Foto: César Zevallos
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Colores y sabores en la vigilia

Bajo un sol prominente y atípico en el invierno, el miércoles 16 de junio se concentraron los miembros de la Confederación Nacional de Rondas Campesinas Nativas y Urbanas del Perú (reconocida jurídicamente por la Ley 27908) al frente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para exigir transparencia en los resultados electorales que definirán al próximo presidente de la República.

Allí, en el cruce de las avenidas Nicolás de Piérola y Lampa, en Cercado de Lima, y bajo un atento resguardo policial, decenas de organizaciones sindicales, frentes de lucha y movimientos populares de diferentes regiones del país se mantenían vigilantes y firmes con las clásicas arengas («en costa, sierra y selva, Castillo presidente»); otros, en cambio, acudían al ingenio espontáneo, como una anciana bastante entusiasta que, envuelta con la bandera del Perú, gritaba con curiosa ocurrencia «no era rata, era muca», o como unos señores que, desde el piso donde reposaban al lado de banderolas y con el sol en sus frentes, anunciaban con megáfono en mano que «esa plata no vale nada», en alusión a la inversión que realiza el partido Fuerza Popular para solicitar la nulidad de 802 mesas de sufragio al Jurado Nacional de Elecciones, cabe destacar que, según la tabla de tasas en materia electoral, cada pedido de nulidad equivale al 25% de una UIT (es decir, 1,100 soles); y como telón de fondo para saciar el apetito («primero la comida, después la moral», reza el dicho), los infaltables embajadores de la gastronomía popular, o más conocidos como «ambulantes», servían al paso hígado frito, huevos de codorniz, pescado con yuca y ensalada, arroz chaufa, pollos broaster, caldo de mote, entre otros platos típicos de la urbe limeña para alimentar a los manifestantes.

La Confederación Nacional de Rondas Campesinas Nativas y Urbanas del Perú manifestaron su apoyo al virtual presidente Pedro Castillo (Foto: César Zevallos)

Se trataba de una vigilia con los colores y sabores de los mejores festines, con la diferencia de que esta vez se vivía una jornada de lucha clave en el convulsionado escenario político con la llegada de los ronderos del Perú (cada uno con un «chicote» sujetado en el cuerpo), compañeros de Pedro Castillo. En el libro El maestro es fuego a prueba de balas de Francisco de la Cruz Huashuayo, encontré una frase que podría servir para hacer memoria del enorme compromiso que tiene Castillo Terrones con el pueblo: «Pero tú eres rondero pues, aquí, allá, donde sea eres rondero chotano. No queremos escuchar que un rondero ha traicionado a su pueblo ni a los maestros, eso no puede ser, si pasara eso, mejor ni regreses a Puña porque aquí te haremos ver padre y señor mío». Con esta misma rectitud, y tal como me refirió un amigo que vendía libros en esta marcha, un rondero caminaba por el jirón Carabaya (a una cuadra del JNE) afilando un gran machete en el piso, un hecho que despertó temor en un sector de la población que no entiende que se trata de una herramienta de trabajo rural y símbolo de la identidad cultural de la ciudad de Cajamarca. 

Los licenciados del Ejército peruano, que en muchas ocasiones han acompañado a Castillo en sus actividades proselitistas, también llegaron hasta los exteriores del JNE para brindar su apoyo e imprimir a la manifestación de una fuerza militar considerable. Ellos, al igual que los demás simpatizantes de Pedro Castillo, se quedarán afuera del JNE hasta que lo proclamen oficialmente como el presidente del bicentenario en Perú.

Licenciados del Ejército llegaron al Jurado Nacional de Elecciones (Foto: César Zevallos)