede incrementar los niveles de estrés y ansiedad en los estudiantes, ya que implica un proceso de readaptación, similar a lo ocurrido con la virtualidad.

Hay una serie de circunstancias que van a tener que reestructurarse con este retorno. Por ejemplo, el tiempo y costo de traslado diario, comer fuera de casa, dejar de lado algunas responsabilidades en el hogar y con la familia, entre otros factores.

“El principal desafío después de dos años de educación virtual es asegurar la infraestructura y todas las condiciones de bioseguridad. Protección tanto para los alumnos como docentes que son adultos mayores y que van a salir de casa después de mucho tiempo”, comentó.